Entrevista a Iñaki Comas

«No proteger a la población vulnerable nos ha perjudicado a todos»

Investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC)

Iñaki Comas

Según la línea temporal de la pandemia del nuevo coronavirus esbozada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 31 de diciembre de 2019, su delegación en China recogía una información procedente de la Comisión Municipal de Salud de Wuhan en que se apuntaba a la proliferación de casos de una neumonía viral en esta misma ciudad. Nos encontramos a escasas semanas del primer aniversario de este hecho y durante este año, la colaboración internacional en la investigación científica sobre el SARS-CoV-2 nos ha permitido conocer mejor sus mecanismos de dispersión y de contagio. Aun así, y a pesar de las recientes noticias que sitúan vacunas efectivas a disposición de la población en menos tiempo del esperado, parece que las medidas de distancia social y de control de desplazamientos y movilidad nos acompañarán todavía una buena temporada como principal estrategia para allanar la curva de contagios.

Según nos explica Iñaki Comas, investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV), el nuevo coronavirus no acumula mutaciones con demasiada frecuencia ni, de momento, de forma preocupante. No obstante, su monitorización resulta esencial para conocer cómo es el virus que circula por áreas geográficas concretas y, por tanto, saber si determinadas cepas han logrado «escapar» a las restricciones y por qué. Iñaki Comas pertenece a la Unidad de Genómica de la Tuberculosis del IBV, centro adscrito al CSIC, y a raíz de la crisis del coronavirus, su equipo se unió a otros del Instituto de Biología Integrativa y de Sistemas (I2SysBio, UV-CSIC) y de la Fundación para el fomento de la investigación sanitaria y biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO) para crear el consorcio SeqCOVID, cuyo principal objetivo es hacer un seguimiento del virus a través de la secuenciación de su información genómica. Además de las instituciones ya mencionadas, participan en este consorcio unos cuarenta hospitales de toda España, bien mediante el envío de muestras o bien realizando las secuenciaciones con sus propios recursos. A fecha de hoy, el consorcio ha secuenciado cerca de 4.900 muestras procedentes de pacientes, cuyos resultados han arrojado luz sobre el desarrollo de la epidemia en este país.

El pasado 30 de octubre, SeqCOVID publicaba el informe «Una perspectiva genómica de la pandemia: lecciones en salud pública»; en este, a partir del análisis de la información genómica de muestras procedentes de 2.170 pacientes, se exponían los factores clave en la dispersión de determinados genotipos del coronavirus en España durante la primera ola. Casi simultáneamente, se publicaba un estudio liderado por científicos de la Universidad de Basilea (Suiza) y realizado con la colaboración, entre otros, de Iñaki Comas y del consorcio SeqCOVID, en que se señalaba una nueva variante del SARS-CoV-2 surgida en el noreste de España a finales de junio y que se estaba extendiendo por toda Europa rápidamente. Si bien en este caso se trata de un preprint (un artículo todavía no sometido a la revisión de expertos previo a su publicación en una revista científica), sus resultados nos muestran la utilidad de la epidemiología genómica para seguirle la pista al virus (y, por ende, ajustar las medidas a su grado de incidencia). Sobre este proyecto, la información que nos aporta, así como las dificultades para llevarlo a cabo, hablamos con el investigador Iñaki Comas.

¿Qué hechos favorecieron la entrada y la dispersión del nuevo coronavirus en España?

