La salud a través de los medios

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Health and the Mass Media: Institutional sanitary propaganda in Spain in the 1920s and 30s.
During the nineteen-twenties and thirties the Spanish sanitary authorities put numerous propagandistic campaigns into motion via placards, radio and cinema, directed at changing the public’s behaviour in questions related to health. The objective was to create a new sanitary culture that would assist the mass surveillance campaigns that were characteristic of public-health policy in that epoch.

En un monográfico sobre ciencia, publicidad y propaganda, el componente de persuasión de todas las ciencias a la hora de relacionarse con sus diferentes públicos resulta fundamental. La persuasión que las ciencias ejercen puede tener como objetivo su propia legitimación, o, por ejemplo, puede ocurrir que una controversia científica que no pueda ser resuelta en el ámbito de la propia comunidad científica sea trasladada a la población para poder encontrar en la arena pública la supremacía de alguna de las posturas encontradas.

Pero cuando este componente persuasivo lo llevamos al campo de la medicina y de la salud nos en­contramos con un elemento más, peculiar aunque no único de la me­dicina, que resulta de gran importancia. Normalmente las ciencias de la salud utilizan la publicidad y la propaganda, además de todos los objetivos que son comunes a las otras ciencias, también pretenden modificar comportamientos de la población a la que se dirigen los mensajes publicitarios o propagandísticos. Este cambio de conductas puede pasar por la adopción o evitación de una determinada práctica, por la adquisición y consumo de un determinado alimento o por erradicarlo de la dieta, por la promoción de un determinado preparado farmacéutico, etc. También se puede pretender crear la demanda de unos servicios ofrecidos por profesionales que están conformando su nicho profesional y tratan de mostrar que son necesarios para solventar determinados problemas de salud.

En este artículo comentaremos sumariamente algunas iniciativas propagandísticas que los servicios sanitarios oficiales españoles pusieron en marcha en los años veinte y treinta del siglo pasado para que la población adquiriese determinados comportamientos y utilizase determinados servicios relacionados, sobre todo, con las enfermedades venéreas y la salud materno-infantil.

La creación de una cultura sanitaria

La necesidad de contar con la connivencia de la población a la hora de reformar determinadas prácticas sanitarias no fue, desde luego, una novedad del siglo xx. Baste citar las numerosas obras que se dedicaron a finales del siglo xix a tratar de analizar y solucionar el problema de la mortalidad infantil, para difundir numerosos consejos que trataban de modificar lo que se consideraban errores de crianza.

Estos consejos, y otros muchos enmarcados en otros ámbitos, se encuadraban en el nuevo modo de afrontar las enfermedades que se produjo a partir de finales del siglo xix en Europa y en Norteamérica, en el que fue de la mayor importancia el concurso de las ciencias sociales. Esta novedad fue producto de la expresión de nuevos conflictos sociales en el contexto de la industrialización y de los métodos usados para tratar de evitarlos o reconducirlos sin que se produjese un enfrentamiento social abierto. La salud fue constituyéndose como un elemento fundamental en la cultura industrial. Frente a otros puntos de vista que han resaltado la función de control social, la medicina, tal y como ha señalado Alfons Labisch, tendría un papel de mediador social. No dejaría por ello de tener un fuerte componente de clase, ya que estuvo dirigida por los mismos sectores que estaban encabezando la modernización y que se beneficiaban de este proceso. Así se fue constituyendo el ideal de una sociedad saludable, y de un homo hygienicus, tal y como propugna el historiador alemán.

Para conseguir este ideal de la sociedad saludable la medicina social puso en marcha diversas tecnologías de intervención que variaron las fronteras del ámbito de la salud pública. Lo más significativo es que se llevó a cabo un cambio en la estrategia asistencial que cristalizó en el inicio de las campañas sanitarias y en la aparición de un nuevo dispositivo asistencial, el dispensario (o centro de salud o de higiene). La actividad de estos centros se focalizó en la vigilancia médica de grupos de riesgo, el diagnóstico precoz y el consejo y la educación. Ya no se trataba de que los enfermos acudiesen a las instituciones sanitarias, a los profesionales sanitarios o requiriesen sus servicios a domicilio. De lo que se trataba en el marco de acción de la medicina social era de ir a buscar a los posibles enfermos. Y a cuantos más mejor. Por ello el reconocimiento masivo fue el método más habitual de trabajo. Y para ello se precisaba contar con la colaboración de la población, que debía adquirir una nueva cultura sanitaria, y avenirse a esa vigilancia masiva a la que los profesionales querían someterla.

