Entrevista a Ana Donat

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Frente a quienes defienden una concepción del arte basada en criterios académicos, Ana Donat nos muestra una forma de creatividad que tiene que ver con lo multidisciplinar, con el diálogo entre creador, naturaleza y receptor. Sus trabajos tratan de aproximar el arte a la ciencia. Sus obras evidencian una búsqueda mediante indagaciones en campos de la biología, el paisaje y la ecología. En estas conversaciones, Ana Donat reflexiona sobre sus búsquedas, sus encuentros y sus concreciones.

La búsqueda

Quizás sería adecuado iniciar esta conversación preguntándole sobre lo que entiende por arte.
Me gusta pensar que el arte es una escenificación plástica de la ciencia. La diferencia centre las dos sería la veracidad. Tener una base científica es necesario para expresarse plásticamente. La representación artística te permite fantasear sobre la realidad, sobre las evidencias científicas de la existencia de las cosas. Lo concreto, el rigor científico, es capaz de llevarte a la abstracción, a una mayor libertad en la expresión plástica. Todo es física, química, números… se trata de extraer su plasticidad. Evidentemente «arte» ya no es «óleo sobre lienzo», estamos rodeados de estímulos y medios para adquirir conocimientos que hacen imposible no interrelacionarse con disciplinas aparentemente dispares. Saber dibujar bien ya no es requisito indispensable, más bien hay que saber y poder transmitir mediante cualquier procedimiento tus inquietudes, sirviéndote desde los avances tecnológicos más sofisticados hasta labores artesanales casi en desuso. Esto lleva a posibilidades ilimitadas de actuación.

¿Sería, la suya, una práctica artística que busca interrogar a la naturaleza, que necesita apoyarse en la ciencia para dialogar con otros seres humanos?
Pienso que una línea exclusiva a través de la cual se desarrolle mi creatividad sería incongruente con mi forma de ser y pensar. La búsqueda hace que sí, que cada expresión sea un experimento, una respuesta, un ordenamiento de mi forma de pensar. Los objetos encontrados y buscados (cazadora-recolectora) son importantes, pero no solo en la naturaleza, también en vertederos, rastros y todo tipo de lugares. Esos diferentes tipos de objetos también representan diferentes tipos de seres y circunstancias con los que me voy encontrando a lo largo de la vida. De alguna manera me apropio también de la experiencia del otro, la filtro y la interiorizo en mi trabajo. Aprendo de todo. Cualquier textura, color, olor, película, música, situación, es susceptible de ser incorporada a mis materiales de trabajo (suministros materiales y espirituales). La idea principal de mi trabajo es una y clara, y el procedimiento y los materiales son, aparentemente, dispares. Empiezo con un desorden monumental pero al final cada cosa está en su sitio. Remover el propio saber es algo obsesivo para mí, de ahí que parezca que utilizo un procedimiento científico. Encontrar, interrogarse, comparar, sacar conclusiones del conocimiento adquirido y del nuevo… Todo se retroalimenta, es un diálogo continuo.

Se percibe que, al realizar sus obras, intenta despertar en el espectador el placer de observar, de dialogar con la naturaleza. ¿Ocurre esto de modo consciente y deliberado?
El placer de observar está bien. Vamos casi siempre a lo inmediato y se está perdiendo el gusto por la elaboración, tanto material como mentalmente. Ponemos excusas para no pensar y para no manufacturar. El placer de la elaboración del trabajo, en mi caso, las expediciones en busca de materiales, el trabajo de campo, separar los ingredientes, clasificarlos, ordenarlos, reinterpretarlos, teñirlos, transformarlos, colocarlos en la obra… Hay un método, un proceso de elaboración. Para mí es un placer y me gusta que se perciba. El hecho de observar algo elaborado hace que te tomes tu tiempo en saborearlo. Igual que también utilizo técnicas de tejido y bordado como símbolo de procedimiento lento, manual, de un acto que necesita de un tiempo para llevarlo a cabo. Te permite pensar en lo que haces, como el lento crecimiento de un árbol. Es una forma de evitar la inmediatez del pensamiento, puedes procesar la información y luego compartirla. Unas raíces y musgos teñidos y cosidos dentro de una urna, descontextualizados, fuera de la naturaleza real, de su hábitat, nos hacen reflexionar sobre ese distanciamiento hombre-naturaleza, es una representación de ese nuevo artificio de esa pseudonaturaleza.