Hubo una serie de eventos muy al principio de la epidemia, cuando los primeros casos se empiezan a reportar en Europa, que favorecen la entrada bastante temprana del coronavirus en el país. Previamente hubo una serie de casos importados de Alemania, que fueron aislados en las Islas Baleares, pero estos no tuvieron un efecto grande. En cambio, luego hubo una serie de eventos que sí tuvieron un impacto a lo largo plazo en la epidemia en España. Entre estos, la introducción del virus desde Italia, por lo menos a través de dos vías: el partido de futbol entre el Valencia y el Atalanta, y la feria de arte ARCO de Madrid. En estos casos, se trata de la misma variante genética del virus, el mismo genotipo, y saber eso nos permitió ver es cómo esa variante continuó extendiéndose en el país y ver los casos secundarios asociados a España. Esa variante genética causó el 30 % de los casos en la primera ola en España; de hecho, en la primera semana de marzo representaba un 60 % de las muestras que nosotros secuenciábamos. Por tanto, si bien no todas las introducciones del virus en España tuvieron éxito, algunas lo tuvieron mucho, y esos son los casos más claros.

«Una variante genética del virus que se introdujo desde Italia causó el 30 % de los casos en la primera ola en España»

¿De qué manera contar con la información genómica del virus nos puede ayudar a contener la pandemia?

La información del genoma nos ayuda de diferentes maneras: nosotros interrogamos al genoma de virus que han infectado a miles de pacientes y los comparamos. Esto nos permite ver cómo de parecido es el virus entre pacientes, entre comunidades o entre países. Así, podemos rastrearlo: más allá de saber cuántos casos hay, sabemos de qué variante genética se trata exactamente y podemos monitorizarla, saber cómo se ha movido, qué relaciones tiene con otras variantes que haya fuera de España, cómo ha entrado, cómo ha salido… De esta forma podemos entender cómo nuestras medidas de control de movilidad y de confinamiento han permitido, o no, controlar el virus. Además, con las secuencias genómicas del virus, obtenemos otro nivel de información muy importante por lo que respecta a mutaciones que pudieran ser relevantes en la biología del virus y, por tanto, relevantes en la epidemia: bien porque el virus se hace más transmisible, o más o menos virulento… Esta monitorización cobrará cada vez más importancia conforme introduzcamos nuevas herramientas de control específicas contra el coronavirus; es decir, antivirales y vacunas. En el futuro, cuando usemos las vacunas, necesitaremos saber si el coronavirus está escapando de ellas. Además, también tenemos que saber si las vacunas que se están diseñando van a tener la misma eficacia contra todas estas variantes genéticas o no.

¿Suponen las mutaciones en el virus una dificultad añadida para encontrar una vacuna eficaz?

Por lo general, todos los virus mutan y este no muta especialmente más que otros; de hecho, muta menos que la gripe, por ejemplo. Por tanto, no debemos asustarnos, porque la mayoría de las mutaciones no tienen ningún tipo de efecto. Ahora bien, evidentemente a veces hay algunas que sí que pueden tenerlo y eso es lo que estamos monitorizando. En el caso de los visones de Dinamarca, por ejemplo, hemos visto que el virus acumula mutaciones en una proteína del genoma que es importante para la interacción con las células humanas y, por tanto, puede tener más o menos impacto en la respuesta inmune, pero todavía no lo sabemos. De todas maneras, es difícil que una sola mutación tenga un gran impacto sobre la vacuna. Otra cosa es que se empezaran a acumular muchas más y cambiara toda su capacidad inmunogénica, pero de momento no tenemos evidencia de nada de esto. Además, estamos acostumbrados a lidiar con la variabilidad en virus y en otros muchos organismos patógenos y a adaptar nuestras herramientas. Las vacunas de la gripe son el caso más relevante. Por tanto, hay que saber cómo afectan estas mutaciones, pero no debemos irnos a alarmismos. Ahora mismo, sobre las vacunas lo más importante es saber si alguna de las candidatas llegará a funcionar y a ponerse en el mercado. Entonces ya nos empezaremos a preocupar también de si va a funcionar mejor o peor según las variantes genéticas del virus. Pero, sobre todo, primero tenemos que conseguirlas.

SeqCOVID - Iñaki Comas

Página web de SeqCOVID. Entre los datos que proporciona el consorcio, puede consultarse la cantidad de muestras que se han secuenciado y los repositorios en línea donde se han compartido.