Durante los primeros años del siglo xx en España, a partir de la Instrucción General de Sanidad de 1904, casi todos los intentos de dinamizar el panorama sanitario español trataron de fomentar la educación sanitaria de la población. Bien es verdad que las conferencias, las charlas y los escritos, que habían sido los canales habituales para esta tarea, fueron los medios propuestos por la legislación que fue apareciendo, con el fin de crear una nueva cultura sanitaria diseñada para que el público siguiese el dictado de los profesionales.

 

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© Colección Marc Martí
El Servei de Sanitat de la Mancomunitat de Catalunya editó una serie de carteles para prevenir la gripe o el paludismo. En la imagen, cartel de Ramon Casas referente al inicio de la obra antituberculosa del Servei.

 

 

 

«Cuando las ciencias de la salud utilizan la publicidad y la propaganda pretenden modificar comportamientos de la población a la que se dirigen los mensajes»

 

 

 

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© Colección Carlos Velasco Murviedro
Cartel de la Dirección General de Sanidad de la II República española.

 

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© Biblioteca de Catalunya

Cartel elaborado por el Laboratori Provincial d’Higiene de Barcelona (a la derecha), realizado por Francisco de Asís Galí hacia 1918, para divulgar el papel de las moscas como transmisoras de enfermedades.
El Ayuntamiento de Barcelona también imprimió un cartel (a la izquierda) de la Academia de Higiene de Cataluña sobre el tema de las moscas.

Hagan click en la imagen para verla con más detalle.
  «Los servicios sanitarios españoles fueron incorporando nuevos medios de transmitir los mensajes que querían hacer llegar a la población, siguiendo el mismo camino que otros países europeos
y de Norteamérica»

Pero pronto el cartelismo, la radio y el cine también ocuparían su lugar en este empeño, con su enorme potencial de alcanzar a un mayor número de personas. Así tenemos constancia del comienzo del uso en el ámbito catalán del cartel como herramienta de propaganda sanitaria. En torno a 1918, Francisco de Asís Galí (1880-1965) realizó para el Laboratori Provincial d’Higiene de Barcelona el cartel titulado Per higiene, per estètica, per comoditat, per dignitat. Guerra a les mosques, una cromolitografía de 80 x 58 cm que popularizaba y divulgaba los mensajes referentes al papel de las moscas como transmisoras de enfermedades. Este autor también realizó un cartel sobre higiene infantil como parte de la labor propagandística de la misma institución. En torno a esos años el Ayuntamiento de Barcelona acordó imprimir un cartel sanitario obra de la Academia de Higiene de Cataluña también en relación con la lucha contra las moscas.

Muy significativo fue el afán propagandístico del Servei de Sanitat que montó la Mancomunitat de Catalunya en los últimos cinco años de su andadura (1920-1924), a partir de un incipiente servicio de estudios sobre paludismo, formado en el seno de la Secció de Ciències del Institut d’Estudis Catalans y dirigido por Gustavo Pittaluga (1876-1956), así como el de otros organismos de la misma institución. Además de una serie de publicaciones, fundamentalmente centradas en el paludismo, se editaron varios carteles: uno aconsejando medidas higiénicas ante la epidemia de gripe, otro indicando medidas antipalúdicas, y otro anunciando el comienzo de la obra antituberculosa del Servei, obra de Ramon Casas (1866-1932).

