El futuro es hoy: internet de las cosas

La interconexión de los objetos a la red es una tendencia creciente

Tres pitidos agudos y robóticos provienen de la cocina. Probablemente lo primero que habría pensado ahora es que se ha dejado la puerta del congelador abierta, o la de la nevera. Efectivamente el frigorífico le está advirtiendo de que algo pasa, pero se ha equivocado. Simplemente tiene los yogures caducados y se le han acabado los envases de leche. En media hora le traerán lo que necesita del hipermercado. No se preocupe, ya están avisados. Usted no tiene que hacer nada.

Parece un escenario futurista, pero está más cerca de lo que parece, es el internet de las cosas (IoT, Internet of Things). Se trata de un concepto que se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con Internet y que tendrá numerosas aplicaciones que cambiarán por completo la vida de las personas.

«En seis años se multiplicará por diez el número de dispositivos conectados a Internet y llegarán a 50.000 millones en el año 2020»

Evidentemente, el internet de las cosas también podrá aplicarse en otras áreas de su casa además del frigorífico. Por ejemplo, en su inodoro. Él le recomendará una dieta más equilibrada después de analizar su orina. O quizás su cepillo de dientes le concertará una cita con su dentista porque le ha detectado una caries. Su tenedor se sumará a estas particulares sugerencias y le indicará que reduzca la velocidad con la que come. También la pulsera que luce en su muñeca empezará a advertirle ahora de sus constantes vitales.

Cuando el internet de las cosas se implante de lleno las lámparas inteligentes se encenderán solas cuando detecten falta de iluminación o será posible activar los electrodomésticos antes de llegar a casa. También las zapatillas deportivas le llevarán la cuenta de los kilómetros que ha recorrido. De hecho, algunos de estos supuestos ya suceden a día de hoy. Pero, ¿cómo funciona exactamente el internet de las cosas?

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El internet de las cosas se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con Internet, y tendrá numerosas aplicaciones que cambiarán por completo la vida de las personas. / Miguel Ángel Acera

Tecnología

«Hoy cualquier variable se puede monitorizar». Es la clave que revela Emilio Soria, miembro del grupo de investigación Intelligent Data Analysis Laboratory (IDAL) de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universitat de València para entender por qué el Internet de las cosas es posible. Se trata de un diálogo máquina-máquina –es decir, existen dos dispositivos conectados a Internet-, en el que uno manda datos al otro, y este toma sus decisiones y se las devuelve al primero. «Por ejemplo, tú haces un pedido a una empresa y en ese momento no hay nadie que se encargue de él. Todo va al servidor web, que da órdenes a la fábrica. Dicha empresa ya sabe que tiene que hacer un pedido más. A su vez, el pedido ya tiene una referencia y con ella va al sitio correspondiente para distribuirse. En todo ese proceso no hay ningún humano, por eso es diálogo máquina-máquina», explica Soria. Para ello, bastaría con integrar un milimétrico chip en cualquier objeto para procesar y transmitir información a partir de él constantemente. Esa tendencia es la que continuará desarrollándose en los próximos años, según aseguraron expertos del mundo de las tecnologías en el mes de mayo durante los actos Teleko Gaua 2014 de Bilbao. En seis años se multiplicará por diez el número de dispositivos conectados a Internet y llegarán a 50.000 millones en el año 2020. Estos dispositivos conectados a Internet contarán con una especie de sistema operativo integrado y una forma de comunicación (inalámbrica normalmente) que utilizará protocolos de comunicación con los que se podrán controlar.

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Pràctiques d’Enginyeria Informàtica a la UPV amb Arduino. / Irene Calvo

Los artefactos se conectarán a la red o a otros dispositivos que sirvan de puerta de enlace. Un software recibirá los datos de los objetos con sensores y chips, habitualmente en la nube, y se procesarán. Los primeros pasos para desarrollar el Internet de las cosas los ofrecen dispositivos para crear prototipos, utilizados en las aulas de Ingeniería Informática.

Arduino

Se trata de una placa electrónica programable. Esto es una placa que cuenta con un chip al que se le puede instalar un programa. En él se pueden introducir distintas funciones. A partir de una interfaz de entrada conectada a periféricos se lleva la información a la placa. Por su parte, la interfaz de salida lleva la información procesada a los periféricos que realizan el uso final de esos datos.