El caso del salto del coronavirus de humanos a visones en Dinamarca que comentaba ha causado también mucho revuelo en las pasadas semanas. ¿Qué nos dice eso de cómo se está adaptando el virus a nuevos hospedadores?

El tema de los visones tiene varias vertientes que son relevantes. Primero, cabe decir que tampoco es sorprendente este salto del coronavirus de humanos a visones: es un virus de mamíferos que ya saltó a humanos en noviembre del año pasado y, por ejemplo, se sabe que también los gatos tienden a ser más susceptibles a este. Es importante monitorizar todo esto desde el llamado «enfoque de una sola salud», one-healt approaches en inglés: es decir, monitorizar todo el ecosistema del virus, ya no solo en humanos, sino en animales y otros patógenos en otro tipo de ambientes. Así, si el virus ha saltado a visones, lo que nos dice la teoría es que se ha tenido que adaptar a ellos y, generalmente, si te especializas en un hospedador, no eres tan bueno otro. Sabemos que, por ejemplo, se ha dado una mutación probablemente para adaptarse mejor al receptor ACE2 de visones, lo cual puede significar que [este genotipo] no esté tan bien adaptado al receptor ACE2 de humanos. Por tanto, no deberíamos asustarnos porque se produzcan mutaciones, pero hay que monitorizarlas y estar muy atentos por si algunas resultan relevantes para nosotros. De momento, realmente la «gasolina» de la pandemia no son las mutaciones en el virus. Llegará el momento en el que tendremos que estar muy atentos a las que vayan apareciendo, pero no debemos alarmarnos.

Del informe publicado recientemente por SeqCOVID, es de destacar que el genotipo del virus predominante en España a inicios de la epidemia quedó casi a niveles residuales gracias al confinamiento de la población en marzo y abril. No obstante, hace poco, un equipo internacional, en el cual también ha participado usted y el consocio SeqCOVID, mostraba en un estudio cómo un nuevo genotipo se originó en el país en junio y es ahora el responsable de buena parte de los casos. ¿Qué nos indica esto sobre la efectividad de las medidas de contención tomadas por los gobiernos a nivel regional, estatal, europeo…?

Efectivamente, nosotros identificamos en esta segunda ola un nuevo genotipo que aparece a finales de junio en el noreste de España. Se trata de un genotipo que forma parte de la diversidad que circulaba por Europa, pero a la vez es suficientemente diferente, y por eso no sabemos exactamente cómo ligarlo: si ya estaba aquí, si fue importado… Y lo que vemos es que aumenta en frecuencia rápidamente, sobre todo asociado a un evento de súper-contagio, los grandes brotes grandes que hubo entre trabajadores de la fruta [en Cataluña y Aragón]. Y ahí ya tenemos ahí una primera lección. El fallo en proteger a la población vulnerable nos ha hecho a todos más vulnerables. No hemos conseguido mejorar las condiciones de trabajo y de vida de estas personas a pesar de saber que son especialmente vulnerables a la infección y a los brotes precisamente por culpa de estas condiciones. La segunda lección que vemos es que este segundo genotipo rápidamente se dispersa por toda España en muy poco tiempo. Y esto lo que indica es que las decisiones sobre movilidad y restricción de movimientos son muy importantes y hay que tomarlas cuanto antes, sobre todo cuando se dan este tipo de eventos de brotes muy grandes. Como este brote no se pudo contener localmente, ahora un 80 % de todo lo que secuenciamos en España es debido a este genotipo. Si este se hubiese contenido, quizás otros genotipos se hubiesen expandido, pero desde luego este no. Poco después, se abren las fronteras por el turismo y vemos entrar este genotipo en diferentes países, en algunos con más éxito y en otros con menos. En países como el Reino Unido, Irlanda o Suiza, empieza a crecer muy rápidamente y a dominar su epidemia; alrededor de octubre, el 43 % de las secuencias que se hacen en el Reino Unido muestran este genotipo en concreto.

