Acabar con la desigualdad en las universidades

Trabajar las masculinidades igualitarias y la captación del talento femenino en las STEM, retos de las políticas de igualdad universitarias

Igualtat a les universitats

La Universitat de València ha mostrado su preocupación por la pérdida del talento científico de las mujeres en el tiempo y por la persistente brecha de género en los estudios STEM (por las siglas en inglés de ScienceTechnologyEngineeringMathematics), altamente masculinizados.

Las mujeres representan casi el 55,6 % del estudiantado en la universidad española, según una de las fuentes más recientes, el informe Datos y cifras del sistema universitario español (publicación 2020-2021). Se titulan un 59,4% de mujeres en Grado y un 56,4% en Máster y todos los indicadores evidencian mejor rendimiento, calificaciones y menor abandono que los hombres. Sin embargo, esta situación presenta sustanciales diferencias según el área de conocimiento, donde pasamos de una feminización acentuada en los estudios vinculados a la Salud a una masculinización en el área de Ingeniería y en la de Arquitectura.

A pesar de esta presencia mayoritariamente femenina, el rasgo más destacado en cuanto a la asimetría de género en el mundo universitario es, sin duda, la segregación que se da tanto a nivel horizontal –con esta diferente concentración de mujeres y hombres en áreas de conocimiento– como vertical, con la ausencia de mujeres en las categorías profesionales superiores. Así, los porcentajes de mujeres bajan hasta el 50 % en el momento de la lectura de tesis y siguen disminuyendo a medida que se avanza en la carrera académica donde la fuga del talento científico o la pérdida de vocaciones femeninas se ilustra con la leaky pipeline (tubería que gotea). Pero también con el old boy club, en referencia a ciertos procedimientos en los que entran en juego redes de amistades, recomendaciones y dinámicas realizadas desde el privilegio masculino.

Las políticas de igualdad universitarias se han orientado a diagnosticar las desigualdades en las instituciones de educación superior y han promovido, mediante planes de igualdad, actuaciones públicas para hacer efectivo el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Y en este sentido, hay que superar creencias arraigadas que plantean el paso del tiempo como solución a la pérdida del talento científico femenino o la poca presencia de estas en las áreas STEM, en beneficio de priorizar la acción positiva.

Las universidades contemplan en sus planes de igualdad, entre otras, acciones encaminadas a equilibrar la presencia de mujeres en las áreas masculinizadas y celebran con talleres, visitas y jornadas, el 11 de febrero, Día Internacional de la Niña y la Mujer a la Ciencia, declarado por las Naciones Unidas con la intención de eliminar los estereotipos de género en el ámbito de la ciencia y la tecnología y fomentar vocaciones científicas en niñas y adolescentes.

Por otro lado, y en paralelo a la visibilización de las mujeres en la ciencia y en la apuesta para seguir sumando y conseguir mayor número de mujeres en estas disciplinas, aparecen testigos que bajo el hashtag #MeTooSTEM evidencian incidentes de violencia sexual y machista en los institutos y centros de investigación universitarios, y en los espacios donde se desarrolla la investigación.

Por esta razón, otro de los grandes retos de las políticas de igualdad universitarias es la actuación frente a las violencias machistas que pasa para crear un clima de tolerancia cero frente a este tipo de violencia así como para dar una protección adecuada a las víctimas. Varios estudios, además de evidenciar la existencia de violencia machista en la universidad, apuntan, como una de las causas por las que algunas mujeres pueden abandonar sus carreras profesionales o científicas, al hecho de haber sido víctima de acoso o violencia sexual.

Ángela Bernardo Álvarez, autora del libro Acoso. #MeToo en la ciencia española (Nextdoor Publishers, 2021) relata los silencios y temores que envuelven a las mujeres víctimas de violencias sexuales y machistas en ámbitos de la ciencia y la investigación y en espacios masculinizados. La autora, que visitará la Universitat de València el próximo mes de marzo, destaca la impunidad de quien ejerce el acoso, el menosprecio y el daño hacia las mujeres víctimas que hace que muchas abandonen una carrera científica. De la misma manera, otros estudios como Situación de las jóvenes investigadoras en España evidencian la cultura permisiva y del silencio con el acoso sexual y por razón de sexo.

Desde las políticas de igualdad universitarias seguimos diseñando acciones para avanzar en una mayor representación femenina en las STEM, en la ciencia, la investigación, la tecnología, las áreas masculinizadas… mentorizando, creando referentes, proponiendo acciones positivas. Pero no basta solo con actuar sobre la motivación de las mujeres. La infrarrepresentación también es debida a todos los obstáculos que las mujeres encuentran durante su carrera científica: techo de cristal, cañería que gotea… y como hemos visto, también la violencia machista.

Y esta lucha frente a la violencia machista en las universidades nos obliga a sumar los hombres, desde el trabajo de las masculinidades igualitarias y la generación de nuevos referentes. Esta actuación pasa para implicar a todos los agentes, especialmente al entorno en que se producen estas vulneraciones (bystander intervention). Se ha comprobado que la mayor o menor permisividad del ámbito en el que se producen las conductas de acoso contra las mujeres marca la diferencia en la evolución de estos casos e, incluso, puede ser un elemento inhibidor de eventuales acosos. Por lo tanto, reconocer esta violencia y conseguir el compromiso de la comunidad investigadora, es un paso inexcusable para poder superarla.

Como conclusión, constatamos que acabar con la desigualdad, e incluso con la violencia, es un trabajo que interpela a las mujeres pero especialmente a los hombres, y requiere de una comunidad científica consciente y cohesionada ante las desigualdades que todavía la atraviesan.

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