Un ejemplo práctico lo revela Manuel García, estudiante de Ingeniería Informática en la Universitat Politècnica de València, con su último proyecto con Arduino. El suyo es un sistema de monitorización de las barreras de parking, movidas por Arduino, que mandan información a un servidor central con su estado.

Raspeberry Pi

Es una computadora de tamaño reducido y muy económico, capaz de realizar procesos complejos. Con ella es posible crear prácticamente cualquier tipo de prototipo para desarrollar progresivamente el internet de las cosas.

Tejido empresarial

El internet de las cosas se aplica de lleno en el tejido empresarial valenciano como una herramienta eficaz para incrementar la productividad. La empresa valenciana Aranco, especializada en servicios de embalaje industrial con máquinas envolvedoras de palés, integrará próximamente el internet de las cosas para hacer más eficiente su producción. Contará para ello con un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia que focalizarán el proyecto en el mantenimiento predictivo de las máquinas. Emilio Soria, miembro también del equipo de investigación, revela algunas de las claves.

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Emilio Soria, al seu despatx. / Diario Médico

Entrevista a Emilio Soria

¿Qué necesidades satisface el desarrollo de internet de las cosas a una empresa como Aranco?

Aranco es una empresa que se dedica al embalaje de palés. Ellos trabajan con compañías a las que alquilan o rentan las máquinas. Tienen su sede en Valencia pero trabajan en toda España. Si se rompe un par de máquinas, es clave para ellos no tener ningún retorno. Ahí entra en juego nuestro trabajo.

¿Puede explicar en qué consiste?

Con el histórico de la máquina de datos de consumo eléctrico predecimos si la máquina se romperá en los próximos días. Si podemos predecir que en las próximas horas una máquina va a tener problemas, se puede mandar a un técnico para que la revise antes de que se estropee. En resumen, se optimiza el funcionamiento del sistema productivo porque si predecimos los fallos se evitan paradas innecesarias y tener que detener la producción. Por otra parte, otra gran ventaja es que no precisa de supervisión de técnicos o personas, lo que permite perfectamente que se deslocalice la actividad.

¿Significa que a partir de los datos del pasado se puede predecir el futuro?

Es la analítica predictiva. Por ejemplo, podemos mirar las alarmas que han saltado anteriormente y, en función de esas variables y otras, predecimos qué pasará.

¿Qué avances de la tecnología han permitido proyectos como este?

Hace años no se podía porque no existía la capacidad de al almacenamiento de datos ni tampoco la capacidad de procesarlos para hacer un modelo medianamente complicado. Si comparas la evolución de los ordenadores con la industria de los coches, todos ahora deberíamos llevar un Ferrari.

¿Qué importancia cobra Internet de las cosas en el mercado laboral?

Internet de las cosas permite conseguir mucha información, que es el negocio del futuro. Los datos son el negocio del futuro. En realidad del futuro no, ya lo es. Una de las compras que hizo Google hace un año apunta en esta dirección. Google adquirió el termostato Nest, un dispositivo revelador de temperatura para los hogares. El negocio está en conocer los datos de temperatura de las casas para ofrecer productos. Si Google es capaz de monitorizar la temperatura que una persona pone a lo largo del año sabe si esta es una persona friolera o no. En función de eso, le hará llegar una serie de productos. Si es una persona friolera le ofrecerá viajes al Caribe. La clave no está en la información, la clave está en lo que se puede inferir por la información para hacer ofertas de negocio. El internet de las cosas está muy relacionado con todo ello y por eso poco a poco está entrando en nuestras vidas.

Internet de las cosas para las ciudades

Internet de las cosas hará posible el desarrollo de las smart cities a través de millones de sensores que producen datos de manera constante. El objetivo es optimizar toda clase de procesos. Emilio Soria subraya que la interconexión de los objetos pueden transformar la vida de las ciudades y generar ingresos y calidad de vida. Algunas de las aplicaciones que permite desarrollar el internet de las cosas para hacer de las ciudades unas verdaderas smart cities atañen al aparcamiento, la iluminación o también a la movilidad inteligente.

