¿Por qué los escorpiones «se suicidan» cuando se ven acorralados por fuego?
Pregunta enviada por Víctor Marqués (València). ALBERT MASÓ responde:
Negamos la mayor. Más que contestar a la pregunta, lo que haremos es explicar la falsedad de la premisa que lleva implícita la pregunta. Es decir, que debe quedar claro que los escorpiones no se suicidan, ni cuando se ven acorralados por el fuego ni en ninguna otra circunstancia estresante, como podría ser la falta de oxígeno.
Todo procede de la antigua «leyenda urbana» (o rural) que dice que cuando un escorpión se ve en peligro, como por ejemplo si se le acorrala con fuego, con tal de evitar el sufrimiento se suicida picándose con su propio aguijón. Esto se basa en observaciones reales pero mal interpretadas.
Hay que saber que los escorpiones son animales poiquilotermos, es decir, de temperatura variable. Significa que no pueden regular su temperatura, de manera que dependen del entorno. Es por esto que si se encuentra rodeado de fuego, su cuerpo se calienta y se deshidrata rápidamente, lo que le provoca espasmos frenéticos y contracciones en la «cola». Viendo uno de estos movimientos puede parecer que se pique. En realidad, lo que ocurre es que la elevación de la temperatura provoca la desnaturalización e incluso la coagulación de las proteínas del interior, proceso que se convierte en irreversible por encima de los 60 o 65º C, produciendo convulsiones, que el cuerpo se arquee, y finalmente la muerte. También puede ser que, según cómo sea el fuego, se produzca una columna de aire caliente ascendente que le dificulte la respiración y le asfixie.
Dicho esto, debemos tener en cuenta que el aguijón no puede atravesar el duro caparazón (esqueleto externo) que protege al escorpión. Por si fuera poco, en el caso de una improbable picadura accidental entre los segmentos, cabe aclarar que el escorpión es inmune a su propio veneno.
Finalmente, para que un animal «decida» suicidarse, ha de tener una inteligencia y una capacidad de raciocinio que pocas especies poseen. En cambio, hablando en general, uno de los comportamientos más arraigados en el mundo animal es el instinto de supervivencia. De hecho, la propia calificación de «suicidio» es bastante antropocéntrica, de difícil aplicación en animales, y menos en invertebrados.
Albert Masó. Biólogo, escritor, profesor y fotógrafo de la naturaleza (Barcelona).