Entrevista a Silvia Rueda
«Las mujeres tenemos que replantear las conclusiones científicas de los hombres»
Coordinadora del proyecto Girls4STEM
Silvia Rueda Pascual es directora y profesora del Departamento de Informática de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universitat de València. Actualmente es coordinadora de Girls4STEM, un proyecto que tiene el objetivo de motivar la participación de las jóvenes en las vocaciones STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). El proyecto cuenta con más de noventa expertas que dan charlas sobre su experiencia al personal docente y al alumnado de primaria y secundaria de centros valencianos públicos, concertados o privados.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Silvia Rueda nos explica aquello que la llevó a salir del aula y hacer un llamamiento a expertas de ámbito nacional e internacional para crear una red de combate contra la ausencia de mujeres dentro de las profesiones técnicas. ¿Dos de sus claves? La divulgación científica y la cooperación para acercar la ciencia a la sociedad y para aportar referentes femeninos dentro de un mundo masculinizado. Porque la emancipación de las personas no se conseguirá solo con fechas señaladas, hay que conquistarla día tras día.
¿De dónde viene la ausencia de mujeres en la formación científica?
A partir de los seis años empiezan a aparecer las diferencias de género. Todo el peso de los estereotipos, de la sociedad y de los roles impuestos empiezan a manifestar sus efectos en los más pequeños. Poco a poco la diferencia de género provoca que a los seis años las niñas ya empiecen a pensar que son menos inteligentes que los niños. De esto hay un experimento que analiza a niños y niñas y muestra resultados muy impactantes. En el estudio cuentan un cuento a un grupo de niños de menos y de más de seis años y les explican que el protagonista es una persona muy inteligente, sin especificar si se trata de un hombre o una mujer. Cuando acaban, les preguntan sobre el género del protagonista. En el grupo de los menores de seis años, la mayoría de los niños consideraban que el protagonista era hombre y las niñas suponían que era mujer. Pero cuando les preguntaban a los mayores de seis años, en cambio, casi todos consideraban que éste protagonista tan inteligente era de género masculino porque es tal el acoso que recibimos las mujeres desde los primeros años de niñez que nos acabamos creyendo menos inteligentes que ellos.
¿En qué momento empezamos a sufrir estereotipos de género?
Hay varios niveles de impacto en las personas y cuanto más próxima es la relación, más impacto tiene. Es decir, cuando somos muy pequeños lo que más impacto tiene es lo que este niño o esta niña vive y percibe directamente. Después son sus padres, la familia, los amigos… y esto va añadiendo capas hasta llegar a la construcción de la personalidad. Entonces todo nos influye y nos marca, privándonos a veces de libertad. Hoy en día parece que la sociedad piensa que todos tenemos libertad para elegir lo que queremos y esto es cierto, pero no del todo. Tenemos libertad dentro de un contexto y de nuestras costumbres sociales. Y esto nos sitúa a las mujeres en una determinada línea muy marcada a la hora de escoger. Esta conducción social crea una «tubería que gotea» porque poco a poco las niñas van desviándose del camino que tiene que ver con la ciencia y la tecnología, hasta el punto de hacernos desaparecer.
¿Hay una falta de referentes?
Sí. Y eso influye mucho. Partimos de la base que no hace tantos años la mujer no podía ir a la universidad, de hecho, muchas tuvieron que disfrazarse para estudiar una carrera. Después sí que hemos tenido posibilidad de ir, pero cuando hemos trabajado, nuestra aportación no se contaba igual que la de un hombre. Hay mujeres que han llegado a hacer cosas importantes pero nunca se les ha dado publicidad. De hecho, si miras cualquier libro de texto, aparecen científicos. Científicas, a parte de Marie Curie, no sale ninguna. Entonces hay que revisar los referentes desde el colegio e incluir a la mujer en ellos. Como las niñas no tienen ejemplos de mujeres trabajando en ingeniería ni en matemáticas no se sienten atraídas y no les gusta. En otras profesiones científicas como la medicina sí que se encuentran más mujeres pero porque, entre otras cosas, se trata de un ámbito relacionado con la vertiente social de cuidar a la gente, que tenemos muy desarrollada desde pequeñas con nuestras muñecas.
