Antonio Camacho: «El principal reto ambiental es la educación»

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a_camacho_portadaPepa Granados

Se podría decir que Antonio Camacho es un aventurero; pocas personas se van a la Antártida a investigar en condiciones extremas como ha hecho este profesor de la Universitat de València. Él, especialista en ecología microbiana y biogeoquímica de los ecosistemas acuáticos continentales, ha intensificado su investigación durante los últimos años en aspectos relacionados con el cambio climático y los procesos biogeoquímicos. Además, compagina el ser investigador de la Universitat de València con la presidencia de la Asociación Ibérica de Limnología, entidad que agrupa a los principales estudiosos de las aguas continentales en España y Portugal. Ahora, el profesor Camacho amplía su aventura estudiando las zonas húmedas ibéricas, para conocer su potencial como sumidero de carbono con el objetivo de mitigar la acción del cambio climático.

¿Qué entendemos por cambio climático?
El cambio climático son las variaciones que se producen en los climas, que se han dado a lo largo de la historia. Lo que pasa es que hoy en día se utiliza la expresión para definir el cambio acelerado que se está produciendo en las variaciones climáticas, que se da a una velocidad sin precedentes. En realidad es algo más amplio que esto: es un cambio global.

De hecho, los cambios naturales ahora se producen en décadas

En efecto. El clima ha cambiado en la historia de la Tierra en infinidad de ocasiones de forma paulatina. Sin embargo, los climas jamás habían cambiado tan rápido como en la actualidad. Y si esto se asocia a variaciones ambientales de carácter antrópico, se observa que la característica fundamental es el incremento de carbono en la atmósfera como consecuencia de que estamos quemando demasiado rápido la reserva fósil de carbono que se ha ido acumulando a lo largo de la historia. Esto provoca un incremento de gases de efecto invernadero –principalmente de CO2– que da lugar a un cambio climático rápido e inaudito.

Pero, ¿aún hay quien lo cuestiona?
EEn el mundo científico prácticamente nadie. Pero hay quien lo matiza de una forma u otra. Sin embargo, las evidencias son abrumadoras.

¿Está justificado el alarmismo que hay?

¡Claro que está justificado! Algunos cambios que se están produciendo y los que se pronostican que puedan producirse tienen inercias de miles de años, por ejemplo las variaciones del nivel del mar.

Está investigando en la Antártida, pero también en la península Ibérica. ¿Hay semejanzas en ambas regiones en el impacto del cambio climático?
El cambio climático tiene unas consecuencias directas e indirectas. Las directas van ligadas al incremento de temperatura, variaciones en los regímenes de precipitación… La temperatura se está incrementando notablemente y en zonas polares el incremento está siendo máximo. De ahí el deshielo del Ártico: en verano llegaremos a una situación en la que prácticamente no habrá hielo marino. Respecto a la precipitación, los cambios pueden darse hacia incrementos o disminuciones y en la cuenca Mediterránea sobre todo en la frecuencia de las precipitaciones masivas o de las sequías. Todo estos cambios los tiene bien estudiado el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático); hay evidencias científicas y posibles aplicaciones de modelos en todos los escenarios.

Estudia las interacciones entre los microorganismos acuáticos y su papel en el ciclo del carbono, entre otras cosas. ¿Por qué es esto relevante?
Los microorganismos juegan un papel fundamental en el ciclo del carbono. Los microorganismos autótrofos captan de la atmósfera carbono inorgánico. La cuestión es ver dónde va el carbono captado: si se deposita en compartimentos cuya liberación de carbono es más difícil –por ejemplo los sedimentos–, estaríamos ante un proceso que ayuda a eliminar carbono de la atmósfera; por el contrario, si los microorganismos reciclan la materia orgánica –pueden liberar CO2, metano u otros compuestos como óxido de nitrógeno– contribuyen a aumentar los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Al final, gran parte de la regulación de los ciclos biogeoquímicos está llevada a cabo por microorganismos, por eso decimos que su papel es fundamental en la biogeoquímica global del ciclo del carbono.

