El amor fraternal y la evolución del conflicto sexual

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mosques1Amy Xinyang Hong i Cedric Tan

Las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) reducen el «acoso» al que someten a las hembras cuando compiten con sus hermanos, lo que hace que estas envejezcan más lentamente y dejen más descendencia. La noción romántica de la reproducción sexual como un fenómeno cooperativo se ha hecho añicos, en las última décadas, por multitud de ejemplos en la naturaleza en los que la competencia entre los machos por el acceso a una pareja acaba dañando a esta última. Algunos de los ejemplos más conocidos incluyen insectos con penes repletos de espinas que perforan el tracto reproductivo de la hembra para impedir que se aparee con otros machos en el futuro, o la presencia de sustancias tóxicas en el eyaculado de algunas especies de moscas que, como en la mosca del vinagre, manipulan el sistema nervioso de la hembra para favorecer a su propia descendencia (frente a la de otros machos) pero provoca una muerte prematura en las hembras. Más comúnmente, los machos de muchas otras especies cortejan a las hembras con tal intensidad en su afán por aparearse con ellas frente a otros rivales que les terminan provocando daños irreparables.

Desde el punto de vista de los machos, las hembras no son más que un recurso finito más del ambiente por el que tienen que competir frente a otros machos, y en este contexto la evolución favorecerá cualquier adaptación que permita a los machos ganar esta batalla (dejar más descendientes que sus rivales), independientemente de si esto produce daños en las hembras. La evolución del daño a las hembras constituye un caso paradigmático de lo que en evolución se conoce como «la tragedia de los comunes» ya que, como resultado de la lucha egoísta entre individuos (en este caso los machos), se puede llegar a reducir la productividad del grupo (una población o especie) hasta incluso llevarla a la extinción. Sin embargo, en la naturaleza el conflicto y la cooperación en las interacciones sociales no son más que los extremos de un continuo a lo largo del cual se sitúan todas las especies, y uno de los desafíos a los que se enfrenta la biología evolutiva es el de explicar qué presiones de selección (qué factores ecológicos) son los que empujan a una determinada especie o población en una u otra dirección a lo largo de este continuo. En otras palabras, desentrañar los procesos que explican la evolución del conflicto y la cooperación en la reproducción.

 

 

«Desde el punto de vista de los machos, las hembras no son más que un recurso finito más del ambiente por el que tienen que competir frente a otros machos»

mosques2Amy Xinyang Hong i Cedric Tan  

 

 

«En la naturaleza el conflicto y la cooperación en las interacciones sociales no son más que los extremos de un continuo a lo largo del cual se sitúan todas las especies»

En un artículo publicado esta semana en Nature por investigadores de la Universidad de Oxford, se demuestra que uno de los factores que favorece la transición del conflicto a la cooperación en la reproducción es la selección por parentesco. El primer firmante de este artículo, Pau Carazo, colaborador habitual de Mètode, se licenció en la Universitat de València, curso sus estudios de doctorado en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la propia Universitat, y actualmente es un investigador Marie Curie en Oxford, donde ha desarrollado el presente trabajo. La selección por parentesco se refiere a todos aquellos comportamientos que son favorecidos por la evolución porque incrementan no solo el éxito reproductivo de un individuo a través de su propia descendencia (sus genes son transmitidos directamente a la siguiente generación), sino indirectamente a través de la descendencia de familiares con quienes comparte material genético (sus genes son transmitidos indirectamente).

Según los resultados de este trabajo, cuando los machos de la mosca del vinagre compiten frente a hermanos por el acceso a una hembra, estos reducen la competencia entre sí y la intensidad con la que cortejan a las hembras, lo que da lugar a hembras que envejecen más lentamente y producen más descendientes que en el caso de machos que compiten frente a individuos no emparentados. La razón es que, en el primer contexto, cualquier daño colateral que los machos produzcan a las hembras va a terminar por perjudicar a sus propios hermanos, y por tanto, indirectamente, a la transferencia de su propios genes a la siguiente generación. Lo que demuestra este trabajo es que los machos han evolucionado para comportarse de forma flexible según la composición del grupo en el que viven, mostrándose menos agresivos y por tanto favoreciendo la productividad del grupo cuando compiten contra individuos emparentados. En el pasado, la selección por parentesco ha servido para explicar la evolución de comportamientos sociales aparentemente altruistas en los animales. Este último estudio demuestra que también puede ser muy importante para entender la evolución del conflicto y la cooperación en la reproducción. 

© Mètode 2014.

 

 

 

«Este trabajo demuestra es que los machos han evolucionado para comportarse de forma flexible según la composición del grupo en el que viven»

© Mètode 2014