Entrevista a Victoria Rosselló
«No podemos evitar los desastres naturales, pero sí las víctimas»
Jefa de meteorología de À Punt
Victoria Rosselló (València, 1966) trabaja desde el primer día en la televisión pública valenciana, cuando nació bajo el nombre de Canal 9 y actualmente es la jefa de meteorología de À Punt. Licenciada y doctora en Física por la Universitat de València, Victoria Rosselló ha sido la cara visible de las informaciones del tiempo en la Comunidad Valenciana desde hace más de treinta años. Además de su tarea como comunicadora, es investigadora en Meteorología e historia de la Ciencia. Hija del geógrafo Vicenç Rosselló, quien creó toda una escuela de geógrafos desde su cátedra en la Universitat de València, la meteoróloga destaca la vocación de comunicación y de transmisión del conocimiento de su padre: «Siempre ha tenido muy claro el hecho de hacer llegar el conocimiento del territorio a la ciudadanía y de formar a gente para que tuviera en cuenta todas las peculiaridades del territorio valenciano». Después de la DANA que conmocionó València el pasado 29 de octubre, Victoria Rosselló explica y reflexiona para Mètode qué pasó aquel fatídico día y como se llegó en su punto donde estamos: 223 muertos (y 3 desaparecidos todavía a estas alturas) y miles de personas afectadas que han perdido sus casas, puestos de trabajo y recuerdos de toda una vida.
¿Cómo han sido las audiencias de À Punt durante estas semanas?
Ha reconectado con la ciudadanía. Veníamos de un pasado muy duro y muy negro de la última etapa de Canal 9 donde se perdió toda credibilidad con todos los negocios que se hicieron y todo el desprestigio que se ganó a pulso la televisión pública. Yo estoy aquí desde que se abrió Canal 9 y al principio la gente conectó muchísimo con la televisión propia y con el tiempo más todavía, que es tan valenciano, tan de proximidad… Estamos en una sociedad que es menos rural que cuando empezamos, pero, aun así, en los pueblos se continúa viviendo todo el tema del tiempo y el tiempo de una manera muy próxima y siempre hemos tenido mucho de apoyo. Sin embargo, después de todo lo que pasó con Canal 9, se perdió todo este seguimiento que tenía la ciudadanía y al abrir À Punt ha sido muy difícil reconectar. Primero por un cambio generacional, la gente no tiene la misma costumbre de mirar la televisión que la gente mayor. Pero con la DANA, se ha notado la necesidad de una televisión pública autonómica que te da una información que no te dan las otras. Se ha demostrado de una manera increíble. ¿La gente donde se informaba? En À Punt.
Desde la televisión autonómica habéis hecho un seguimiento de la DANA desde el primer momento, ¿en qué momento os disteis cuenta que la situación iba a ser tan grave?
Hay dos momentos diferenciales. El primero es la previsión. Desde días antes se veía que iba a pasar una cosa gorda. Pero cosas gordas ya han pasado antes, por ejemplo las inundaciones del Baix Segura en 2019, donde hubo tres muertos. Aquella fue la primera situación de este tipo que cubría la nueva televisión autonómica y cayeron también entre 500 y 600 litros por metro cuadrado. Las cantidades de lluvia fueron parecidas. El segundo momento fue a lo largo de la mañana [del día 29], cuando vemos –como cualquier ciudadano podía ver– que estaban cayendo 100, 200, 300 litros en Utiel. Esto era al Magro, que fue uno de los puntos claves donde cayó la lluvia, junto con el barranco de Poyo. En Utiel aquel día llovió más de 300 litros en algún punto y esto no se había registrado nunca. En aquel momento ya era para tener todas las alarmas puestas. La lluvia de la mañana tendría que haber hecho que todos los responsables políticos de emergencias estuvieron atentos a que podía pasar. A lo largo de la mañana se entrevista en la radio [de À Punt] al alcalde de Utiel y le pregunta Javier Miró, meteorólogo del equipo, que como está la situación, y explica cómo la gente está encima de los tejados y están haciendo rescates en balsas de manera improvisada y nadie les ha dicho nada, totalmente abandonado.
