Entrevista a Joandomènec Ros

«El reto principal del IEC es mantener la llama del catalán»

Presidente del Institut d'Estudis Catalans

Joandomènec Ros - IEC

Después de ocho años, el periodo del eminente ecólogo catalán Joandomènec Ros como presidente del Institut d’Estudis Catalans se encuentra cerca de finalizar. Biólogo de formación, Joandomènec Ros ha sido catedrático de Ecología de las universidades de Murcia y Barcelona, y en ambas dirigió el Departamento de Ecología. Aun su sobresaliente trayectoria como especialista en ecología marina y conservación de la biodiversidad del medio marino, tal como nos explica, entró en el IEC «como un miembro más que iba a las reuniones y compaginaba una actividad muy exigua en el Instituto con la investigación y la enseñanza». Pero en 2005 se unió al equipo de Salvador Giner como secretario general de la institución. Cuatro años más tarde, pasaría a ser vicepresidente y el 2013, concluida la etapa de Giner, se animó a presentar su candidatura para la presidencia.

Ahora, Joandomènec Ros presenta Tot el que pugui convenir a les demandes d’aquesta terra. L’Institut d’Estudis Catalans al segle XXI, una obra que quiere acercar la realidad del IEC y sus esfuerzos al público general. Esto se consigue mediante una recopilación de textos preparados para distintas circunstancias (encuentros internacionales con otras academias sabias, jornadas de personal investigador, comentarios sobre proyectos concretos de las secciones del IEC…), que el autor aprovecha como testigo de esta tarea constante del IEC como motor de la ciencia en catalán. Su propósito era mostrar «una aproximación en todos estos campos de actividad […] menos rígida, menos notarial, más amable que una historia formal o que unas memorias anuales». Con él, hemos tenido la oportunidad de tratar los temas presentes en la obra, su paso por el IEC y el rol que ocupa este en la esfera científica catalana actual.

¿Cuál es el origen del título del libro y por qué lo escogió?

Normalmente, en mis libros de divulgación, uso como título algún fragmento de un poeta, escritor o científico, y en este caso me pareció era muy adecuado usar unas palabras de un documento fundacional del Instituto que hizo Prat de la Riba. En este, se habla sobre por qué crear el Institut d’Estudis Catalans, en el año 1907, y en el fondo, yo creo que explica muy bien lo que se quería del IEC entonces y lo que se sigue queriendo de este. Esto es, que haga un tipo de investigación que ponga en valor el patrimonio natural, histórico, jurídico, etcétera, de Cataluña. Hace un siglo y cuarto, prácticamente los grandes estudios hechos sobre el país eran de gente de fuera, que tenía interés por la naturaleza, por la historia… Y aquí, en cambio, no teníamos un grupo de investigadores propios. Por tanto, me pareció que era muy adecuado que el libro llevara este título.

«El IEC no es solo la academia de la lengua catalana, sino que hace otras cosas en campos muy diversos de las ciencias y las humanidades»

¿Cuál es el objetivo principal de esta obra?

El IEC tiene una serie de textos publicados por historiadores de la casa que explican cómo se fundó, qué hizo durante los primeros años, qué hizo después… Tenemos una historia en dos volúmenes, otra más breve, otros textos más generales… Pero me pareció que, aunque se trate una institución, tal como dicen los estatutos, de alta investigación y alta cultura, era buena idea preparar una aproximación más suave y blanda dirigida al gran público. En este sentido, empiezo mi texto diciendo que lo que me dispongo a explicar lo han hecho mucho mejor y de forma más profunda otros autores, pero que yo quería hacer un texto para que el público en general pudiese ver que el IEC no es solo la academia de la lengua catalana  –que lo es–, sino que hace otras cosas y las hace en campos muy diversos de las ciencias y las humanidades. La idea era ofrecer una especie de retrato íntimo del IEC huyendo de otros más serios que otras personas han hecho muy bien.