En mayo de 2014 la ciudad de Valencia ya se posicionó como la primera ciudad española que centralizaría toda la información a través de la plataforma Valencia Smart City con el objetivo de construir una ciudad inteligente. Cuando se desarrolle por completo, el alumbrado, el tráfico, la Policía Local, la contaminación o el servicio de grúa estarán permanentemente monitorizados y conectados. En ese escenario, un sistema de parquímetros inteligente informaría al ciudadano de dónde dispone de un aparcamiento libre para estacionar el coche. Del mismo modo, el conductor recibiría un mensaje automático en el que se le informaría del tiempo restante del que dispone para que siga estacionado el turismo. A través del mensaje se le ofrecerá la opción de ampliar el tiempo a través del pago con tarjeta de crédito. Por su parte, se optimizaría el alumbrado público mediante sensores y tecnologías del internet de las cosas.

«El internet de las cosas se aplica de lleno en el tejido empresarial valenciano como una herramienta eficaz para incrementar la productividad»

Al respecto, el experto Emilio Soria explica que la ciudad de Valencia «está bien encaminada» en el proyecto de ciudad inteligente. «Ahora está en la etapa 1.0» añade. Esto es que de momento se están implantando sensores por toda la urbe. «Para llegar a ser una smart city tiene que dar un paso más y modificar la conducta de los ciudadanos. La clave está en predecir las cosas. A partir de datos anteriores y de los sensores se puede predecir si habrá un atasco próximamente, de manera que se podrán activar carteles en las carreteras ofreciendo rutas alternativas. Eso sí modificaría la conducta», asegura Soria.

Otras ciudades valencianas trabajan también en esa línea para convertirse en ciudades inteligentes. Pau Bretó, desde el gabinete de comunicación del Ayuntamiento de Paterna, explica que su ciudad ha pasado a formar parte de los sesenta municipios inteligentes españoles, después de que la Junta Directiva de la Red Española de Ciudades Inteligentes haya aprobado su incorporación en el colectivo. La adhesión de Paterna a la Red Española de Ciudades Inteligentes permitirá que la localidad ponga en práctica nuevas experiencias para la gestión sostenible de la urbe, que ya están implantadas en otros municipios. Además, posibilitará exportar aquellas actuaciones desarrolladas por Paterna.

«Algunas de las aplicaciones que permite desarrollar el internet de las cosas para hacer de las ciudades unas verdaderas ‘smart cities’ afectan al aparcamiento, la iluminación o la movilidad inteligente»

Desde el consistorio concretan que algunas de las acciones que ya están en marcha en el proyecto de ciudad inteligente son la implementación de la facturación electrónica, la difusión de la firma digital, la monitorización de la red de tráfico local o encuestas ciudadanas electrónicas como medio de implantar una participación ciudadana efectiva. Del mismo modo, explican que aún hay proyectos pendientes de desarrollar, entre los que se contempla la incorporación de aplicaciones móviles, como el proyecto Parkible para mejorar el aparcamiento. Todo ello con el fin de posicionarse como una ciudad sostenible.

En las smart cities

Algunas de las aplicaciones que estarán presentes cuando las ciudades inteligentes funcionen completamente son las siguientes:

  • Medidores inteligentes en cada vivienda que servirán para regular el consumo de energía durante toda la jornada.
  • Paneles fotovoltaicos en los techos de las casas para que los ciudadanos generen su energía y nutran una red eléctrica en la ciudad.
  • Tecnología de diálogo máquina-máquina para asistir a los conductores de los vehículos con información de rutas eficientes con el objetivo de descongestionar el tráfico.
  • Contenedores de agua de lluvia reciclable en los techos de las propiedades para garantizar y abastecer el uso doméstico de agua.
  • Carteles personalizados en los que se mostrará información relevante para los viandantes.
  • Medidores de los niveles de carga de los contenedores de basura para optimizar la recolección.
  • Dispositivos para medir los niveles de polución (CO2, ozono, calidad del agua) en tiempo real, con el fin de mejorar las políticas públicas.
  • Dispositivos que informen de la ocupación de los estacionamientos públicos y de lugares para alquilar autos o bicicletas.
  • MMedidas en tiempo real de alertas sobre peligros naturales, tales como inundaciones o fuertes vientos.

¿Pero tiene riesgos para la sociedad? «En el momento en el que estás en Internet, ni el anonimato, ni la privacidad, ni la seguridad están garantizados». Así alerta el profesor de Ingeniería Electrónica de los riesgos que indudablemente conlleva implantar por completo internet de las cosas.

