Eudald Carbonell no es un hombre común. Tampoco lo es su último libro, El sexo social (Now Books, 2010). Habla sin estupor ni prejuicios sobre el sexo, además, sobre el sexo social, que es aún hoy un reto para muchos etólogos y sociólogos. Un instinto básico que nos hace humanos, pero que aún parece un tabú en numerosas culturas, incluso en la nuestra. Eudald Carbonell, catedrático de Prehistoria de la Universitat Rovira i Virgili y codirector de las excavaciones de Atapuerca, decidió escribir un libro reflexivo y provocador sobre el sexo. El sexo en el pasado, presente y futuro. En el pasado: como arqueólogo nos da una visión precisa y científica de este ritual básico que es el apareamiento. En el presente: como gran observador, nos da las claves para comprender mejor un aspecto crucial de la sociedad occidental. En el futuro: porque el doctor Carbonell es un visionario que toma la tecnología como un mecanismo evolutivo capital, muy relacionado con los comportamientos sexuales y reproductivos humanos. El sexo social nos lleva a hacernos más preguntas que las respuestas que nos da. Es por esta razón por la que nos encontramos hoy con él para que nos explique un poco más qué nos quiere transmitir en este ensayo.
«No somos humanos». Esta es una afirmación que repite constantemente a lo largo de El sexo social. ¿Cuándo seremos humanos? Ser humano representa conciencia. Nosotros debemos cambiar los valores que nos hemos fijado por conciencia. Yo creo que ser humanos significa tener conciencia de especie, y que la evolución humana es el proceso de tomar esta conciencia. Hay una noticia que me gusta mucho a mí, que es que después de ser humanos nos deshumanizaremos. Deshumanizarse es parte del proceso evolutivo. Después de ser humanos, ¿qué haremos? Deshumanizarnos.
¿Y hacia dónde evolucionaremos? Ya no seremos humanos, será algo diferente. Pero creo que los procesos evolutivos deben ir en esta dirección. No tiene ningún sentido decir que seremos humanos siempre. Cuando nos hayamos humanizado, es decir, cuando tengamos conciencia crítica de especie, nos deshumanizaremos. Como ya he dicho, deshumanizarse es lo bueno del proceso evolutivo humano.
La conciencia de la que nos habla, ¿solamente la tendría el ser humano? La conciencia puede que no la tengamos solo nosotros. Somos los únicos que reconocemos nuestra propia conciencia, que también es un paso muy importante. Todos los mamíferos tienen inteligencia y conciencia, algunas aves y otros tipos de familias zoológicas quizá también. Ahora, conciencia operativa a nuestro nivel, no la tenemos más que nosotros.
Nos escribe en su libro lo siguiente: «Pienso en el porvenir de este comportamiento en el que se basará la reproducción cuando sea más que asistida y extrauterina». ¿Cuál es este comportamiento futuro? Es un comportamiento diferente. Me explico: el macho y la hembra somos muy diferentes. A nivel hormonal, un macho no se reproduce, pero sí la hembra. Cuando la gestación no sea endológica ni interna, se propiciará cada vez más la igualdad social de los comportamientos. Eso es lo que creo [apunta decididamente, con un gesto de la mano]. Yo tengo un hijo que tiene dos meses. No es lo mismo la relación con su madre, que lo ha parido, que conmigo. Su madre no tiene que aprender nada. Ella lo ha tenido nueve meses dentro. Nosotros (los hombres) tenemos que aprender el comportamiento. Por lo tanto, el esfuerzo por el reconocimiento social de un hijo es muy grande. Somos diferentes, o más bien dicho, somos complementarios.
Explica en su libro que en nuestra especie ya no hay un claro dimorfismo sexual. Entonces, ¿por qué piensa usted que aún hay una clara diferenciación de roles en numerosas culturas? ¿Qué explicación podríamos dar? Etológicamente hay una clara diferencia de roles. Hablamos de los primates: tú coges a los gorilas y te das cuenta de que el macho es el doble o un 40% más grande que la hembra. Por tanto, la relación que hay es una relación poligámica, donde el macho cubre a las hembras pequeñas, porque quien manda es el más grande. Ahora bien, todos los sistemas culturales, aquellos hacia los que hemos ido evolucionando, hacen que eso pierda sentido. ¿Qué explicación tiene actualmente que un comportamiento sin dimorfismo no sea complementario? Ninguna. La evolución humana hace que eso ya no sea comprensible. Si tú comparas este país con el de hace cuarenta años, no tiene nada que ver. La evolución nos lleva hacia lo que es lógico: hacia roles complementarios y no de jerarquización.