¿Qué características han hecho de esta DANA diferente a las otras?
El factor más diferencial es que llovió en las cabeceras, que tiene de común con la de Tous [1982] y la del Turia [1957] y por la cual se hizo el cauce nuevo. La lluvia en las cabeceras es mucho más peligrosa que si llueve en la Safor, donde llueve muy a veces, pero va al mar y se ha acabado, no genera una riada. Aquí tienes el problema de una riada incipiente. Por otro lado, también ha sido extraordinaria por la cantidad de lluvia. Turís registró el récord de lluvia en 24 horas, con 772 litros, y en una hora, con 200 litros. Esto un barranco no lo puede asumir de ninguna forma, porque además, a pesar de que no lo parezca, son más peligrosos que los ríos. En los ríos vas viendo como se va llenando y desbordante, pero en el barranco ves un tsunami y nadie te ha avisado, así es imposible de poder reaccionar. Era una situación muy peligrosa, pero hemos vivido de parecidas y el resultado no ha sido ni la mitad de catastrófico. Se daban las situaciones para que la situación fuera complicada y lo fue.
En 2024, ¿qué instrumentos tenemos para detectar las crecidas de ríos y barrancos? Ha sido un error de falta de mecanismos de detección o de mecanismos de gestión de aviso?
En 2024 tenemos los medios para saber el qué está pasando en cada momento, con redes de información que funcionan en línea y que están al alcance del público, y no hemos sido capaces de dar un aviso en la población a tiempo. Es una cosa inaceptable. No es como hace sesenta años que solo había teléfono y radio. En la riada de 1957 hubo 80 muertos con València inundada y ahora 223 cuando tienes más herramientas. La previsión de días antes ya nos decía que iba a pasar una cosa gorda a pesar de que todavía no sabíamos el alcance que tendría. El día 29, la AEMET emite desde las 7:30 un aviso rojo. Un aviso rojo significa: no salgáis de casa si no es absolutamente necesario. Supongo que las autoridades harán una reflexión de cara al hecho que la gente no entiende o no sabe qué quiere decir un aviso rojo, porque este estaba desde las 7:30 y las previsiones se estaban cumpliendo.
¿Piensa que a partir de este episodio tomaremos más conciencia del tema de los avisos rojos?
Es tan dramático que quiero pensar que habrá más reflexión al respeto y más pedagogía. Curiosamente, a pesar de que hemos hablado de reconectar con la ciudadanía, hay una desconexión entre el que digamos los divulgadores de los medios de comunicación y aquello que le llega a la gente. Otra de las reflexiones que se tienen que hacer es porque no se avisó en la población antes. ¿Cómo se puede entender que nadie de los responsables viera el que estaba a punto de pasar? Los desastres naturales no se pueden evitar, pero avisar en la población sí que se hubiera podido, especialmente cuando se podía ver casi en directo como el cauce subía a mucha velocidad.
¿Falta cultura de avisos?
Yo creo que sí. Y es curioso porque el tiempo es la cosa más seguida en televisión. Un ejemplo para entenderlo. Cuando en los Estados Unidos hay un aviso de huracán, como en Katrina, se da el aviso y todo el mundo va a sus casas y se cierran. El último huracán creaba mareas ciclónicas de cuatro metros. Todos estaban avisados que había que subir a los según y terceros pisos que todo pasara, y la gente lo hacía. Quizás se tendría que incidir más en la cultura y educación sobre aquello que significa un riesgo y se tendría que trabajar más, si no la gente hará caso.
¿Cómo se puede hacer esto?
No lo sé, quizás desde la escuela y en etapas de formación. Hace falta educación medioambiental. Porque si lo dices por los medios de comunicación tradicionales, falla en algún momento la comunicación porque no llega de ser masiva. No tenemos por qué estar viendo la tele todo el tiempo, pero las redes sociales son muy activas y obviamente no llegó a la mayoría de la población ni siquiera el aviso rojo. Un aviso rojo te tiene que poner en alerta y tiene que ir acompañado de las acciones de autoridades. La Universitat de València y la Diputación de València enviaron a sus trabajadores a casa. ¿Cómo es posible que ellos lo supieron y el resto del gobierno no? No se entiende.