Hay que señalar que en el marco de la lucha antipalúdica llevada a cabo en el conjunto de España también se utilizaron carteles. Carecemos de datos precisos sobre su producción, si bien sabemos que se repartió generosamente por todo el país. En el marco de esta lucha también se comenzó a utilizar otro medio de comunicación de masas que, junto con la radio, pasaría a tener gran importancia en el marco de la propaganda sanitaria: el cine. Se utilizaron dos cintas, una proveniente de la Fundación Rockefeller (Malaria, 1925), y otra producida por los propios alumnos del Instituto Antipalúdico de Navalmoral de la Mata, que no ha llegado hasta nosotros. Por tanto, los servicios sanitarios españoles fueron incorporando nuevos medios de transmitir los mensajes que querían hacer llegar a la población, siguiendo el mismo camino que transitaban otros países europeos y Norteamérica.

La aparición en 1930, en el marco de la Escuela Nacional de Sanidad, de una asignatura con el expresivo título «Museo, iconografía, propaganda y extensión de la cultura sanitaria» fue un hecho significativo de la importancia que en la propaganda sanitaria fueron teniendo otros medios diferentes a las tradicionales charlas divulgativas.

La propaganda sanitaria en la lucha antivenérea

Pero, en realidad, la más temprana institucionalización, como tal, de la acción propagandística sanitaria se produjo con anterioridad a la aparición de la citada asignatura, en el ámbito de la lucha antivenérea. A partir de la inauguración del dispensario Azúa en 1924, donde se realizaban conferencias venereológicas a cargo de los médicos del servicio y personalidades extranjeras y, sobre todo, desde la apertura en 1928 del dispensario Martínez Anido –ambos en Madrid, se iniciaron actividades de propaganda antivenérea de manera organizada. En este dispensario, y bajo la dirección de Julio Bravo Sanfeliu (1894-1986), dermatólogo formado en varios países europeos y en Norteamérica, se centralizaron, en una oficina, todos los asuntos referentes a la propaganda de la lucha antivenérea. Para 1929, la oficina había editado y repartido 18.000 carteles, algunos de ellos diseñados por el propio Julio Bravo, y había realizado una exposición con carteles de otros países. Se produjo, así mismo, la película La terrible lección (1928), un documental de ficción. Esta oficina, claro antecedente del servicio que se pondría en marcha durante el período republicano, fue la primera que conocemos dedicada específicamente a la propaganda sanitaria en nuestro país. No obstante, el Comité Ejecutivo Antivenéreo había repartido anteriormente carteles referentes a la lucha antivenérea, al menos desde 1927, fecha en la que convocó un concurso para seleccionar los más adecuados.

 

 
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Colección particular
Fotograma de la película La terrible lección (1928), un documental de ficción sobre las enfermedades venéreas producido por la oficina creada en el dispensario Martínez Anido de Madrid.
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© Colección particular
La oferta peligrosa, de Manchón. Cartel premiado por el Comité Ejecutivo Antivenéreo en 1927 que muestra una mujer que esconde tras su oferta carnal la propia muerte.

Valencia, protectora de la infancia

Por estos mismos años, y tras la puesta en marcha de la Escuela Nacional de Puericultura en 1923, se comenzaron a organizar escuelas provinciales como la de Valencia que comenzó a fraguarse en 1927 y entró en funcionamiento al año siguiente. Esta institución, como todas las dedicadas a la salud infantil, tenía entre sus objetivos, además de su primordial labor docente, la educación de la población en la materia que le competía. Para llevar a cabo esta tarea desarrolló un activo programa propagandístico que incluyó la edición de carteles y cartillas sanitarias, la edición de discos gramofónicos, la emisión de conferencias a través de la radio y la producción de la película Valencia, protectora de la infancia (1928). El film no tenía en realidad un fin educativo, sino mostrar la acción social a favor del niño en el marco de la dictadura de Primo de Rivera. Dirigido por Maximiliano Thous (1875-1947), uno de los primeros directores de cine en el sentido estricto de la palabra que hubo en España, fue inspirado por un proyecto del pediatra Alejandro García Brustenga (1891-1965). Se produjo con ocasión de la Quincena Internacional de Protección a la Infancia y Acción Social celebrada en París en julio de 1928, en la que fue exhibido. Mostraba el trabajo que las instituciones públicas valencianas realizaban en relación a la infancia en el ámbito sanitario, educativo e, incluso, judicial a través de una serie de escenas: «El niño que nace», «La alimentación del niño», «El niño enfermo», «El niño asilado», «El niño en la escuela», «El niño anormal» y «El niño en los jardines». A pesar de carecer de fines pedagógicos fue utilizado en actividades de divulgación de la puericultura. La película formó parte del material utilizado por la llamada Cátedra Ambulante de Puericultura en una serie de actos de divulgación que se llevaron a cabo por teatros de toda la provincia de Valencia (35 entre 1929 y 1934). El acto solía dividirse en dos partes. En la primera, médicos y maestros daban conferencias sobre educación y puericultura. En la segunda parte se proyectaba la película. El intermedio solía utilizarse para repartir material divulgativo impreso. También se aprovechaba este tipo de concentraciones para llevar a cabo vacunaciones contra la difteria.

