De la barda a la mesa

Etnobotánica del endrino

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111Manolo Vicedo
Las bardas muestran en verano y en otoño escaparates frutales, tan nutritivos como cromáticamente variados.

El endrino, de padre de la barda a madre del bosque 1

El género Prunus engloba unas 430 especies de arbustos y árboles, en general de hoja caduca y con flores que van del blanco y el rosa al violeta. Muchas tienen importancia frutícola, como el ciruelo –la más cultivada y variada–, el albaricoquero y el melocotonero; ornamental, como el laurel-cerezo; y con ambas funciones, como el almendro y el cerezo. Hay una silvestre que, además de ser una de las antecesoras del ciruelo, ha tenido una relación con los humanos tan estrecha como para dejar huella etnobotánica. Nos referimos al endrino (Prunus spinosa L.), un arbusto eurasiático que puede alcanzar aspecto arbóreo con entre 3 y 5 metros de altura y que participa de paisajes singulares, las bardas, fardos vegetales donde arbustos y lianas forman conjuntos intrincados, apretados, con una cobertura excepcionalmente elevada. Las bardas son dignas de disfrute y de estudio desde el punto de vista ecológico, fitosociológico, paisajístico y etnobotánico. Han conformado espacios de transición hacia otros más abiertos, haciendo de vallas inexpugnables frente a los herbívoros más atrevidos gracias a plantas espinescentes como rosales silvestres, englantinas o escaramujos (Rosa sp.), zarzas o zarzamoras (Rubus/0} sp.), espinos o majuelos (Crataegus sp.) y el endrino (Prunus spinosa).

Las bardas han sido «adoptadas» y «adaptadas» para otorgarles funciones similares a las que hacían los bosques: marcadores de unidades ambientales -barreras para el ganado, propiedades, etc.- y barricadas defensivas frente a las apetencias de herbívoros domesticados y de carnívoros y humanos «sin domesticar».

Las bardas de endrinos encuentran el óptimo ecológico en las orillas medio sombrías de hayedos y robledales; y también en las afueras de ciudades y antiguas fortalezas, donde a menudo han dejado un rastro toponímico no siempre fácil de identificar. Así, en Irlanda y Escocia el fitónimo original gaélico, airn, ha originado varios «puntos de endrinos», como los barrios de Arnaghan (<airneachan), en la ciudad irlandesa de Cavan; o el de Balerno (<baile airneach), en Edimburgo, capital de Escocia.

Las bardas de endrino también se han extendido con vigoroso impulso por los paisajes mediterráneos, siguiendo la ruta de los valles y de los bordes de cursos de agua, de los bosques talados y los márgenes de cultivos. Así nos lo recuerdan topónimos como el Bancal de l’Aranyoner (Bancal del Endrino, Sierra de Aitana, en la Marina Baixa), el Llogaret de l’Aranyoner (Lugar del Endrino, Sierra de Merola, en el Berguedà), el Castell de l’Aranyó (Castillo del Endrino, Les Garrigues), o el cuello y el monte de l’Aranyó, en el macizo de la Albera (entre las llanuras del Empordà y el Rosellón).

La adaptabilidad edáfica y climática del endrino, el sistema radicular extenso y profundo, y la facilidad para emitir rebrotes le han permitido consolidar terrenos inestables: taludes, canteras móviles, bordes de arroyos, claros de bosques … Estos pueden ser fijados por los endrinos y facilitar la transición a ecosistemas más maduros, a lo que alude el nombre francés de mère du bois («madre del bosque») (Rivera, 1997).

El endrino contribuye de manera tan destacada en la formación de las bardas que en italiano su nombre, pruno2pruno selvatico, prugnolo–, sirve como genérico de cualquier arbusto espinoso productor de frutos comestibles, y figura en dichos como «ogni pruno fa siepe» («todo endrino hace barda») (Cattabiani, 1996).

La estructura densa, espinescente e impenetrable del seto se convierte en un ambiente óptimo para el refugio, cría y despensa de numerosas especies de mamíferos y de aves.