¿Cómo afecta el calentamiento global a los microorganismos acuáticos?
De muchas maneras. Los procesos metabólicos se activan con la temperatura. Tenemos unos microorganismos que captan carbono mediante la fotosíntesis, y otros que liberan carbono mediante la respiración de esa materia orgánica. La respiración, que es un proceso de eliminación de carbono, se activa más rápidamente con la temperatura que la fotosíntesis. Vamos constatando que el incremento de la temperatura crea una descompensación hacia aquellos procesos que liberan carbono: se elimina más carbono del que se capta. Esto si sólo consideramos la temperatura; pero en la naturaleza no hay un solo factor, hay múltiples factores que interaccionan. Por eso nosotros estudiamos también paralelamente factores como la salinidad, la cantidad de nutrientes…

¿Si estos microorganismos son capaces de captar el carbono, cuál es el siguiente paso para mitigar el cambio climático?
Cualquier sistema natural necesita un cierto nivel de gestión, y más en medios muy antropizados. Los trabajos que estamos haciendo en la península Ibérica son sobre humedales, pero vamos a incluir agrosistemas empezando por los que están más cercanos a los humedales, como los arrozales. Hay muchas formas de gestión que pueden cambiar los balances de emisión o captación de carbono. Vamos a analizar cómo la variación de ciertos factores influyen sobre los balances de carbono de esos sistemas naturales o agrosistemas. Por ejemplo, hay una laguna que debería secarse en verano pero que no lo hace porque hay sobrantes de riego… ¿qué pasa en ese caso con el balance de carbono? Como esas cuestiones nunca se han planteado para la mayoría de sistemas ecológicos, de ahí que tengamos un gran desconocimiento y no podamos incluir eso dentro de las prioridades de gestión. Si queremos contribuir a que esos sistemas palíen el cambio climático, seguramente hay formas de actuar que ayudan más que otras.

Las previsiones de los modelos de la cuenca mediterránea apuntan hacia una disminución de la precipitación media, y por tanto, a una escasez de agua. ¿Se puede hacer algo para remediar esto?
Ser lo más eficiente posible. Como con todos los recursos naturales, no se puede crecer hasta el infinito. En la historia humana siempre hemos tendido a utilizar los recursos naturales al máximo para progresar como sociedades. Sin embargo, cada vez es más evidente que estos ritmos de crecimiento en la explotación de los recursos nos llevan al borde del precipicio. Hasta los economistas han demostrado que la economía mundial no sería sostenible sin los servicios de los ecosistemas, que son aquellos que la naturaleza hace por nosotros, por nuestro bienestar. Si nos cargamos ese capital natural, los servicios ecosistémicos que nos permiten progresar como sociedad se irán perdiendo. Hoy en día las políticas de conservación de la UE no van orientadas a una conservación de tipo romántico o naturalista, sino que se llevan a cabo porque no tienen más remedio.

¿Por qué no se hace un esfuerzo importante por parte de los gobiernos?
Porque somos cortoplacistas. No solo los gobiernos; la ciudadanía en general. Muchas veces se opta por un beneficio inmediato aun sabiendo que será una pérdida futura. No somos del todo conscientes de que la hipoteca que estamos creando seguramente no la podamos pagar. Hay estudios realizados por economistas que demuestran que el valor de los servicios que nos ofrece la naturaleza serían impagables con dinero porque la economía global no los soportaría.

¿Pero qué pasa con la política ambiental?

Cuando hay que tomar decisiones, los políticos deciden lo que es más populista y lo que permite obtener gente satisfecha a corto plazo. Desde Europa les llaman la atención cuando ellos no hacen lo mismo. La política ambiental europea tiene bastantes cosas buenas, pero muchas veces no es suficiente y en muchos casos no se llega donde se tenía que llegar. Y ya no es por falta de voluntad; al final se trata de tomar decisiones. Y un claro ejemplo es lo que ocurrió el pasado mes de marzo con las inundaciones del Ebro.