«No estamos tomando, ni a nivel nacional ni a nivel europeo, decisiones coordinadas ni suficientemente efectivas para parar el coronavirus»

¿Fue quizás prematura la apertura de fronteras del Estado español a inicios del verano pasado?

Se habla mucho de si España es muy laxa con sus fronteras, pero la llegada de este genotipo a todos los países de Europa nos indica que, en general, ningún país ha sido capaz de controlar el virus. Por tanto, es importante saber que no estamos tomando, ni a escala nacional ni europea, decisiones coordinadas ni suficientemente efectivas para parar el coronavirus. Sobre todo, hay que encontrar la manera de evitar que los casos que llegan a un país produzcan casos secundarios de transmisión local. Es un poco lo que estamos viendo en China: prácticamente el 99 % de los casos que se informan desde allí ahora son importados, pero no hay casos de transmisión local, porque se tiene muy buen control sobre los viajeros. ¿Hasta dónde podemos llegar aquí para controlar a los viajeros? Es más difícil, evidentemente, porque estamos en un espacio común europeo, espacio Shengen, etcétera. La otra lección importante es que no solo España la que exporta la variante genética: una vez está en Europa, entre dos países también se la pasan. Por tanto, no es un problema simplemente de que hayan venido turistas y se lo hayan llevado, si no de que la movilidad en general dentro de Europa ha generado esta porosidad que permite a estas variantes aparecer. Por ejemplo, hace dos semanas hemos visto una nueva variante en Francia, que ya ha llegado a España y ya a muchos otros países de Europa. Volvemos otra vez a lo mismo: no es un fenómeno de España; estas variantes son marcadores de lo que nos está ocurriendo y lo bien o lo mal que estamos controlando la dispersión del virus.

Respecto a las medidas de restricción de la movilidad que se han tomado en las últimas semanas (toques de queda, confinamientos perimetrales…), ¿están sirviendo realmente para contener el virus a niveles deseables?

Yo no soy experto en salud pública y epidemiología, pero lo que está bastante claro es que estas medidas van a reducir el número de contagios pero de forma muy limitada. Vamos a aplanar la curva muy lentamente. Hace poco leía que, si se quiere ganar dos semanas al virus, hay que implementar medidas que duren dos semanas y que sean tan restrictivas como mala sea la situación epidemiológica. En nuestro caso, estamos mal y necesitamos medidas muy restrictivas. Hay un problema generalizado al que tenemos que encontrarle la solución y es que se da mucha transmisión en espacio cerrado. Ahora mismo, es donde se producen la gran mayoría de las transmisiones y, además, está cada vez más claro que la transmisión aérea existe. Por tanto, no es tanto el contacto directo, cercano, entre dos personas, sino que, además, el virus en determinadas condiciones se queda en el aire y aunque no esté la persona contagiosa en la habitación, puede darse el contagio. Por tanto, es importante que esto se sepa. Hay que encontrar la manera de mejorar los espacios cerrados y promover leyes para que las reuniones se hagan con mascarilla y con distancia de seguridad y siempre con ventilación. Y lo mismo con bares y restaurantes. La única manera de protegernos es mantener no solo la medida que nos viene bien, sino todas: la mascarilla, la distancia, la ventilación, la higiene… Porque ninguna es perfecta, eso lo sabemos, pero todas juntas son bastante buenas.

«La epidemiología genómica es muy útil para el control de epidemias y así lo estamos demostrando»

En vuestro informe, señaláis la importancia de contar con bastantes muestras de pacientes para hacer una monitorización adecuada del virus. No obstante, obtenerlas no resulta tan fácil. ¿Con qué dificultades os encontráis?