Aves insectívoras y ocasionalmente granívoras encuentran el lugar ideal para anidar y obtener alimento, a menudo sobre los endrinos, como el gorrión común (Prunella modularis), el ruiseñor (Luscinia megarhinchos), la curruca (Sylvia atricapilla) y el carbonero (Parus sp.); al mismo tiempo, aves frugívoras como los petirrojos (Erithacus rubecula), mirlos (Turdus merula) y tordos (Turdus sp.) son atraídas por los arándanos, adecuadamente llamados en euskera txori-okaran («ciruela de pájaros»).

En els mamífers, els pinyols d’aranyó solen passar pel tub digestiu i acompanyen les femtes de conills (Oryctolagus cuniculus), raboses (Vulpes vulpes) i genetes o gats mesquers (Genetta genetta), que els serviran d’adob quan germinen.

En definitiva, las bardas son ecosistemas ricos, variados y con elevada resiliencia, corredores biológicos para numerosas especies, cobijo y despensa, reserva de agua y barricada frente a los estragos del viento y la erosión. Y como a éstas se acogen numerosos animales insectívoros y carnívoros, evitan las plagas de insectos y de roedores mejorando la salud y equilibrio del ecosistema.

Las bardas resultan especialmente atractivas tanto por las espléndidas floraciones primaverales como por los ostentosos escaparates frutales de verano y de otoño, tan nutritivos como cromáticamente variados. Pero, también hay una barda oscura que ha alcanzado un lugar preeminente en la literatura europea: la fantasmagórica «selva de los suicidas y los malgastadores» que el toscano Dante Alighieri cantó en la Divina Commedia (xiii: 32, 106). Al visitar el infierno, Dante y su guía Virgilio llegan a una formación vegetal intrincada y espinescente, una barda recreada por la ilimitada fantasía dantesca al sustituir el guirigay canoro de los pájaros frugívoros por los gritos aterradores de las arpías que se nutren de las almas de los suicidas; unos malditos a los que Dios ha metamorfoseado en endrinos ariscos y les ha integrado en una vegetación sombría y tenebrosa, de espinas lacerantes y ramas que no sólo pueden herir y hacer gritar de dolor, sino que ellas mismas derraman sangre y palabras si son rotas :

Entonces extendí un poco la mano,
y corté una ramita de un gran endrino,
y su tronco gritó: «¿Por qué me hieres?»3

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«Las bardas de endrinos encuentran el óptimo ecológico en las orillas medio sombrías de hayedos y robledales; y también en las afueras de ciudades y antiguas fortalezas, donde a menudo han dejado un rastro toponímico no siempre fácil de identificar»

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Las bardas de endrino también se han extendido con vigoroso impulso por los paisajes mediterráneos, al seguir la ruta de los valles y bordes de cursos de agua, de los bosques talados y los márgenes de cultivos.
«La estructura densa, espinescente e impenetrable del seto se convierte en un ambiente óptimo para el refugio, cría y despensa de numerosas especies de mamíferos y de aves»

EL ENDRINO COMO «ESPINO NEGRO». OFICIOS E INSTRUMENToS

El endrino también puede vivir solo, protegido por espinas largas, dispuestas ortogonalmente, y tan lacerantes como recoge el dicho pirenaico «qué és dolor?: una punxada d’aranyó» (¿qué es dolor?: un pinchazo de endrina). Las espinas se transforman en ramas de donde salen hojas, flores, frutos, y nuevas espinas, hasta formar un conjunto denso, intrincado, impenetrable.

La negrura de la corteza es recogida en fitónimos indicadores de «espina negra», como el inglés Blackthorn, el alemán Schwarzdorn, los franceses Épine noire o Buisson noir (arbusto negro), el italiano spino nero, el catalán espí negre, el euskera arantzbeltz, el valón noere sipene

Durante la Edad Media el pigmento melánico responsable de este negror se extraía con agua hirviendo y, mezclado con vino, servía como tinta en los scriptoria de los monasterios, donde quedan manuscritos medievales caligrafiados con esta tinta; pero, como era fotolábil se sustituyó por otros más resistentes a la luz.

La madera del endrino es muy dura, apropiada para hacer mangos de azada y de hacha, pequeños objetos torneados y bastones. Y las ramas, sujetas entre estructuras de madera apropiadas, formaban las arrastraderas, plataformas punzantes con que se desmenuzaban el estiércol en el Pirineo catalán y se repartían por el terreno antes de labrarlo  (Muntané, 2010; Garnatje, 2012).