«Para implantar los sistemas inteligentes que llevan a la sostenibilidad ecológica y económica de la ciudad se requiere que estos sean intrusivos»

¿Un mundo más controlado?

«No me importa que tengan acceso a datos que revelen ámbitos privados si me van a hacer la vida más cómoda. Siempre y cuando se traten de manera anónima, por supuesto». Es la opinión del experto Soria, pero muchos otros lo ven de otra manera. Al margen de los peligros que entraña la red relativos a la intrusión de los hackers, uno de los riesgos que supone desarrollar el internet de las cosas es la posibilidad de controlar a los individuos de la población, reduciendo así considerablemente la intimidad de las personas.

El ejemplo de las <i>smart cities</i> es el que mejor representa este riesgo, ya que para implantar los sistemas inteligentes que lleven a la sostenibilidad ecológica y económica de la ciudad se requerirá que estos sean intrusivos. Esto quiere decir que las ciudades contarán progresivamente con sensores que efectivamente harán una gestión del tráfico eficiente a través de los datos recopilados como horas punta o rutas más utilizadas. Pero el coste no es cero. Todo ello implica que las acciones de los ciudadanos estarán más controladas.

¿Aumento del desempleo?

Algunas voces temen un retorno al ludismo ya que consideran que la tecnología incrementa la productividad, lo que puede producir el riesgo de que el empleo se estanque. Además, denuncian que cada vez más trabajos requerirán menos mano de obra, por lo que muchos de los oficios actuales resultarán innecesarios. El avance de la tecnología impone el reto de reincorporar en el mercado laboral a los trabajadores que sean sustituidos por máquinas.

Sin lugar a dudas, el concepto <em>internet de las cosas</em> se erige como una gran oportunidad para el ecosistema empresarial y brinda nuevas comodidades a los ciudadanos en su rutina diaria. En esa línea apuntó un reciente estudio de Sogeti que cuantificó un aumento de nuevos negocios y servicios en los próximos seis años. Pero al tiempo que el avance tecnológico supone una ventaja, conlleva un incremento de la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad y cuestiona la garantía de la privacidad de los ciudadanos.

Breve cronología

Internet nace en el año 1969, momento en el que se creó la primera red de conexión informática, ARPANET, que estableció comunicación entre las universidades de Stanford y Ucla. Es ya en el 1990 cuando se desarrolla el primer objeto que se conecta a Internet. Se trataba de una tostadora inteligente que podía controlar funciones como el encendido, apagado o el tiempo de tostado remotamente a través de un ordenador.

El propio concepto de <em>internet de las cosas</em> lo introdujo el ingeniero Bill Joy en el año 1999 tras reparar en el potencial de aplicaciones derivadas de la comunicación entre dos objetos conectados a Internet. Se concibió así un nuevo periodo en el que se podrían automatizar y controlar acciones rutinarias de manera más cómoda. No obstante, tuvieron que pasar 10 años para que se acuñara por vez primera el nombre internet de las cosas (<em>Internet of Things</em>) de la mano del británico Kevin Ashton en el artículo publicado en el <em>RFID Journal</em> el 12 de julio de 2009. En él, Ashton introducía el concepto de conectar todas las cosas con el fin de poder contarlas, controlarlas, saber su posición o su estado en cualquier momento. En el 2006 alrededor de 2000 millones de dispositivos electrónicos como ordenadores, portátiles, teléfonos móviles… estaban conectados a Internet.

Revolución tecnológica

Entre 2008 y 2009 nace el internet de la cosas, según el estudio publicado en abril del 2011 por la empresa tecnológica Cisco. La investigación revelaba que durante ese período de tiempo había más dispositivos electrónicos conectados a Internet que habitantes en la Tierra.

En el año 2011 se presentó el protocolo de Internet IPv6 con el que se podía identificar un total de 2.128 direcciones. En concreto, con dicha tecnología IPv6 sería posible identificar sin ningún problema cada uno de los átomos que componen el planeta. Con el progresivo desarrollo de la tecnología de internet de las cosas, se reconocerán y codificarán sobradamente a cada minuto todos los objetos que existen y que se fabricarán posteriormente.

© Mètode 2015

Estudiante de periodismo de la Universitat de València.