 

 

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Fuente: Extraído de R. Contreras Juesas, 2003. Carteles y Cartelistas Valencianos. Ayuntamiento de Valencia. Valencia.
Cartel de la Escuela Provincial de Puericultura de Valencia, institución que desarrolló una gran labor propagandística. Además de la labor docente, la Escuela de Puericultura tenía entre sus objetivos la educación de la población.

«La Escuela Provincial de Puericultura de Valencia desarrolló un activo programa propagandístico que incluyó la edición de carteles y cartillas sanitarias»

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© Filmoteca valenciana

Fotograma de la película Valencia, protectora de la infancia (1928), realizada con motivo de la Quincena Internacional de Protección a la Infancia y Acción Social celebrada en París aquel año. La película mostraba la situación de los niños en el contexto de la dictadura de Primo de Rivera.
   

La propaganda en el período republicano: la sección de Higiene Social y Propaganda

Fue a principios de la década de los años treinta, con el triunfo republicano, cuando la consolidación de los servicios sanitarios públicos trajo consigo un mayor énfasis en las campañas sanitarias. En este contexto el interés por la propaganda sanitaria más allá del ámbito venéreo cristalizó en la creación, el 13 de octubre de 1931, dentro de la Dirección General de Sanidad, de la Sección de Higiene Social y Propaganda, que aglutinó la acción propagandística que ya se estaba llevando a cabo en varias campañas sanitarias. El decreto señalaba que se precisaba de «[…] un órgano apropiado, de asesoramiento por una parte, y de ejecución directa por otra, en materias que tanto afectan a la salud pública, como las comprendidas en la llamada higiene social, alcoholismo, enfermedades venéreas, sexuales, cáncer, etc. y la conveniencia científica y administrativa de encargar a dicho Departamento la propaganda de la higiene personal y pública, hoy por descuidada, casi inexistente, elemento de la máxima importancia en el desarrollo de un programa técnico-médico […].» Julio Bravo Sanfeliu ganó la plaza de jefe médico de este servicio, merced a su experiencia en la propaganda de la lucha antivenérea. Merece la pena llamar la atención sobre la figura de Julio Bravo, al que hasta ahora sólo se ha prestado atención en su vertiente literaria. Ya hemos comentado su formación internacional, que le llevó, por ejemplo a formarse en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Maryland). Pero lo que más nos interesa resaltar aquí es que a lo largo de su vida se ocupó de la propaganda sanitaria, en períodos tan distintos como la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y el régimen franquista.

La sección que dirigió en los años previos a la contienda civil impulsó varias iniciativas. Una de sus primeras acciones fue convocar un concurso de carteles dirigidos a luchar contra la mortalidad infantil. El concurso fue ganado por Ricardo Summers Ysern (1908-1995), pintor e ilustrador muy popular por su participación en la sección «Gente menuda» de la revista Blanco y Negro.

El compromiso de la sanidad republicana para reducir las cifras de mortalidad infantil hizo que ésta fuese el área en la que se hizo más esfuerzo propagandístico mediante la edición de toda una serie de materiales: sellos, postales, carteles, folletos, hojas de instrucciones, etc., en los que se trataba, sobre todo, de fomentar la lactancia materna y controlar el uso del biberón. Pero también se publicaron carteles sobre otros temas, como la tuberculosis, la higiene mental, las enfermedades venéreas y la prevención de accidentes laborales.