De hecho, en el libro comenta cómo la Ortografia, la Gramàtica y el Diccionari del IEC son obras capitales muy conocidas, pero que otros proyectos del Instituto no lo son tanto…

Así es. Por ejemplo, tenemos publicaciones magníficas sobre historia, sobre ciencia… Hace tiempo que traducimos y publicamos también normativas internacionales sobre nomenclatura zoológica, botánica, química… Una tarea necesaria para que los científicos de Cataluña sepan cómo decir en catalán ciertas cosas que normalmente solo conocemos en inglés. Toda esta labor no es tan conocida, de manera que me parecía que era bueno hacer esta presentación más suave del Instituto.

En uno de los textos iniciales en particular, se destaca esta dualidad del IEC, con una parte de la actividad centrada en la lengua y otra, en la investigación científica. ¿Es esta una característica única del IEC, como academia científica?

En un aspecto es única y, en otro, no. Por ejemplo, academias europeas como las danesas, noruegas, alemanas… publican parte de sus trabajos en su lengua propia, pero sobre todo publican en inglés, que es la lengua internacional. El IEC también hace algunas publicaciones en inglés, pero básicamente las publicaciones científicas, sean de letras o de ciencias duras, son en catalán y eso sorprende a veces en otros lugares. Somos diferentes porque no renunciamos al catalán para las publicaciones aunque estas sean de alta investigación. Como lengua minorizada, a menudo el inglés y el castellano toman precedencia por encima del catalán en la investigación. Por eso, no solo es bueno publicar estos nomenclátores científicos de botánica, zoología, química, etc., en catalán, sino decir que puede hacerse ciencia en catalán y publicarla en catalán, que no hace falta publicarla en inglés. Además, mucha de la investigación que el IEC lleva a cabo estudia el patrimonio propio, y eso claro que puede publicarse en inglés, pero tiene más interés para la gente del país si se publica en catalán. Esta es la idea.

«Somos diferentes porque no renunciamos al catalán para las publicaciones aunque estas sean de alta investigación»

¿Cuál ha sido el papel del IEC en la consolidación del ecosistema científico catalán?

Los estatutos del IEC dicen que este no solo debe hacer investigación, sino que debe promoverla y también asesorar a los estamentos públicos. En sus inicios, el IEC presentó ante el mundo el patrimonio artístico y científico catalán. De hecho, promovió una serie de encuentros de investigadores mundiales en Cataluña: siempre se habla de la visita de Einstein, pero no fue el único. En este sentido, el IEC hizo un trabajo necesario en un entorno que era absolutamente pobre respecto a la investigación, cosa que ahora por suerte ya no es así, sino que es más bien rico… En los años de reactivación después del franquismo, presidentes como Enric Casassas, Emili Giralt o Manuel Castellet tuvieron muy buena relación con entidades de investigación científica de la Generalitat, de forma que pusieran en valor la investigación que se hacía, primero en Cataluña y más tarde en los Países Catalanes, y contribuyeron a reforzarla. Actualmente, de los 300 miembros del IEC, entre numerarios, eméritos y correspondientes, la mayoría son investigadores en activo en centros de investigación o en universidades, de forma que hay un vínculo. Hay investigadores que traen sus proyectos también bajo el marco del IEC para llevar a cabo una investigación conjunta. Entonces, el papel del IEC ahora se encuentra más recluido en este ámbito: ya no es necesario que hagamos tanta esta tarea [de promoción] pero continuamos a la cabeza en la investigación sobre el patrimonio propio.

Siguiendo con esta idea, ¿qué aporta el Instituto a un ecosistema de investigación como el actual, muy basado en el publish or perish?  En el libro, por ejemplo, introduce el concepto de ciencia lenta.

Hoy en día, los investigadores –sobre todo gente joven que está luchando para obtener un lugar en la universidad o en los centros de investigación– se ven empujados a publicar mucho y en revistas de gran difusión, porque a la hora de obtener una plaza esto se valora. Esto quiere decir que ciertos estudios de largo alcance, que necesitan años de dedicación, se dejan de lado. En este sentido, el IEC, y otras academias sabias, sí que nos podemos dedicar a este tipo de investigación más pausada, que al final da como resultado, no un artículo de cinco páginas en una revisa, sino una monografía de 300 páginas sobre un tema, que pretendemos que sea total, la obra más global posible sobre este tema en concreto.