¿Esta forma de mirar el entorno a través de los desechos, podría interpretarse como una inquietud por el progresivo deterioro de la naturaleza? ¿O como un alegato contra la actual manera despilfarradora de vivir el entorno?
Claro que estoy preocupada por el progresivo deterioro de la naturaleza, por la ecología, pero no soy una fanática que huela a incienso todo el día. Como las mismas guarrerías prefabricadas que critico y muchas veces no reciclo. La mirada hacia lo ecológico da pie a toda una serie de manipulaciones y abusos económicos y sectarios. ¡Yo misma me contradigo utilizando productos contaminantes en mi trabajo! Podría ser evitable pero formo parte de esa sociedad-suciedad que vive en ese zulo autodestructivo. A pequeña escala soy tan culpable del deterioro del entorno como el que más. Y encima soy consciente de no hacer todo lo que puedo por evitarlo, no me gusta la hipocresía. Se nos llena la boca de conceptos grandilocuentes, pero todos somos «pecadores» o lo hemos sido. En los títulos de mis primeras exposiciones ya tenía interés por los restos, ruinas, vividos como huellas, recuerdos, reciclaje. Construir para destruir-destruir para construir, Ciudades de basura, Bosques de basura. Pienso que con microacciones, como lo es la expresión plástica, se remueve la conciencia ajena y egoístamente tranquiliza la mía. Me gustan las formas orgánicas, lo imperfecto, los materiales de desecho… se parecen más al ser humano.

En este énfasis en los materiales de desecho, ¿hay denuncia o hay necesidad de comprobar las insospechables posibilidades de pervivencia de la naturaleza?
Hay denuncia, pero hay más necesidad como dices de comprobación del poder de la naturaleza para autorregenerarse, de ver que la selección natural al final hará su papel. La coevolución de insectos y plantas. Esto me tranquiliza y veo una luz de esperanza en la autoadaptación. Es la visión-escenificación de la obra que he escrito, por tanto, invento cosas, nuevas adaptaciones hombre-naturaleza, híbridos biomecánicos. Cuento una historia “basada en hechos reales”, como se dice, pero luego fantaseo y en ocasiones doto a la naturaleza de propiedades humanas (positivas y negativas) y viceversa. No hay una denuncia agresiva. Intento que el espectador se sienta atraído por algo sensorialmente bello, armonioso y luego, cuando es consciente de lo que expresa, percibe el mensaje negativo (muchas veces a través de la ironía).

Los encuentros

Llegamos a la conclusión de que la búsqueda ha sido el hilo conductor que le ha permitido desplazarse de una curiosidad a otras. Pero, ¿podríamos afirmar que determinados encuentros a lo largo de su recorrido han sido igualmente decisivos a la hora de definir su propio campo estético?
No concibo la expresión plástica sin implicación personal, social. Ahora más que nunca, cuando el concepto «arte» es confuso, cuando ya no sirven definiciones tradicionales, ni «instrumentos de medida» únicos, la multi- disciplina debería ser el camino a seguir para redefinir muchas corrientes artísticas actuales. Hay tantas vías, tantos instrumentos interrelacionados, que es imposible no implicarte de alguna forma. Nunca sabré qué inquietud me ha llevado a la siguiente. Esas diferentes disciplinas se potencian, se acoplan, se solapan. La concepción del espacio, los volúmenes, los mecanismos físicos, químicos y psíquicos de las cosas y seres, el pensamiento lógico e irracional, el crecimiento de una planta, sus tejidos… Todo está dentro de un alambique que espero ir llenando cada vez más y poder extraer un elixir-respuesta a mis inquietudes, en cada nuevo proyecto artístico. El amor por la naturaleza me ha llevado al estudio de la botánica, la flora, los insectos… Los insectos son máquinas perfectas, ingeniería aeronáutica, arquitectura, simetría. Los estoy retomando, es un nuevo proyecto de híbridos, otro artificio de la naturaleza.