La otra área donde actuó el organismo que nos ocupa fue la cinematografía. Julio Bravo, además de su inclinación literaria, era un apasionado del cine. En 1932 publicó un artículo sobre las bondades del cine sonoro como vehículo de propaganda sanitaria, en el que trataba de estimular la producción de este tipo de cintas. El Servicio de Propaganda Sanitaria impulsó la obligación de proyectar películas de propaganda sanitaria en las salas comerciales, ordenando que no se realizase en los descansos sino con las luces apagadas y como parte del programa proyectado. No hemos podido evaluar el alcance de esta medida sino indirectamente, a través del testimonio de José Luis Pando Baura, un activista en pro de la educación sanitaria, que consideraba que el público estaba cansado de ver siempre las mismas películas propagandísticas.

Justo antes de la Guerra Civil, en 1936, se produjo una cinta en la que a través de Julio Bravo, participó de algún modo el Servicio de Propaganda Sanitaria. Con el patronazgo del Laboratorio Bayer se rodó Vidas nuevas, un documental educativo sobre la salud infantil. El guión y la voz en off pertenecían, precisamente, a Julio Bravo, que contó con el asesoramiento del pediatra Miguel Echegaray, de la Escuela Provincial de Puericultura de Barcelona. La banda sonora, debida a J. R. Blanco Recio, incluía una parte de música original y otra de adaptaciones de canciones populares infantiles. La fotografía corrió a cargo de Andrés Pérez y Arturo Porchet, este último un operador suizo que se trasladó a España en 1932 y cuyos hijos participaron muy activamente en el cine anarquista rodado durante la contienda civil. La película aparece en un catálogo de 1964 con ocasión de la celebración de lo que el régimen franquista rotuló como «XXV años de paz», atribuyéndose su producción al Ministerio de la Gobernación y fechándola erróneamente en los años cuarenta. Vidas Nuevas está organizada en una parte introductoria, otra consagrada al embarazo y, la más amplia, relativa a los cuidados del niño recién nacido y en período de lactancia. Los mensajes educativos son emitidos en un tono que trata de ser neutro, con relativamente pocas concesiones al sentimentalismo y con una carga de pretendida racionalidad sobre todo en la segunda y tercera parte. El estreno de la película, unos días antes del estallido militar, recibió buenas críticas, pero su difusión debió ser muy limitada.

 

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Fuente: Extraído de Conselleria de Sanitat, 2000. Carteles de Salud Pública en la Comunidad Valenciana: La imagen de la Salud Pública. Generalitat Valenciana. Valencia.
Primer premio del concurso de carteles de lucha contra la mortalidad infantil que tuvo lugar en 1933 en Cataluña. El cartel, del ilustrador y pintor Ricardo Summers Ysern (Serny), tenía como tema central la lactancia materna, uno de los ejes sobre los que giraban las campañas contra la mortalidad infantil.


«Con el triunfo republicano, la consolidación de los servicios sanitarios públicos trajo consigo un mayor énfasis en las campañas sanitarias»

 

 

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Fuente: Extraído de Conselleria de Sanitat, 2000. Carteles de Salud Pública en la Comunidad Valenciana: La imagen de la Salud Pública. Generalitat Valenciana. Valencia.
Cartel ganador del segundo premio del concurso de 1933. Dentro de la temática de la lactancia, este cartel de Laureano Ruiz y Antonio Moyano subrayaba la necesidad de supervisar médicamente la crianza de los niños.


 

 

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© Filmoteca valenciana
Fotograma del documental educativo Vidas nuevas, centrado en el cuidado de bebés y niños en período de lactancia. Estrenada poco antes del inicio de la Guerra Civil, en 1936, aparece en un catálogo del régimen franquista en el que éste se apropia de su autoría.
   

Julio Bravo, que continuó al frente de la Sección de Propaganda de la Dirección General de Sanidad bajo el régimen franquista, siguió teniendo fe en el cine, y, además de la película El tren (1941) que publicitaba este medio de transporte, dirigió otra sobre la tuberculosis, filmada el mismo año y que no hemos podido recuperar.

