¿Por qué consumimos alcohol a pesar de sus efectos nocivos?

¿Tiene más peso el contexto social que el propio bienestar?

El alcohol es una sustancia que, al ingerirse en dosis bajas, produce una desinhibición y un efecto tranquilizante. Además, no tiene una diana molecular específica, y pone en marcha mecanismos neuroquímicos agradables. Su efecto gusta a nuestro cerebro. Ahora, si se aumenta la dosis, sucede todo lo contrario, y tiene efectos depresivos.

El alcohol es como cualquier otro tipo de droga, pero más extendida y aceptada. Respecto al peso que tiene la conducta social en su consumo, es necesario contextualizar. Por ejemplo, en el caso de los adolescentes, el alcohol, además de producir los ya nombrados efectos desinhibidores, aproxima al prójimo y aumenta las relaciones personales. Puede estar mal visto no beber en una fiesta o botellón, y se llega muchas veces incluso a la marginación de quien no lo hace. Por otra parte, en la dieta mediterránea el consumo del alcohol es bastante habitual, como es el caso de la cerveza o el vino, sobre todo con comida o aperitivos. Está socialmente aceptado y, además, sin repercusión.

También está el hecho de que el problema con el alcohol no es inmediato, sino que se produce después de una exposición continuada. Así, si a esto se le añade que gusta al cerebro, seguimos consumiéndolo, aunque sea tóxico.

Responde José Miñarro López, catedrático de Psicobiología y director de la Unidad de Investigación de Psicobiología de las Drogodependencias de la Universidad de Valencia.

Pregunta enviada por María Isabel Hernández Cortés.

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