Usted es presidente del IEC desde 2013 y lo dejará de ser dentro de poco, a finales de agosto de 2021. ¿Qué ha significado este cargo en su trayectoria profesional?

La verdad es que no habría pensando nunca que terminaría presidiendo el IEC [riendo]. A veces, tengo que explicar que el IEC tiene un presidente que es ecólogo, biólogo de formación, porque siempre me preguntan si tengo alguna cosa de filología o de lingüística. Lo cierto es que predecesores míos como Giner, Castellet, Laporte, Casassas, Giralt… tampoco eran filólogos, sino historiadores, sociólogos, matemáticos… Eso nos vuelve a mostrar que el Instituto no solo hace cosas por la lengua, sino también en otros ámbitos de la ciencia. Este es el último curso en que seré presidente, y personalmente ha sido una etapa riquísima. Durante un tiempo, pude combinar la enseñanza y la investigación en la universidad con las gestiones y el servicio al Instituto y, últimamente, como estoy jubilado, puedo dedicarle a este más tiempo. Seguramente, yo no soy el más adecuado para decir qué ha representado esta etapa para el IEC, pero creo que hemos ayudado a hacer muchas cosas. Hay que decir que quien manda en el IEC es el pleno, el conjunto de sus miembros, y el equipo de presidencia gestiona aquello que el pleno decide. Yo creo que el balance ha sido bueno, a pesar de la crisis económica que encontramos en la primera etapa, y ahora con la pandemia.

«A veces, tengo que explicar que el IEC tiene un presidente que es ecólogo, porque siempre me preguntan si soy de filología o de lingüística»

¿Cómo está afectando la pandemia de la COVID-19 a las actividades del IEC?

Muchas de las actividades de divulgación que hacemos, los congresos, las conferencias, las presentaciones de libros…, deben hacerse por vía telemática. Algún acto se hace presencialmente, pero con muchas limitaciones. Por otra parte, algunos proyectos de investigación que estamos llevando a cabo relacionados con el estudio de la biodiversidad de los Países Catalanes se están viendo muy limitados.

¿Cuáles serían los retos del IEC a corto y medio plazo?

No son diferentes de los que hemos tenido esta última década. El reto principal del IEC es mantener la llama de la lengua catalana, no tanto en general y en abstracto, sino sobre todo en el ámbito de la investigación: investigar, publicar y divulgar en catalán. Hay algunos colegas míos de las ciencias más duras que esto no lo ven claro. Por ejemplo, cada año, tanto el Instituto como sus secciones y sociedades filiales conceden premios de investigación, y algunos de estos premios aceptan trabajos en inglés y en castellano. Y nos cuesta explicar que hay otros premios donde pueden presentarse estos proyectos, pero que el IEC debe promover el catalán y premiar trabajos y trayectorias en catalán. Esta es una lucha que no tenemos ganada pero que seguiremos batallando. El otro reto tiene que ver con lo que comentábamos de llevar a cabo ciencia lenta, de abstraernos de esta inquietud de publicar rápidamente y hacer un tipo de investigación que permanezca en el futuro, como los estudios sobre Empúries o el Diccionari de Pompeu Fabra.

Cubierta de las memorias de Joandomènec Ros dedicadas al IEC y a sus proyectos, publicadas este 2020.

¿Qué proyectos se están llevando a cabo en el IEC en esta línea?

Pongo dos ejemplos muy concretos de este último año. Por una parte, la Sección de Filosofía y Ciencias Sociales del IEC ha estado realizando durante años una investigación sobre la cohesión social en Cataluña. El resultado ha sido una publicación que dice cosas muy interesantes y que puede consultarse en nuestra web. Por ejemplo, una de las conclusiones a las que se llega es que el procés [por la independencia de Cataluña] no ha generado una ruptura en la sociedad catalana. Que eso se diga desde el punto de vista académico, en contradicción con todo lo que se está diciendo desde hace años en ciertos medios y desde el centro de la península, es una manera muy adecuada de hacer ciencia; ciencia sociológica, en este caso. Por otra parte, el Instituto se ha puesto de acuerdo con la Sociedad de Estudios Vascos para elaborar unas buenas prácticas sobre cómo resolver conflictos de tipo territorial en Europa. Este es algo que nos parece importante, no solo para las comunidades autónomas actuales de la península Ibérica, sino para toda Europa, ya que hay muchos conflictos así: Cataluña y España, Euskadi y España, Flandes y los Países Bajos… Así, ya hemos celebrado unas jornadas y se celebrarán otras para elaborar este plan y ofrecérselo a Europa, para evitar problemas como los que ha habido aquí. De esta forma, con estos proyectos, el Instituto demuestra que puede abordar problemas, en este caso de tipo más bien social y político, y que los puede resolver bien.