Junto con estas iniciativas institucionales, a partir de mediados de los 20, la radio priva­da también comenzó a ser escena­rio de charlas divulgativas. Las parrillas de programación de Unión Radio, desde sus inicios en 1925, muestran, de vez en cuando, charlas científicas divulgativas cuyos esquemas eran publicados en la revista Ondas. Algunas de ellas estaban dedicadas a la salud y en especial a la salud infantil. La programación de Radio Madrid incluía secciones dedicadas a las mujeres y a los niños que entre otros contenidos incluían consejos sanitarios. De especial relevancia fue una serie de charlas dedicadas a la medicina que impartieron varias figuras médicas madrileñas a partir de octubre de 1925, entre las que no faltó una dedicada a las enfermedades de la infancia. Este medio sería utilizado crecientemente a medida que la radiodifusión se fue asentando en España. Como ejemplos podemos citar series de charlas, ya diseñadas por los servicios sanitarios oficiales, y dedicadas a la puericultura, como los dos cursos de conferencias radiadas en 1933 y 1935.

El caso de la producción propagandística del Sello Pro Infancia

El Sello Pro Infancia fue una institución creada por la Generalitat de Cataluña, pero con funcionamiento autónomo, que era regida por un comité directivo central y que se organizaba en comités comarcales y locales. Su razón de ser era recaudar fondos para crear y mantener una red de instituciones sanitarias y de asistencia social, un recurso entonces casi inexistente. El párrafo inicial del folleto que presentaba la institución en 1933 es bastante claro:

La asistencia social en nuestra tierra siempre ha sufrido un abandono por parte de los organismos centrales que ha imposibilitado la creación de establecimientos adecuados y con los elementos necesarios para atender las necesidades que Cataluña tiene en este orden, haciendo que por el mundo vayan sin ayuda ni protección enfermos de todas las clases, faltos de la asistencia y alimentación precisas y perdida toda esperanza en su curación.

Para remediar esta situación se proyectó la venta, durante la campaña navideña, de un sello de 5 céntimos, sin valor postal, siguiendo la experiencia de venta de sellos antituberculosos que inició Einar Holboll en Dinamarca en 1903. El sistema había sido adoptado por numerosos países occidentales y aún se utiliza en la actualidad en más de setenta países de los cinco continentes.

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© Colección Cartells del Pavelló de la República/Universitat de Barcelona
Sello Pro Infancia de 1936-1937 realizado por Ferran Teixidor. Con este sello, sin valor postal, se pretendía recaudar fondos para crear y mantener una red de instituciones sanitarias y de asistencia social.
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© Colección Cartells del Pavelló de la República/Universitat de Barcelona

Sello Pro Infancia de Henry de 1936 con consejos básicos para proteger la salud de los niños, como lavarse las manos antes de comer o no dormir con la ventana abierta.
  «La Sección de Higiene Social y Propaganda aglutinó desde 1931 la acción propagandística que ya se estaba llevando a cabo en varias campañas sanitarias»

Lo que aquí nos interesa poner de manifiesto es que para conseguir vender el mencionado sello, en Cataluña se diseñó una orquestada campaña de propaganda en la que se preveía la participación de la prensa, las escuelas, los estancos, las emisoras de radio, los cines y teatros, así como todo tipo de entidades cívicas y puestos de trabajo. Se trataba de sensibilizar a la población para que adquiriera el sello haciendo un esfuerzo intensivo justo antes de Navidad o, en el caso de la campaña que se llevó a cabo en 1936-1937, justo antes de la primavera de 1937. Se produjo un corto de aproximadamente 7 minutos en blanco y negro para promover la venta del sello y, por supuesto, concursos de carteles que darían lugar a la edición del sello mismo y de los carteles que anunciaban la venta. La distribución que se hacía, en cuanto a alcance y cantidad, estaba cuidadosamente programada en función del número de habitantes de cada localidad.