También se han hecho armas, como la irlandesa sail éille [shalayluh]; o en inglés shillelagh [shilayle], una porra (sail) que ha llegado a simbolizar el comportamiento estereotipado del irlandés violento. La porra lleva un engrosamiento en la parte superior, bañado en grasa y hollín calientes para sellar las grietas y darle un preciado color negro brillante; y en el extremo opuesto lleva una correa (Eilleen) para asegurar su posesión.

El bastón de endrino aparece en la película de John Ford The quiet man (El hombre tranquilo, 1952), donde también cantan una canción popular con la vuelta «I lathered him with me shillelagh» (Yo lo enjabonaba con mi garrote). Y en Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002), el jefe del clan irlandés, Monk’ McGinn, lleva un sail éille en el que va haciendo muescas por cada enemigo que muerto.

Hoy en día tienen más bien una función representativa de autoridad, o simbólica, vicaria de la makila vasca o del penn-baz bretón, hecho con madera de níspero Mespilus germanica.

Las hojas abastecen a muchas cadenas tróficas, al alimentar a las orugas de numerosas mariposas, polillas y escarabajos; larvas que han sido las preferidas como cebo para cargar los anzuelos: los «gusanos de endrino» figuran en el primer tratado de pesca escrito por una mujer, Treatyse of fysshynge wyth an Angle (Tratado de la pesca con anzuelo), de la monja Julyans Bernes (s. xv).

EL ENDRINO EN FLOR

Las flores tienen un pecíolo corto y una corola formada por cinco pétalos libres insertados con los estambres en la garganta de un cáliz en el fondo del cual crece el pistilo. Como en otros Prunus, la polinización es entomógama: mariposas, abejas, moscas y avispas liban las flores en busca del néctar segregado al fondo del cáliz; e inmersas en el quehacer trasladan el polen de unas flores a otras que al ser fecundadas originarán el fruto, la endrina o arándano. La floración es tan espectacular que hace de anunciador fenológico. Y poemas, refranes, dichos y comparaciones se hacen eco, como en el Pirineo de Lleida: «Quan floreix l’aranyó, sembra el cigró» («Cuando florece la endrina, siembra el garbanzo»).

La precocidad floral del endrino fue bellamente evocada en el poema Vorfrühling – «inicio de primavera» – por el alemán Paul von Heyse (Nobel de Literatura 1910): «Hay en el camino una raya blanca / y me pregunto dudoso : / ¿se trata de la última helada / o de los primeros endrinos en flor?»4

Para los agricultores alemanes la blancura del endrino florecido constituía un indicador agrofenológico de primer orden, tanto para comprobar la germinación del cereal como para planificar la siega: «si el endrino está blanco como la nieve, es hora de ir ver la cebada»5; y «cuanto antes florezca el endrino, más temprano tendremos que segar»6; de hecho, hacían el siguiente cálculo para decidir la siega: debía empezar tantos días antes de Santiago (Jacobi-Tag, 25 de julio) como los que había habido entre el florecimiento del endrino y el día de San Jorge ( Georgi-Tag, 23 de abril).7

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«La madera del endrino es muy dura, apropiada para hacer mangos de azada y de hacha, pequeños objetos torneados y bastones»

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La floración del endrino es muy espectacular. Las flores tienen un pecíolo corto y una corola formada por cinco pétalos libres insertados con los estambres en la garganta de un cáliz en el fondo del cual crece el pistilo.
112bManolo Vicedo

FRUCTIFICACIÓn. LOS NOMBRES DE LOS ARÁNDANOS

A principios del otoño maduran los arándanos. El fitónimo proviene de los nombres de la ciruela en euskera, aran, y en celta, agranio, y que también han originado aranhon y agranhon (Occitania), arañón (Aragón) y marañón (Rioja, Baja Navarra).

La producción de los arándanos o endrinas varía mucho de año en año, y existe la creencia popular de que los inviernos particularmente duros la incrementan, al tiempo que disminuyen la de grano y de heno: «año de endrinas, pocas hacinas», «endrino abundoso, invierno riguroso» o «año de endrinas, nieve hasta las cortinas». En catalán existen los equivalentes «any d’aronyer, any de poc graner» y «any d’aronyons, pocs garberons».