»Por otra parte, como ya hemos comentado, continuamos con el estudio de la biodiversidad en los Países Catalanes. Tenemos un proyecto, ahora limitado por la pandemia, para estudiar el genoma de las especies de los Países Catalanes, y después queremos ampliarlo a toda la península y, si es posible, a toda la cuenca mediterránea. Por tanto, continuamos con este objetivo de hacer cosas de gran alcance, globales, que tengan un significado y que después permanezcan como algo perenne. Las publicaciones científicas son muy importantes, pero hoy en día los investigadores conocen lo que se ha publicado en la revistas durante el presente año y quizás el anterior, pero olvidan o incluso menosprecian las cosas que llevan más tiempo publicadas. Nosotros pretendemos que eso no pase con lo que publica el Instituto.

¿Cómo ha enriquecido la lengua el hecho de hacer y publicar investigación en catalán?

Esto es algo que viene de lejos. Por ejemplo, el Diccionario de Fabra incorporaba, por primera vez en Europa, nombres vulgares de especies animales y sobre todo de plantas, y daba también el nombre científico. Eso no lo había hecho todavía ningún diccionario y estamos hablando de los años treinta. Esto no ha hecho más que aumentar últimamente: la Sección Filológica del Instituto, de un lado, y el Termcat, de otro, están muy al día a la hora de incorporar términos científicos de todos los ámbitos. Estos son términos que utilizamos en los laboratorios y en las aulas, y si no los tenemos en catalán, los utilizamos en inglés o en castellano, o incluso nos inventamos algo sin tener en cuenta la filología. Así que este trabajo de poner al día el lenguaje científico, que ya empezó Pompeu Fabra hace más de un siglo, es absolutamente necesario.

Usted como traductor habitual de libros de ciencia y de divulgación, ¿piensa que todo este trabajo fa facilitado que se traduzcan más libros de este tipo al catalán?

El mercado impone que la mayoría de traducciones que se hacen sean al castellano. Para que se traduzcan al catalán, deben ser casos muy especiales, que respondan a dos o tres características particulares: que los escriba alguien de gran renombre, que el libro sea corto para reducir costes, y que detrás haya alguna institución pública o privada. Por ejemplo, se han publicado libros muy buenos, a mi parecer, en catalán sobre cambio climático, porque ha habido mecenas, entidades o personas que lo han facilitado. Sobre otros ámbitos cuesta más. Por eso creo que es tan importante lo que hace el Instituto: publicar sobre todo obra propia en catalán de sus investigadores. Yo digo a menudo, y tampoco es para echar las campanas al vuelo, que el IEC es la primera editorial científica en catalán. La primera y la única… Al cabo del año, publicamos un centenar largo entre libros, monografías y revistas científicas, y ninguna otra editorial hace esto a causa del mercado, básicamente. Intentamos cubrir este aspecto que las editoriales privadas no tienen en consideración. Pero debo decir que muy a menudo me he encontrado con que, así como para el catalán tengo recursos para encontrar el equivalente de un término científico en inglés, en castellano me cuesta a veces, y supongo que a otros les ha pasado lo mismo. Creo que en este sentido hemos ido más deprisa que entidades como la RAE, que promueven también el lenguaje científico en castellano.

Como ya ha apuntado antes, uno de los roles que el IEC busca cumplir es el de asesorar a los distintos gobiernos. Ahora mismo nos encontramos en una situación paradigmática, en que la opinión científica debería ser muy relevante en las medidas que se toman. ¿Cree que se está haciendo suficientemente caso a las voces expertas a la hora de tomar medidas para controlar la crisis del coronavirus?