El corto se rodó en 1935. No tenemos datos sobre su producción, y la realización fue bastante rudimentaria. Enfrentaba la vitalidad social y económica catalana con el decaimiento que sobrevendría si continuaban muriendo 18.000 niños al año por causas evitables. Un niño cada media hora, tal como mostraba repetidamente una guadaña superpuesta sobre un reloj (el de la Puerta del Ángel). Ante este peligro la solución era contribuir, por muy pequeña que fuera la aportación, mediante la adquisición del sello. Los éxitos obtenidos (guarderías y preventorio) cerraban el corto.

En cuanto a los carteles, para cada campaña se celebraba un concurso, y los premiados en primer lugar (se distribuían varios premios, accésits y menciones honoríficas) se editaron como cartel o como sello, y en ocasiones como las dos cosas. También se imprimieron dos carteles de educación higiénica, uno dedicado a las madres y otro a la higiene infantil, obra de Henry, que se repartió profusamente por las escuelas. En la primera campaña, la de 1933, resultó premiado un cartel de Enric Suñé. Camps fue el ganador en la de 1934. Josep Morell en la de 1935. Y se utilizaron carteles de Badia Vilató, de Granell y de Teixidor en la de 1936-1937, siendo la obra de este último la que se utilizó también como sello. De todos estos autores, evidentemente el más conocido y de mayor calidad artística es Josep Morell, si bien también Badia Vilató y Ferran Teixidor tuvieron una producción cartelística interesante en los años treinta del siglo pasado.

Vemos pues que en España, y desde distintas instancias, los medios de comunicación de masas, aun de modo muy incipiente y fragmentario, fueron poniéndose al servicio de los servicios sanitarios oficiales, que, en un nuevo esquema de actuación, consideraban necesario persuadir a la población para poder llevar a cabo las campañas sanitarias como pieza clave de su tarea.

BibliografÍa
Castejón, R. et al., 2006. «Los medios de comunicación al servicio de la lu­cha antivenérea y la protección de la salud materno-infantil (1900-1950)».  Historia, Ciencias, Saúde – Manguinhos, 13(2): 411-437.
Elena, E., 2002. Ciencia, cine e historia. De Méliès a 2001. Alianza. Madrid.
Miravitlles, J. et al., 1978. Carteles de la República y de la Guerra Civil. Centre d’Estudis d’Història Contemporània. La Gaya Ciencia. Barcelona.
Perdiguero, E., 2006. «Caring for the Children: Infant Mortality and Mass Media in Spain, 1928-1939». In Andresen, A.; Gronlie, T. i T. Ryymi (eds.). Science, Culture, and Politics. European Perspectives on Medicine, Sickness and Health. Stein Rokkan Centre for Social Studies. University of Bergen. Bergen.
Perdiguero, E. i R. Castejón, 2006. «El ‘Segell Pro-Infancia’ i la propaganda sanitària». In Batlló, J.; Ferran, J. i M. Piqueras (eds.). Actes de la VIII Trobada d’Història de la Ciència i de la Tècnica. Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica. Institut d’Estudis Catalans. Barcelona.

El trabajo de investigación del que parte este artículo ha sido realizado con Rosa Ballester, Rafael Ballester y Ramón Castejón en el marco del proyecto «La propaganda sanitaria institucional y la difusión de la tecnología médica en España; 1900-1936. Prácticas e ideologías en la construcción de la cultura de la salud». Financiado por la Dirección General de Investigación.  Ministerio de Ciencia y Tecnología (BHA2001-2979-C05-02).

Enrique Perdiguero. Profesor titular de Historia de la Ciencia, Universitat Miguel Hernández d’Elx.
© Mètode, Anuario 2009.

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© Colección particular
Fotograma del corto promocional del Sello Pro Infancia. La Generalitat de Catalunya diseñó una campaña de propaganda en la prensa, radio, cines y teatros, así como en escuelas, entidades cívicas y puestos de trabajo.
© Mètode 2011 - 59. Comprobado científicamente - Número 59. Otoño 2008
Departamento de Salud Pública. Historia de la Ciencia y Ginecología. Universidad Miguel Hernández de Elche.