Los arándanos son pequeños y con el pedúnculo relativamente corto. Y tanto la piel como la pulpa, el hueso y la semilla tienen interés etnobotánico: medicinal, gastronómico, toxicológico, lingüístico, etc.

El color negro de la piel y el nombre castellano endrina

La etnobotánica se basa en la cultura oral y material transmitida por quienes se han relacionado con el mundo vegetal. Pero también puede nutrirse de fuentes literarias si es capaz de establecer vínculos entre los textos literarios y las características y usos de una planta, empleando como bisagra del análisis etimológico.

La piel de la endrina madura es inicialmente de color azul o violáceo, pero más tarde se oscurece hasta hacerse negra, lo que recogen el francés nerprun (<latín nigrum prunum) y el nombre que le dan en Kazajstán Qara Orik, «ciruela negra».

La palabra castellano endrina indica lo mismo, al derivar del vocablo latino para»negro» ater-atra-atrum> atrina> andrina> endrina.

Este rasgo ha servido de metáfora literaria, como afirma Covarrubias en el Tesoro de la lengua castellana y española (1611): «y por ser negras hazen comparacion dellas, diziendo, es negra como una endrina». Una metáfora que también figura en inglés Sloe-eyed («ojos de endrina»); y en el poema de Jacint Verdaguer Canigó (1886), en el que la reina de las hadas, Flordeneu, tenía «los ojos de endrina».

En el límite, el nombre ha mutado en adjetivo para designar el negro más profundo, azulado: «preciosas jacas negras … de copiosas crines endrinas» (Antonio Marichalar, en Riesgo y ventura del duque de Osuna, 1999).

E incluso existe la variante onomástica: en uno de los quince episodios del Libro de buen amor (1330-1343), del Arcipreste de Hita, uno de los personajes es Doña Endrina, una viuda vestida de «negro paño».

114Manolo Vicedo
La piel de la endrina madura es inicialmente de color azul o violáceo, pero más tarde se oscurece hasta hacerse negra.

La piel, y los nombres de pruna, ciruela i sloe

La piel de las endrinas está cubierta por una fina película, como de rocío matinal, que les otorga un reflejo blanco-verdoso cuando son «verdes» y uno blanco-azulado  en la madurez otoñal; como se desprende fácilmente al tocarla, en el pasado sirvió como símil del honor femenino; así, el autor teatral Quiñones de Benavente (s.xvii) dice en el Entremés del Pipote: «La doncella es como endrina, que apenas la han tocado cuando el dedo le dejan señalado Las características de éste permiten explicar algunos de los nombres de los arándanos y de las ciruelas. Así, de la naturaleza cérea derivarían el gallego -y castellano antiguo- cirola y el castellano ciruela, a partir del latín cera> cereus («de cera»)> diminutivo cereolus> cereola.

En grec el nom del fruit era ρπούμνον (prúmnon), mentre que el plural, la fruita, era ρπούμνα (prúmna); tots dos passaren al llatí sota les formes prunum / pruna.

De otro modo, en el antiguo griego estaba el sustantivo πρωίμος (proymos) para designar la «lluvia mañanera»; el equivalente latino era pruina,ae («escarcha») antecedente del homónimo pruína, eflorescencia cérea que recubre la cutícula de ciertos órganos vegetales.

Ahora bien, si de cera deriva ciruela, ¿podría ser que de pruina derivara pruna, (ciruela en catalán) dado que es la fruta donde más se nota este tipo de «escarcha» que cubre el fruto? Los diccionarios etimológicos no lo aclaran.

En cualquier caso, pruna es una palabra que ha triunfado en catalán, pues son muchos los fitónimos relacionados y aplicables no sólo a las ciruelas comestibles -incluso en castellano antiguo se decía pruna – sino también a la endrina o aranyó en catalán, donde también existe el híbrido lexical prunyó que surge al juntar pruna + aranyó. En italiano están pruno, prugno, prugnolo; prunelle en francés; Prunèla en occitano; prignolu en siciliano; bruño en gallego; abrunho en portugués …