¿Podemos saber si entre las poblaciones del paleolítico superior había discriminación sexual? Es muy difícil. La expresión de la fertilidad, una de las cosas relacionadas con la maternidad que después no toman otras sociedades, sí que la encontramos en las culturas del paleolítico superior. Y creo que en esta época había muchos matriarcados. La selección natural tiene que beneficiar a las estructuras con la continuidad de la comida, y esta tiene que estar en manos de las mujeres. Aún ahora, las culturas domésticas están, la mayoría, encabezadas por las mujeres. Y en muy pocos casos el dinero no lo controlan las hembras; el dinero, que es la base de la comida, que es la base de todo. Aún ahora, el 75% de la producción de alimentos del mundo, según datos de la FAO, lo producen las mujeres.
Entonces, ¿cómo apareció la discriminación hacia las mujeres en esta situación? Muy sencillo. La discriminación funciona como mecanismo para evitar el poder y el control absoluto por parte de las mujeres de una sociedad. Las mujeres controlan la comida, así pues, la única forma de controlar a las mujeres es mediante el control social.
Ahora, cambiando de tema, querría que hablásemos sobre el amor. El amor se trata a lo largo de su libro, y explica que ha transformado socialmente el comportamiento humano específico. Sin embargo, nos gustaría saber exactamente cómo lo transforma. El amor es el impulso estimulado por las relaciones químicas y físicas que existen etológicamente en todos los animales. Más aún, el amor es la sublimación que los humanos hacemos y reconocemos en nuestra relación de pareja. Pero el cortejo existe en aves, existe en todo tipo de animales. Lo que asegura el amor es la competencia del macho con la hembra en la reproducción, el mantenimiento de una estrategia conjunta donde macho y hembra se ayudarán energéticamente para reproducirse y cuidar de su cría.
¿Es el enamoramiento una característica en otros animales? ¿O solo ocurre en los humanos? No lo sabemos. Es muy difícil hablar con un animal [sonríe] pero es verdad que el enamoramiento, que es etológico [apunta nuevamente con un gesto de la mano], forma parte de la vida. Es la concepción cultural del enamoramiento lo que es humano. Supongo que las hormonas que provocan todo esto en el torrente sanguíneo, todas estas modificaciones que hacen que te comportes como una persona fuera de sí, forman parte de la propia selección natural. ¿Por qué? Para asegurar el mantenimiento de las crías.
Al tratar el tema de la posición bípeda, usted nos habla de la importancia sexual y comunicativa de este hecho. Cuando nos pusimos de pie, nuestras señales sexuales se escondieron y, como usted nos dice, nos tuvimos que comunicar para poder establecer un contacto sexual satisfactorio. ¿Es por eso que tomó fuerza la comunicación en las relaciones humanas? La comunicación siempre ha sido importante. Los humanos han comprendido la información. No es que la hayan hecho, es que la han comprendido. Es verdad que el reconocimiento corporal forma parte de la forma de interacción. Es decir, tú ves a un macho erecto y sabes que está en una situación de excitación. Tú ves a una hembra, con sus órganos genitales coloreados, y sabes que está en esa misma situación. Todos los sentidos actúan en favor de la reproducción y la selección natural. ¿Cómo sabemos que un macho quiere cubrir a una hembra? Pues porque está erecto. Como en los humanos estas señales se esconden, deben emitir otro tipo de señales más sofisticadas. Eso es lo que creo, pero no necesariamente cobra fuerza la comunicación.