Lo que nos falta en Cataluña, y diría que pasa en general en los países de la Mediterránea, son asesores científicos estables del gobierno, tanto en campos como la medicina y la salud pública como en otros más abstrusos para gobernar como puedan ser la astronomía, la física o la geología. Si el gobierno tiene que decidir construir un pantano o una central de energía, tendrá que asegurarse de no hacerlo en un lugar sometido a movimientos tectónicos, por ejemplo. Eso nos falta, y se intenta suplir con preguntas a personas expertas. Y lo que pasa a menudo es que, ante una opinión muy bien argumentada, surge otra del «contrincante» en ciencia que lo ve de otra forma. Durante la pandemia, lo hemos visto continuamente. Creo que eso no es bueno. También resulta crítico que se recorra a estos asesores científicos solo cuando hay algún problema grave. Yo creo que debería ser una cosa continuada para un buen número de actividades que necesitan estar bien fundamentadas. Por recuperar el ejemplo de antes sobre cómo ha cambiado o no la sociedad catalana ante el procés, estaría muy bien que los políticos hiciesen caso de estudios como este y actuasen en consecuencia, en lugar de ir repitiendo mantras en un sentido u otro.

«Resulta crítico que se recorra a asesores científicos solo cuando hay algún problema grave»

¿Por qué hay esta reticencia del mundo de la política hacia la opinión científica y lo que puede aportarnos? ¿Falta conocimiento científico por parte de los gobernantes?

Yo diría que sí que hay una transmisión del conocimiento científico a los gobernantes, pero el equilibrio entre las cosas que hay que hacer y dejar contento al electorado es muy difícil. Ahora que se acercan elecciones en Cataluña, raramente se hace un análisis de los programas de los partidos según aquellos aspectos macro que seguramente no puedan resolverse pero que, si no se hace nada al respecto, al cabo de cuatro años estarán peor, como el cambio climático. Por un lado, los programas dicen poca cosa y cuando lo hacen, es algo tan general que no sabes qué harán exactamente. Sabemos que debemos conseguir que nuestras actividades sean sostenibles y que la entrada de gases de efecto invernadero a la atmosfera se reduzca, pero no veo que ningún partido diga que pondrán límite a las emisiones de las grandes industrias o de los vehículos. Se deja todo para el 2030 o para el 2050, cuando ya deberíamos haber empezado con estas medidas.  Pongo otro ejemplo, de cuando mi equipo y yo hacíamos el seguimiento del área protegida del cap de Creus, un estudio que duró más de veinte años. Cuando explicábamos a la Generalitat, que era quien pagaba los estudios, que era necesario limitar el número de submarinistas, limitar el anclaje sobre la pradería de posidonia, etcétera, nos respondían básicamente: «Sí, tenéis razón, pero los peces no votan». Pues vaya, ya lo sé [riendo], pero así no conseguiremos que la protección de la zona sea real. Hace falta aplicarse y hacer las cosas seriamente a pesar de que la sociedad no acepte ciertas limitaciones.

En este sentido, ¿por qué es importante hacer buena divulgación de la ciencia también en catalán?

Es importante hacer buena divulgación de la ciencia en el idioma que sea el del público al que va dirigida. En nuestro caso, el catalán. Continuamente hemos de opinar, de votar, o de funcionar de acuerdo a muchas cosas que tienen una base científica. Por ejemplo, la forma en la que nos comunicamos a través de los teléfonos móviles, de los ordenadores como lo estamos haciendo ahora mismo… Todo eso tiene una base científica y sería terrible que parte del público termine pensando que todo es cosa de magia. Pero no lo es. Hay una base científica y tecnología detrás que es bueno que conozcamos. Creo que es fundamental que todo el mundo tenga una noción general sobre cómo funciona la tecnología, el cuerpo humano, el planeta… Saber qué es eso del cambio climático… Es fundamental que la base de todas estas cuestiones sea conocida y entendida, para que todo el mundo sea partícipe de las posibles respuestas a los problemas que surgen.

 

© Mètode 2020
Periodista y traductora, revista Mètode.