No es éste, sin embargo, el único caso de presunta relación entre el aspecto de la piel y los fitónimos: los nombres de los arándanos en inglés Sloe, alemán Schlehe, neerlandés slee, noruego Slåpe, serbocroata šljiva8… y los de ciruela en polaco śliwka, lituano slywa, ruso слива [Sliva] … comparten la raíz protoindoeuropea, sle («ciruela»); hay quien relaciona esta raíz con las palabras lívido (blanco-negruzco, gris) y pálido, lo que nos haría preguntarnos si estamos ante otra metáfora en la que la cubierta cérea y traslúcida como el rocío, al hacerla palidecer, poner lívido, o blanquear el fondo negro de la piel, acabó identificando el fruto en determinadas lenguas. A pesar de las dudas sobre la validez de esta hipótesis, alguien mucho más importante que nosotros lo combinó espléndidamente en unas estrofas: en el libro XIII de Las metamorfosis, el poeta romano Ovidio enumera la fruta que la ninfa Galatea podrá coger con las manos y dice, en una especie de combinación precursora de estas ideas:

Y ciruelas, no sólo las cárdenas de negro jugo,
sino también las nobles, que imitan nuevas a las ceras.9

Como mínimo, curioso, ¿no?

La pulpa tánica, y el pigmento que la enrojece

La pulpa de la endrina, escasa y adherida al hueso, es de color verde; pero, al entrar en contacto con el aire se enrojece a causa de unos ingredientes que al oxidarse forman antocianinas. La más notable es la punicianina, un pigmento tenuemente rojo10 e hidrosoluble, por lo que el jugo de endrina se utilizaba para pintar acuarelas.

La pulpa tiene un sabor agrio, que merma cuando la maduración transforma los ácidos en azúcares; sin embargo predomina el acerbo de los taninos, tan embotado que las endrinas se hacen poco agradables a la cata y no son comestibles excepto si sufren una helada mientras están sobre la planta: entonces una parte de los taninos se degradan y los arándanos se hacen relativamente sabrosos. Los arándanos son sialagogos, es decir, estimulan la producción de saliva; esta respuesta fisiológica a la presencia de un astringente en la boca se utilizaba en las comarcas leridanas para la gente que hilaba el cáñamo, para humidificar las fibras mientras esperaban incorporarlas al hilo.

La riqueza en taninos explica el carácter astringente de sus jarabes, muy útiles contra las diarreas; ahora bien, al prepararlos es importante no romper los huesos, y ahora veremos por qué.

El hueso, la semilla, y el nombre «escanyagats»

El hueso de endrina es oval, comprimido y arrugado. Como ocupa la mayor parte del fruto, éste recibe el nombre de quinyol (<pinyol) («hueso» en castellano) en la Vall d’Albaida (Conca, 1996).

Hay, sin embargo, otro fitónimo relacionado con el hueso sobre el que conviene detenerse. En noviembre de 2006, en la sección «Històries naturals» (Historias naturales) de la revista El Temps, Martí Domínguez se preguntaba la razón del fitónimo catalán escanyagats, aplicado a Prunus spinosa por el hecho de que los gatos que comen arándanos sufren un episodio de ahogamiento, de oclusión faríngea o estrangulamiento (escanyament) (ex-cannare, por el cañón de la garganta) que termina con la muerte.

El problema planteaba un reto a la etnobotánica: el de ir más allá de la recopilación, cartografía y sistematización de datos, para tratar de interpretarlas.

Nosotros creemos que la ingesta de la semilla es la causa, ya que contiene amigdalina, un glucósido que por hidrólisis enzimática produce benzaldehído, glucosa y cianuro de hidrógeno (HCN). Aunque este es tóxico a partir de determinadas dosis, pensamos que no es el causante de la muerte, sino el benzaldehído, que al degradarse en el intestino se transforma en ácido benzoico / benzoato, al que los gatos tienen una hipersensibilidad muy acusada, hasta el punto que dosis relativamente pequeñas les causan una especie de shock anafiláctico que puede conducir a la muerte.

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José Luis Iniesta
En la sección «Històries naturals» (Historias naturales) de la revista El Temps, Martí Domínguez se preguntaba la razón del fitónimo catalán escanyagats, aplicado a Prunus spinosa por el hecho de que los gatos que comen arándanos sufren un episodio de ahogamiento, de oclusión faríngea o estrangulamiento (escanyament) (ex-cannare, por el cañón de la garganta) que termina con la muerte.

118Daniel Climent
Fórmulas para hacer licor de endrinas hay muchas. En la imagen, ingredientes para elaborar uno de estos licores: endrinas, anís seco, anís dulce, cáscaras de limón y una ramita de canela. En función de las zonas, se pueden añadir también granos de café. Esta mezcla se debe dejar cuarenta días en maceración antes de probar el licor.