¿Existe el riesgo de encasillamiento de la temática de género? ¿Conviene que las mujeres no hablen solo de mujeres?
El objetivo de nuestras charlas y nuestros vídeos es que estas mujeres que aparecen nos cuenten cómo es su trabajo. De entrada les pedimos que nos hablen de su experiencia profesional porque queremos mostrar el lado humano, pero lo que queremos destacar es que hay mujeres que han estudiado alguna titulación científica y después están aplicando sus estudios para alguna cosa muy particular que el alumnado no se espera. Por ejemplo, alguien que haya estudiado ingeniería electrónica y está trabajando con equipos médicos de detección de imágenes en radiología para detectar determinadas enfermedades.
¿A quién afecta la discriminación de género?
La discriminación de género no afecta solo a las mujeres. Hay que actuar en todos los sentidos. El problema es que nos educan hacia determinadas vocaciones en función del género. En Girls4STEM nos dirigimos a todos, a pesar de que nuestras expertas sean solo mujeres. Esto se debe a que los estudios muestran que si las actividades de divulgación no están conducidas por voces femeninas las niñas no se involucrarán tanto porque no se sienten identificadas con el responsable y, en cambio, a los niños no les importa porque asumen que todo va dirigido a ellos.
¿La ciencia tiene género?
Todo tiene género porque todo está hecho por personas. Indudablemente tenemos un bagaje detrás y se hace ciencia con una mochila social que, por desgracia, va cargada de estereotipos. Y todos tenemos. No podemos desvincular el género de prácticamente ninguna de las dimensiones que componen nuestro entorno porque este está creado por personas que han recibido influencias marcadas desde pequeñas.
¿Las mujeres deberían cuestionar los planteamientos científicos de los hombres?
Las mujeres tenemos que replantear las conclusiones científicas de los hombres porque todo se ha construido a partir del modelo masculino. Como este siempre ha sido el modelo de referencia, la mujer ha quedado apartada de investigaciones de todo tipo y de la divulgación. Por ejemplo, en farmacología todos los medicamentos han sido testados, generalmente, en hombres con un determinado perfil: edad media, blancos y con unas condiciones físicas similares. Por lo tanto hace falta replantearlo todo. No por cuestionarlo, sino porque si las conclusiones científicas a las cuales hemos llegado hasta ahora no han tenido en cuenta a una gran parte de la población, serán conclusiones incorrectas.
¿Qué puede aportar la mujer a la ciencia?
La evolución cultural y social nos ha llevado a demostrar más emocionalidad que los hombres y a dedicarnos a cuidar de aquellos que se encuentran a nuestro alrededor. El papel de la mujer que criaba colectivamente junto a otras compañeras de la familia o junto a las vecinas y se encargaba de la casa ha dejado una impronta en nosotras que no tiene nada que ver con la tradición de competitividad masculina para ser el primero en conseguir algo, como un descubrimiento científico. En este sentido, la sensibilidad femenina no es una cuestión biológica sino evolutiva, pero ha dado lugar a un comportamiento más colaborativo que competitivo dentro de ámbitos de trabajo como el mío. Y no podemos avanzar con un comportamiento competitivo. En este momento de economía de crecimiento y de riesgo de agotamiento de recursos, hay que aprovechar la visión diferente del mundo que podemos aportar las mujeres y afrontar las situaciones desde un punto de vista más cooperativo. Pero para llegar a eso hace falta que seamos más en todos los ámbitos porque si no nos encontramos en grupo tendemos a imitar roles masculinos. Es muy difícil para una mujer sobrevivir en un mundo hecho para los hombres.