El camino artístico de Anna Sanchis (Valencia, 1967) ha atravesado intensos paisajes interiores antes de remansarse en la actual propuesta plástica. La artista, en constante evolución, fue iluminando serenamente las ciudades soñadas de sus comienzos, hasta alcanzar las irregulares geometrías espectrales donde lo urbano y lo rural se funden bajo el impulso crítico que lleva a desvelar la indecorosa degradación del medio natural, al tiempo que reivindica espacios ideales para recuperarlos como refugios compartidos. Su concepto plástico materializa las más variadas geometrías que, a partir de una exigente elaboración manual, se desbordan sobre su banco de pruebas en ingeniosas propuestas lúdicas. Anna Sanchis siempre se ha mostrado seducida por las formas arquitectónicas que a lo largo de su obra han servido de referencia a su pintura de figuras, representadas tanto en el recogimiento íntimo de los espacios domésticos como en exteriores nocturnos de fuerte componente onírico. Pero, con el nuevo siglo, Anna Sanchis escogió el camino de la extrañación plástica, prescindió de las figuras, se lanzó a la aventura de cambiar sus materiales de trabajo sustituyendo el óleo por la escayola, prestó relieve a la superficie plana del cuadro y alteró su concepción espacial adoptando perspectivas aéreas –cenitales o diagonales– que mostraban formas geométricas distanciadas y desprovistas de color. Del anterior bagaje solo sobrevivía lo que parecía marco contextual, el elemento arquitectónico transformado en sustancia semántica del cuadro. Los primeros resultados fueron deslumbrantes para los privilegiados que frecuentaban su estudio. La nueva dirección plástica de Anna Sanchis no solo reforzaba su intimismo lírico de siempre, ahora inspirando su nostalgia personal del espacio agrario evocado en su equilibrio natural perdido, sino que abría otra línea ácida que ponía en evidencia la invasión agresiva de la expansión urbana rompiendo la armonía del paisaje y la habitabilidad rústica. Las murallas arquitectónicas de su serie sobre Cullera adquieren dimensión ejemplar de denuncia, inconformismo y rebeldía no sin destellos irónicos, como dijo de ella Martí Domínguez. Su obra actual viene a ser una síntesis madura de diversas tendencias del arte contemporáneo: conceptualismo, investigación plástica, instalación, ruptura de fronteras entre las disciplinas artísticas básicas –dibujo, pintura y volumen–, efectos lumínicos de raíz cinética que introducen ritmo temporal en el espacio del cuadro y dinamizan cromáticamente las sombras proyectadas en insólitas escenografías. Entre todas ellas, quizás la propuesta más brillante sea la invitación al juego interactivo que la autora propone al público mediante un ingenioso sistema de piezas imantadas sobre superficies metálicas que facilitan la redistribución constante de espacios permitiendo la práctica de una ilusión activa que recupera esos dominios utópicos que sólo al Arte auténtico le están permitidos. Un Arte construido desde la razón y desde el sentimiento en una época en la que se ha pretendido edificar ciegamente el bienestar sobre la recalificación del suelo, donde la metamorfosis biológica natural ha sido sustituida por el ciego proceso productivo y las leyes insaciables del lucro. El trabajo artístico de Anna Sanchis tiene autenticidad, capacidad inventiva y facilidad para imprimir un sentido simbólico universal a las percepciones concretas de su entorno. Al margen de tendencias, grupos y circuitos convencionales, pero dotada de una excepcional perseverancia y de una fecunda imaginación, su obra me parece, por su originalidad y rigurosa ejecución, una de las aportaciones más sorprendentes en el actual panorama de la plástica contemporánea. Cecilio Alonso.Profesor de Literatura Española. Centro F. Tomás y Valiente (Alzira, Valencia). Universidad Nacional a Distancia. |
«El trabajo artístico de Anna Sanchis tiene autenticidad, capacidad inventiva y facilidad para imprimir un sentido simbólico universal a las percepciones de su entorno» |
Número 68 (2010/11): Después de la crisis |
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Anna Sanchis. Burbuja inmobiliaria, 2010. Escayola exaduro, acrílicos e imanes (piezas móviles) sobre plancha de acero, 50×50 cm. |
Anna Sanchis. Cullerinto, 2010. Fusión photoshópica de las obras Cullera (2007) y Laberinto (2007). Pintura fluorescente y acrílicos sobre tabla. Luz fluorescente blanca y negra, 140×260 cm. |
Anna Sanchis. La huerta se aplana, 2002. Arcilla y acrílicos sobre tabla, 38×46 cm. |
Anna Sanchis. Continuidad, 2002. Escayola exaduro, acrílicos e imanes (piezas móviles) sobre plancha de acero, dimensiones variables. |
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Número 48 (2005/06): Fotogramas de ciencia |
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Número 44 (2005): ¿Científicos o visionarios? |
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Número 43 (2004): Envejecimiento |
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