ENDRINAS PARA CURAR, COMER Y BEber

En medicina popular se han utilizado las tisanas con flores de endrina como laxantes suaves. Por el contrario, los arándanos secos, cocidos en arrope, y los jarabes y confituras de endrina pueden servir como medicinas para diarreas según la proporción de taninos que conservan.

Las endrinas también se pueden comer: en Eslovenia hacen de guarnición en uno de los platos tradicionales, la jota, un chucrut de coles fermentadas.

Y si se confitan en agua y sal pierden la aspereza; en la comarca aragonesa de Gúdar-Javalambre -cerca de la Comunidad Valenciana- comen de esta forma los rigüejos, arándanos y ciruelas silvestres (Prunus Insititut) deformados por el ataque de un hongo, Taphrina pruni, que prospera si ha llovido cuando el árbol estaba en flor; puesto que los frutos atacados no suelen desarrollar hueso, resultan ideales para comer confitados.

El máximo cultural de los arándanos son, sin embargo, las bebidas alcohólicas.

Desde Irlanda hasta los confines asiáticos podemos encontrar vinos, aguardientes y licores elaborados a partir de arándanos o que han sido incluidos como aromatizantes.

El alemán Schlehenwein es un vino de arándanos; y en Noruega los Sloe vin son vinos generosos más dulces y estables. El vino de arándanos sirvió para adulterar el vino de Oporto, hasta el punto que se decía que, gracias al añadido de aquél, durante el siglo xviii Inglaterra consumía más oporto del que se producía en Portugal.

Los vinos de endrina se pueden destilar para obtener aguardientes, como la trnkovica de Eslovaquia y el eau-de-vie luxemburgeoise, una de las señas de identidad de este país. Y en la Edad Media, los monjes irlandeses elaboraban un aguardiente parecido a ginebra, en el que los arándanos sustituían como aromatizante los enebros, más raros.

En cuanto a los licores, en casi todos los países europeos podemos encontrar arándanos macerados en alcohol, en vino o en aguardiente, con azúcar o sin ella, y con aditivos diversos: almendras, canela, café, cilantro, clavo, vainilla…

En Inglaterra se hace la Sloe-gin: por tradición se pinchan los arándanos con un tenedor de plata o con una espina de endrino y se maceran en ginebra, con el añadido de clavo de olor, canela y esencia de almendra; la cata incluye competiciones con cierta fama regional: en el condado de Hereford, frontera con Gales, todos los eneros se celebra un concurso de Sloe-gin donde el ganador es coronado como «Grand Master of the Sloes». Más al sur, en Devonshire, los arándanos que han aromatizado la ginebra son aprovechados para dar sabor a la sidra y obtener slider (sloe + cider).

En Francia, el Liqueur de Prunelle, endrinas en aguardiente, lleva también almendras, azúcar moreno y vainilla. En Italia, el bargnolino o Prunella en aguardiente y azúcar, y la grappa ai prugnoli (Sarmede, 2003).En Alemania existe afección a diferentes Schlehenlikör, por maceración de endrinas en ginebra, vodka o ron; el más conocido es el Schlehenfeuer («fuego de arándanos»), con los frutos empapados en ron. Y en Eslovenia, el gin iz trnulj.

También en nuestro defecto encontramos: en las comarcas de l’Alcoià y el Comtat -migjorn valenciano-, los familiares «aranyons en aguardent» (arándanos en aguardiente) o «licor d’aranyons» (licor de endrinas), y en la Vall d’Albaida, el «licor de quinyols»; en Cataluña la «ratafia d’aronyons» (ratafía de arándanos), que se maceran en aguardiente con el añadido de azúcar, granos de café y nuez moscada.

Pero el licor de endrinas más conocido en la Península Ibérica es el pacharán. De una graduación no demasiado elevada (<30º), es de color tenuemente rojo debido al pigmento punicianina, soluble en soluciones hidroalcohólicas como el anís. El nombre proviene del euskera baso, «silvestre, de montaña», y de aran, «ciruela» (basarán> patxaran), gracias a una especie de transformación «etilicolingüística». El éxito alcanzado ha sido tan grande que incluso en nuestro país, cuando se usa anís dulce o alcohol con azúcar, el nombre que a menudo se siente es el vasco de patxaran.