¿Ha habido algún tipo de presiones políticas sobre como informar?
Ninguna. Al menos que nos haya llegado. À Punt hizo una programación especial haciendo un seguimiento y en aquellos momentos me imagino que los responsables tendrían otras preocupaciones. Yo creo que fue una cosa tan gorda que la televisión se volcó y ha estado valioso para todos.
Explíquenos cómo fueron las rutinas periodísticas aquellos días. ¿Cambió vuestra forma de trabajar?
Aquí nos hemos quedado las horas que han hecho falta para cubrir todos los ámbitos. Te gritan de todos los programas de radio de la casa o del magacín de Ximo Rovira de las mañanas y al final todo es una cuestión de echarle horas. En la redacción, todos tenemos en la cabeza que cuando pasa una cosa de este calibre tienes que estar allí. De hecho, hemos tenido equipos que se quedaron atrapados en Utiel y al A-3. Tuvieron que pasar la noche allí, pero gracias a esto sabíamos qué está pasando en todo momento. Haces un desplazamiento extraordinario y procuras llegar a todas las bandas.
En una entrevista reciente en VilaWeb aseguraba que hace falta una reflexión de todo el que ha pasado. ¿Se ha hecho, o se está haciendo, esta reflexión?
De momento no, pero pienso que sí que llegará, porque el que ha ocurrido afectará muchos ámbitos. En que se invierten las cosas, por ejemplo. No es aceptable lo que ha pasado. Los desastres naturales no los podemos evitar, pero sí que podemos evitar las víctimas porque tenemos las herramientas para hacerlo y porque podemos ver lo que está pasando en cada momento. La paradoja es que ahora no podemos decir esto.
¿Cómo ha afectado el cambio climático a la DANA?
En un contexto de cambio climático, se observa que situaciones como estas son más intensas. En los años noventa, un temporal como estos podía durar dos días, ahora cuatro horas. El poder destructivo es muy mayor y provoca situaciones como la que vivimos.
Hay mucha polémica respecto a la responsabilidad política ante este episodio. ¿Tienen que ser organizaciones como la Confederación Hidrográfica del Júcar las que tienen que alertar los políticos o son los políticos los que tienen que consultar a estas organizaciones?
La comunicación entre ellos ha fallado, obviamente, porque, por muy indolente que sea un político, si le dicen que cuatro veces el río Ebro desembocará en Paiporta, pasará alguna cosa. Evidentemente, ha faltado gente capaz de trasladar la importancia de los hechos que se estaban produciendo a los actores que tenían que tomar decisiones para salvar vidas.
¿Cuál es su reflexión personal sobre la tarea de los medios de comunicación?
Que son necesarios, sobre todo los de proximidad. Porque, de cara a la noche, la programación de À Punt se convirtió en un seguimiento en directo de la DANA y la gente empezó a telefonear pidiendo ayuda en directo. Esto ha sido un gran ejemplo de cómo es de necesario un medio de proximidad. Pero evidentemente, en la cadena de la transmisión de información ha fallado algo de manera muy estrepitosa porque el mensaje no llegó a la población. Sin embargo, la reflexión, en primer lugar, tiene que ser de los políticos. Son ellos los que tienen la responsabilidad de proteger y salvar las vidas de sus ciudadanos y esta vez han fallado completamente. Yo no sé si algún día podremos entender qué pasó. Los políticos tenían una herramienta que no se ha utilizado cómo es enviar un mensaje a todos los móviles de las zonas afectadas. Solo al haber avisado a las 18:00 que la gente subiera a los pisos superiores y que no bajaron a buscar los coches se hubieron salvado vidas. Habría habido muertos, porque es inevitable, pero nunca 223, esto es inaceptable en 2024.