¿Cuál es su opinión sobre el debate que se planteó en torno al Ebro?
El río se sale porque nos hemos entrometido en su camino. Si este tuviera sus riberas extensas, se saldría hacia esas riberas. Además, los encauzamientos disipan la energía aguas abajo; al final el río funciona como una cuestión de energías. Todos hemos estudiado lo que es la energía potencial y la energía cinética: la velocidad del río se debe al salto de energía potencial, por tanto al desnivel. Si se va acumulando agua y se va expandiendo poco a poco, lo que se desborda aguas arriba no se desborda aguas abajo. Es una cuestión de lógica el que los ríos deben tener su espacio. El legado de un río es un ecosistema, y si comenzamos a dragar el cauce se convierte en un canal y dejará de ser un ecosistema natural para ser otra cosa, con lo cual se pierden muchos servicios que este proporciona. Pero claro, los humanos queremos aprovechar las tierras más fértiles y pretendemos cultivarlas. El presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro ha pedido una modificación para la legislación ambiental para poder hacer dragados. ¿Por qué nadie se plantea que lo que hay que hacer es ampliar las zonas de inundación? El presidente dijo las dos soluciones: dar al río su espacio o dragarlo. Si la solución es encauzar el río, el problema se traslada a los de aguas abajo, porque la energía no se disipa. Para que no pase eso deciden dragar el río, haciendo de éste un canal y, por tanto, que las características naturales del río desaparezcan.

¿Por tanto, qué solución daría?
Darle a la naturaleza, y al río en este caso, su espacio. Si le hubieran dejado al río su espacio no se hubieran producido unas inundaciones tan brutales. Este es un ejemplo de cómo funcionamos…

¿La sociedad es consciente de lo que nos estamos jugando?
Si en Valencia preguntáramos por la calle sobre el caso del Ebro todo el mundo diría: «¡Con tanta agua que hay en el Ebro y no podemos traerla aquí!». La gente tiene esa visión y creo que la conservación romántica de la naturaleza es una cosa que ya pasó y que nunca ha funcionado. Las personas no eligen conservar la naturaleza románticamente, solo lo eligen cuando no tienen más remedio. Y ahora se está viendo que no tenemos más remedio, porque todo lo que pasa y todo lo que puede pasar en cuanto a desastres medioambientales se acentúa si nosotros no convivimos, si no nos aliamos con la naturaleza, sino que vamos contra ella. Y así es como vamos funcionando las sociedades occidentales desde la Grecia clásica.

¿Es necesario dotar a la sociedad de más información?

Ya no tengo demasiadas esperanzas con las generaciones como la mía, porque nadie está dispuesto a hacer nada. Mi esperanza está puesta en los jóvenes, y la convivencia con la naturaleza hay que enseñarla en casa y en la escuela. Iremos avanzando en la medida en que vaya cambiando la conciencia de la sociedad, porque sino, cuando nos demos cuenta nos habremos cargado la mayoría de cosas que nos hacen falta, y entonces veremos.

¿Por tanto, qué retos tenemos por delante?

Cuando hablamos de retos la gente siempre piensa en tecnologías, pero el principal reto es la educación. Tenemos que darnos cuenta de que no podemos quemar el barco en el que vamos, porque nos hundiremos. Tenemos que conservar todo aquello necesario para que el planeta sea habitable y cómodo para todas las especies que lo habitan. El desarrollo tecnológico tiene que ir a la par del desarrollo social y como especie, y parece que el segundo se queda mucho atrás. Por ello, es necesario asimilar que conservar no es un capricho ni una cosa de hippies, sino que es algo fundamental para que las futuras generaciones puedan seguir viviendo con dignidad en este planeta.

Teresa Ciges. Periodista y estudiante del Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica. Universitat de València.
© Mètode 2015.

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«El clima ha cambiado en la historia de la Tierra en infinidad de ocasiones de forma paulatina, pero nunca lo había hecho tan rápido como en la actualidad»

«Los ritmos de crecimiento en la explotación de los recursos nos llevan al borde del precipicio»

 

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«Muchas veces se opta por un beneficio inmediato aún sabiendo que será una pérdida futura»

«Las personas no eligen conservar la naturaleza románticamente, solo lo eligen cuando no tienen más remedio»

 

 

 

 

 

 

 

Professor de ecologíaa de la Universitat de València

© Mètode 2015

Periodista y estudiante del Máster en Historia de la Ciencia y Comunicación Científica. Universitat de València.