Y con una buena copita de este anisado de arándanos despediremos, de la mejor manera, este artículo.

1. Este capítulo ha sido escrito en colaboración con Rubén Mendoza, profesor de Ciencias de la Naturaleza del IES Badia de Baver (Alicante) y conferenciante sobre temas de divulgación científica. ( Volver al texto)
2. En italiano, el ciruelo Prunus domestica se llama susino -y la ciruela, susina. (Volver al texto)
3. «Allor porsi la mano un poco avante/ e colsi un ramicel da un gran pruno;/
e ‘l tronco suo gridò: «Perché mi schiante?»» (Volver al texto)
4. «Dort am Weg der weiße Streif/ Zweifelnd frag’ ich mein Gemüte:/ Ist’s ein später Winterreif/ oder erste Schlehenblüte?» (Volver al texto)
5. «Ist die Schlehe weiß wie Schnee, ist’s Zeit, dass man die Gerste sähe.» (Volver al texto)
6. «Je eher im April der Schlehdorn blüht,/ je früher der Bauer zur Ernte zieht.» (Volver al texto)
7. «Je zeitiger im April die Schlehe blüht,/ umso früher vor Jacobi die Ernte glüht.» (Volver al texto)
8. El arbusto lleva el sufijo «espina»: alemán, Schlehendorn; neerlandés, sleedoorn; noruego, slåpetorn; polaco s´liwka tarnina. (Volver al texto)
9. «Prunaque, non solum nigro liventia suco,/ verum etiam generosa novasque imitantia ceras.» (Volver al texto)
10. Aunque se podría pensar que el nombre debería ser prunicianina (<prunus), lo correcto es punicianina, indicador de «rojo», ya que los púnicos (cartagineses) eran los herederos de los fenicios, a los que los egipcios llamaban «hombres rojos »; la misma relación la encontramos en el nombre de la granada (Punica granatum), de flores y granos rojos. (Volver al texto)

Bibliografía y videografía
Alighieri, D., 2000. Divina Comèdia (versión de Joan F. Mira). Proa. Barcelona.
Cattabiani, A., 1996. Florario. Arnoldo Mondadori. Milán.
Conca, A., 1996. Plantes medicinals de la Vall d’Albaida. Caixa d’Estalvis d’Ontinyent. Ontinyent.
Garnatje, T. et al., 2012. Plantes alimentàries del Pirineu català. Farell. Sant Vicent de Castellet.
Gomis, C. 1983. Dites i tradicions populars referents a les plantes. Montblanc. Barcelona.
Grieve, M., 1980. Modern herbal. Penguin books. Londres.
Medi Ambient, 2011. Les fruites perdudes. Capítol 660. RTVV. Burjassot. Disponible en <http://www.youtube.com/watch?v=WkIAbIPfb-U>
Muntané, J. et al. , 2010. La casa, la feina, la vida quotidiana de la Catalunya septentrional (Capcir, Cerdanya i Conflent). Institut d’Estudis Ceretans. Puigcerdà.
Rivera, D. et al., 1997. Las variedades tradicionales de frutales de la Cuenca del Río Segura. Catálogo etnobotánico (1): frutos secos, oleaginosos, frutales de hueso, almendros y frutales de pepita. Universidad de Murcia. Múrcia.
Sarmede, P., 2003. Il quaderno delle nostre grappe. Kellermann. Vittorio Veneto.

Daniel Climent. Catedrático de Secundaria de Ciencias de la Naturaleza. IES Badia de Baver  (Alicante).

«En casi todos los países europeos podemos encontrar endrinas maceradas en alcohol, en vino o en aguardiente, con o sin azúcar, y con diversis aditivos. Pero el licor  de endrinas más conocido en laPenínsula Ibérica es el pacharán»

Puede encontrar este artículo y otros quince en Herbari. Viure amb les plantes, una monografía a cargo de Daniel Climent y Ferran Zurriaga publicada por Mètode con la colaboración del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia. El libro en catalán se puede adquirir en la Librería de la Universidad.

 
© Mètode 2015
Catedrático de secundaria de Ciencias de la Naturaleza. IES Badia del Baver (Alicante).