Siguiendo con esta línea, me llamó la atención la siguiente frase: «No es negativo ser diferentes cuando los comportamientos son responsables». ¿Diría usted que la responsabilidad se adquiere con la cultura? Sí, la responsabilidad es algo completamente cultural. La cultura imprime formas de comportamiento que están más allá de la etología. La cultura es un refinamiento de la etología. Es lo que pienso, no quiere decir que sea así. Por lo tanto, la responsabilidad es un proceso lógico de la evolución por selección natural.
¿Somos los únicos animales con cultura? No, animales culturales hay muchos. Están los peces, las aves, los primates, etc. Pero nuestra cultura está sistematizada y socializada por la tecnología. No hay ningún animal que tenga eso. Ahora bien, nosotros tampoco lo teníamos. Hace dos millones y medio de años éramos igual que todos los otros animales.
¿Qué me dice de la responsabilidad, la tienen los animales? No, responsabilidad ya no. No tienen porque la responsabilidad nace de una conciencia evolucionada. Una conciencia evolucionada que solo tenemos nosotros. La tecnología, por ejemplo, está ligada al desarrollo de la responsabilidad. La tecnología actúa sobre centros importantes como el lenguaje, y desarrolla seguramente el córtex prefrontal, lo que influye en toda la estructura cerebral para que emerja la conciencia. Como puedes ver, todo está relacionado.
Repite mucho a lo largo de su libro que «aún no emerge una manera de educar con conciencia de especie». ¿Cuál es esta manera de educar? La conciencia de especie es aquella que habíamos mencionado antes, nuestra conciencia. Los valores son una imposición. La conciencia no tiene valores. La conciencia tiene aprendizaje y tiene conocimiento y aún no hemos llegado aquí. La conciencia crítica de especie apareció cuando estuvimos cerca de eliminarnos con la amenaza nuclear, con el enfrentamiento entre la Unión Soviética y los EE UU. Cuando fuimos conscientes de que podíamos destruir un planeta. Sin embargo, todavía no hay una conciencia que permita crear una especie nueva. Por tanto, esta conciencia crítica llegará como consecuencia del colapso de nuestra especie.
¿Cree que vamos hacia el colapso? ¡Claro que sí! Es una cosa que para mí es bastante lógica, ¿no? Con colapso me refiero a un embotellamiento, la catarsis que permitirá que la especie renueve su manera de pensar. Y no está tan lejos, tú lo verás.
Y ya, para finalizar, ¿cómo surgió la idea de escribir este libro? ¿Llegó la necesidad por alguna cuestión? Pues forma parte de la propia evolución humana, y a mí me gusta pensar sobre todas las cosas relacionadas con este tema. Hubo un cambio importante en mi vida que me hizo pensar sobre la importancia que tiene el sexo. Porque, tal como se entiende ahora, es una cuestión muy manipulada. Está extrapolada a relaciones de erotismo y todo lo que le sigue. Y yo creo que no, que el sexo es algo primordial, que sin él no estaríamos aquí, que es una base importantísima del comportamiento social. Importantísima y necesitada de una reflexión.
«No tiene ningún sentido decir que seremos humanos siempre. Cuando tengamos conciencia crítica de especie, nos deshumanizaremos. Deshumanizarse es lo que tiene de bueno el proceso evolutivo humano»
El sexo social Eudald Carbonell Now Book Llibres. Barcelona, 2010. 146 páginas, 2010.
«El sexo es algo primordial, sin él no estaríamos aquí. Es una base importantísima del comportamiento social. Importantísima y necesitada de una reflexión»
«La expresión de la fertilidad, una de las cosas relacionadas con la maternidad que después no toman otras sociedades, la encontramos en las culturas del paleolítico superior. Y creo que en esta época había muchos matriarcados»
«La discriminación funciona como mecanismo para evitar el poder y el control absoluto por parte de las mujeres. Las mujeres controlan la comida, así pues, la única forma de controlar a las mujeres es mediante el control social»
«Animales culturales hay muchos. Pero nuestra cultura está sistematizada y socializada por la tecnología. No hay ningún animal que tenga eso»
«El amor es el impulso estimulado por las relaciones químicas y físicas que existen etológicamente en todos los animales. Más aún, el amor es la sublimación que los humanos hacemos y reconocemos en nuestra relación de pareja»