Habla de flora, de insectos, pero con frecuencia trabaja con objetos muertos. ¿Cree que estos objetos muertos tienen capacidad para sugerir vida y que usted puede provocar una toma de conciencia utilizándolos?
Estos objetos muertos, como dices, no lo están del todo, siguen vivos, siguen su proceso de descomposición, su ciclo vital que también es desintegrarse. Igual que lo haremos nosotros. Nos comportamos como avestruces, evitando, autoengañándonos. Bellezas recauchutadas y clónicas, elixires y cremas, la batalla perdida de antemano contra lo inevitable… Nuestra cultura occidental no quiere saber afrontar la realidad. Vamos en contra de nuestro ciclo vital y de nuestro entorno. No tienes más que echar un vistazo a los medios de comunicación. La muerte y la destrucción se utilizan de forma sensacionalista, no educativa. A mi también me asusta y a pesar de mostrar un carácter alegre, irónico, mi filosofía de la vida es muchas veces trágica y gris. El ser humano (me incluyo) me decepciona bastante… todo se hace para obtener algo a cambio. Este “trabajo” aparentemente bello hace que no pare de pensar en problemas reales, me hace reflexionar sobre la muerte, el sufrimiento, sobre esta globalización que al final nos está devaluando, nos está encapsulando, etiquetando, destiñéndonos, descafeinándonos. La utilidad del arte. El acercamiento a la naturaleza hace que me tranquilice, me conforme, sus jerarquías, sus leyes funcionan… Un árbol nunca te engaña, no pretende ser otra cosa que un árbol. La naturaleza me hace poner los pies en la tierra, nunca mejor dicho.

Me gustaría que hablara del placer que puede llegar a obtener de la recolección y custodia de elementos desechados o desechables del paisaje natural.
Desechados por el hombre, no por la naturaleza. En la naturaleza esos desechos son aprovechados, se transforman en alimento para nuevas plantas, enriqueciendo la tierra. En el momento de la recolección, en el paisaje natural, en los jardines de nuestras ciudades, en las playas después de una tormenta… Hay una emoción parecida a la de encontrar verdaderos tesoros. Muchas veces pienso que esos objetos son obras de arte en sí mismas, con sus formas, colores, texturas, olores inimitables. De alguna forma, al apropiarme de ellos, me apropio de su belleza, de su esencia, de su proceso de formación. Luego lo muestro a un espectador que posiblemente no se hubiese entretenido en mirarlo con atención, con detalle. ¿Puede decirse que yo también contribuyo a saquear la naturaleza? ¿Utilizo elementos de ella que si no se tocasen de su sitio cumplirían su ciclo vital? ¿Interrumpo de alguna forma el proceso natural? Quizás todas estas preguntas son una exageración, pero me las hago. Podría hacer solamente fotografías y luego mostrarlas, sin ningún elemento material. En Bosques encapsulados, una de las salas albergaba casi mil botes transparentes con diferentes semillas, frutos, flores secas, codificados, numerados, y todos ellos a su vez expuestos en grandes urnas-vitrinas. Hay algo tétrico en esa obra. Por un lado está el placer de observar esos pequeños tesoros obras maestras en sí, piezas de ingeniería perfecta, todas juntas, expuestas, descontextualizadas, apreciando así otro tipo de belleza. Por otro, sobrevuela una sensación de tristeza y alarma ante una realidad: preservamos ahora esas especies, o tendremos que conformarnos con manipular la naturaleza, reproduciéndola nosotros, cuidándonos muy bien de no despilfarrar lo que queda en nuestras conservas, en nuestro Banco de Semillas.

Insistiendo en esa perspectiva de aproximación a través del potencial sugestivo de otros métodos y otras vías de conocimiento, ¿qué disciplinas le parecen más adecuadas para orientar su búsqueda? ¿De qué modelos se ha beneficiado?
Cuando empecé a estudiar arquitectura de interiores ya trabajaba con espacios tridimensionales. En mis proyectos ya incluía la naturaleza y el reciclaje de materiales, escenografías donde me gusta implicar al espectador: que huela, toque, sienta. Estudiando paisajismo, estoy descubriendo gran cantidad de posibilidades plásticas que puedo utilizar y además con un fundamento técnico y científico. Una cosa me lleva a la otra, y voy de la botánica a la ecología, pasando por la arquitectura, el urbanismo o la filosofía… Me interesa mucho la arquitectura verde, sostenible, la edificación ecológica, tanto estética como funcionalmente, reinventar ciudades verdes, la ecomimesis. Enterrar edificios (Tadao Ando), o recubrir de vegetación sus paredes y azoteas (Patrick Blanc). Existe un proyecto de Agence Babylone, llamado Active Nature (“capacidades productivas de la naturaleza”) centrado precisamente en la «ecomimesis», en el autoabastecimiento de productos alimentarios, en la renovación de energías, su reutilización, los ciclos del agua, etc. Estoy adentrándome en el estudio del ajardinamiento de cubiertas vegetales y paredes verticales. Estéticamente sería positivo, y lo más importante, oxigenaríamos las ciudades. Me gustan los paisajes de Turner, el renacimiento en Florencia, el Quattrocento, Giadiliano, los paisajes de los pintores flamencos, el surrealismo de Max Ernst, el fotomontaje, los dibujos arquitectónicos de Aldo Rossi descontextualizando objetos y dimensiones, las ciudades de Miquel Navarro o las acumulaciones-fetiche de Carmen Calvo. En cuanto a artistas que intervienen en el paisaje o que se basan en la naturaleza, no deja de asombrarme la obra Christo, empaquetando costas y valles (¿apropiándose de ellas?), de Mario Mertz, la recopilación de sonidos de cantos de pájaro de David Tremlett y, más cercanos a nuestros días, las fotografías de Axel Utte o las delicadas instalaciones de Monique Bastiaans.