Más de treinta hospitales trabajan con el consorcio SeqCOVID, y bien nos envían las muestras a Valencia o las secuencian ellos mismos, pero esto último ocurre en pocos casos. Ahora mismo, no hay muchos hospitales que tengan capacidad para hacerlo. Para obtener las secuencias genéticas, usamos los restos de diagnóstico de las PCR, una muestra muy conveniente porque no se compite con la necesaria para el diagnóstico, y aquí la procesamos en su totalidad. Así, pedimos a los hospitales que nos manden grupos de muestras regularmente. Algunos hospitales lo hacen, pero muchos otros no, a causa de múltiples problemas. Para empezar, la disponibilidad de recursos. Si están diagnosticando, no tienen tiempo para preparar muestras para un proyecto de investigación. Y en ese sentido, entender esto como un proyecto de investigación y no como parte de la vigilancia epidemiológica, hace que no se sientan con la obligación de hacerlo. Esto se entiende, ya que están muy sobrepasados por la carga asistencia y de diagnóstico. El otro de los problemas es que, si bien hasta ahora podíamos usar estos restos de muestras, ahora muchos de los diagnósticos que hacen en los hospitales se quedan la muestra completa, por lo cual necesitamos muestra adicional. La muestra de coronavirus es infecciosa y si no está extraída, requiere todo un sistema de bioseguridad para su manipulación que es más complejo, y que nosotros estamos ahora empezando a implementar. Todo esto complica y ralentiza el proceso. Sobre todo, el hecho que no existiera esta infraestructura ya antes y que no esté claramente engarzada dentro del sistema nacional de salud. Si bien hemos tenido éxito, ya que el consorcio, en la primera ola, logró que fuéramos el segundo país de Europa con más secuencias y el cuarto del mundo, es verdad que se están generando muchos problemas que se facilitarían si estuviera todo integrado del sistema nacional de salud.

Usted forma parte de la Unidad Genómica de la Tuberculosis del Instituto de Biomedicina de Valencia. ¿Cómo se ha aprovechado toda esta maquinaria orientada al estudio de una enfermedad como la tuberculosis y se ha puesto al servicio de la lucha contra el coronavirus?

La tuberculosis, a no ser que el coronavirus demuestre lo contrario, es la primera enfermedad infecciosa que causa muertes en el mundo. La mayor parte de los casos se producen en países en desarrollo, porque está muy asociada a la pobreza. Nosotros intentamos aplicar la secuenciación genómica como una herramienta para, por una parte, entender la biología de la bacteria y, por otra, para desarrollar métodos diagnósticos nuevos y también para entender la epidemiología no solo a escala local, sino también a nivel nacional y global. Trabajamos en países con altos índices de tuberculosis como México o Mozambique. Por tanto, tenemos una visión muy global de cómo aplicar la epidemiología genómica para patógenos que tienen una distribución por todo el mundo. Esto, unido a la experiencia en virus que tiene el grupo de Fernando González-Candelas en la Universitat de València, más la gran capacidad de secuenciación que tiene FISABIO, nos hizo pensar que podríamos ser capaces de generar un consorcio que nos permitiera estudiar o identificar la evolución del nuevo coronavirus en nuestro país. Todo esto, junto con las relaciones que mantenemos con otros consorcios internacionales de epidemiología genómica, nos permite ver no solo nuestra epidemia, sino todo el contexto global. Porque si cada uno se quedara solo con sus datos, nos perderíamos el 50 % de la película. Así, lo que hemos hecho ha sido adaptar nuestros proyectos al coronavirus porque la epidemiología genómica es muy útil para el control de epidemias. Creemos que así lo estamos demostrando y así debemos hacerlo, porque hay muy pocos proyectos de este tipo en este país. Idealmente, yo espero que en el futuro este tipo de herramientas y aproximaciones se integren dentro del sistema nacional de salud, de tal manera que la información pueda generarse en tiempo real y así, si aparece alguna variante nueva del virus, esta pueda detectase cuanto antes.

© Mètode 2020
Periodista y traductora, revista Mètode.