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© Kike Sempere
Panorámica general de la exposición Bosques encapsulados de Ana Donat.

Concreciones

En su última exposición, Bosques encapsulados, logra introducir al visitante en la experiencia del bosque, en sus sonidos, sus aromas, su heterogeneidad… Y esto, lo realiza mezclando materiales naturales con teñidos artificiales, con plásticos, con recursos electrónicos… Considerará que la naturaleza es irrepetible y sólo podemos conocer la manera como funciona en nosotros…
Introducir al visitante en la experiencia del bosque es quizás algo muy pretencioso, pero no deja de ser una llamada de atención sobre la existencia real de esos sonidos, aromas, texturas, colores y formas.

Si le pidiera que cerráramos nuestra conversación sintetizando en pocas frases hacia donde cree que se encamina su trabajo, ¿qué contestaría?
Como he dicho anteriormente, estoy descubriendo todavía quién soy y lo que me gusta… Vamos por la vida de forma frenética, con nuestras aspiraciones y ambiciones y no nos damos cuenta del daño que podemos hacer y hacemos. La creatividad es un privilegio, es como vivir una vida paralela, fantaseando sobre otros mundos creados por uno mismo, pequeños instantes de huída. Y en esas «escapadas» te permites denunciar, recordar o embellecer el recuerdo y tu entorno. Sigo buscando, y sigo interesándome por la naturaleza. Estoy trabajando con maquetas gigantes de «ciudades verdes», con insectos a gran escala hibridados con máquinas, con olores y sabores, con sonidos y sensaciones térmicas, con flores biomecánicas… Veremos qué sale…

Carmen Gracia. Catedrática de Historia del Arte de la Universitat de València.
© Mètode 2010.

© Kike Sempere
Las imágenes de este artículo corresponden a la última exposición de Ana Donat (en la imagen), Bosques encapsulados.

«Unas raíces y musgos teñidos y cosidos dentro de una urna, descontextualizados, fuera de la naturaleza real, de su hábitat, nos hacen reflexionar sobre ese distanciamiento hombre-naturaleza»

 

 

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© Kike Sempere
 Ana Donat. Cascada, 2010. Medidas variables (plásticos, papel hecho a mano, cerámica, semillas germinadas…).
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«¡Yo misma me contradigo utilizando productos contaminantes en mi trabajo! Podría ser evitable pero formo parte de esa sociedad-suciedad que vive en ese zulo autodestructivo»

 

 

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© Kike Sempere
 Detalle. Ana Donat. Excursión al bosque, 2010. Técnica mixta. 60 x 60 cm.
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«Cuento una historia basada en hechos reales, pero luego fantaseo y en ocasiones doto a la naturaleza de propiedades humanas, positivas y negativas, y viceversa»

 

 

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© Kike Sempere
 Detalle. Ana Donat. Banco de semillas», 2010. 3 urnas de 200 x 150 cm. (botes transparentes, semillas, frutos, papel, acetato, cuerda…).
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«Saber dibujar bien ya no es requisito indispensable para ser artista, más bien hay que saber y poder transmitir mediante cualquier procedimiento tus inquietudes»

 

 

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© Kike Sempere
 Detalle. Ana Donat. Vestirse de naturaleza III, 2010. 200 x 200 x 18 cm. (rafia, setas, acetato, raíces, musgos, papel cuerda…).
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«Un árbol nunca te engaña, no pretende ser otra cosa que un árbol. La naturaleza me hace poner los pies en la tierra, nunca mejor dicho»

 

 

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© Kike Sempere
 Detalle. Ana Donat. Aparcamiento gratuito, 2010. 200 x 200 x 18 cm. (corteza de árbol, siliconas, estopa, rafia teñida, papel, acetato, cuerda…).
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«Me interesa mucho la arquitectura “verde”, sostenible, la edificación ecológica, tanto estética como funcionalmente, reinventar ciudades verdes, la “ecomimesis”»

© Mètode 2011

Catedrática de Historia del Arte de la Universitat de València.