Jane Goodall: «Si los jóvenes pierden la esperanza, ya podemos darnos por vencidos»
© José Vicente Bernabeu |
«Cuando regresé de Gombe y les expliqué a los académicos de Cambridge que los chimpancés utilizan herramientas, como nosotros, y que son capaces de sentir emociones, me dijeron que eso era imposible, prácticamente me tomaron por loca» |
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La etóloga y primatóloga Jane Goodall llegó el pasado día 10 a Valencia para visitar el Bioparc, donde conoció de primera mano la situación de los animales que allí viven y la acción de los trabajadores del zoológico valenciano en el campo de la investigación y de la divulgación y concienciación ecologista. Acompañada por el secretario de la Fundación Bioparc, Gonzalo Fernández Hoyo, y del director ejecutivo del Instituto Jane Goodall en España, Federico Bogdanowicz, la doctora hizo un recorrido por las instalaciones, que elogió durante la rueda de prensa que ofreció a los periodistas. «He estado en muchos zoológicos del mundo y he de decir que nunca había tenido la oportunidad de ver a los elefantes como los he visto aquí: jugando en el agua, los padres con las crías. Ha sido emocionante», destacó la primatóloga, que vino para presentar su campaña «Razones para la esperanza», en la que colabora activamente la Fundación Bioparc. El itinerario que siguió Jane Goodall se centró especialmente en la zona en la que conviven los chimpancés, una comunidad encabezada por el macho Napoleón y que en 2009 trajo al mundo a Kimbo, el primer chimpancé nacido en el Bioparc. Hoy en día sabemos que los chimpancés, que Jane Goodall empezó a estudiar en 1960 en Gombe (Tanzania), comparten con los humanos el 99% del ADN; pero cuando la investigadora británica viajó allí hace ahora más de 50 años, todavía no se disponía de estos datos. «Cuando volví de Gombe y les expliqué a los académicos de Cambridge que los chimpancés utilizan herramientas, como nosotros, y que son capaces de sentir emociones, como la tristeza o la felicidad, me dijeron que eso era imposible, prácticamente me tomaron por loca», ironizó Goodall. |
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«Igual que hay madres humanas buenas y madres malas, los chimpancés tampoco tratan a todos sus hijos por igual y dan más oportunidades a unos que a otros» |
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Mucho tiempo ha pasado desde entonces y, hoy por hoy, se ha podido comprobar la enorme similitud que hay entre estos simios y el Homo sapiens. La etóloga afirmó que gracias al estudio de los chimpancés, cada vez más humanos son conscientes de la «línea tan difusa» que nos separa del resto de animales y de que también nosotros «pertenecemos al reino animal». «Los chimpancés se parecen tanto a nosotros que pueden ser fantásticos por un lado pero también terribles por otro: igual que hay madres humanas buenas y madres malas, los chimpancés tampoco tratan a todos sus hijos por igual y dan más oportunidades a unos que a otros», explicó Goodall. Quizá por ello, la primatóloga preferiría aprender antes «de los elefantes o de las ballenas» que de los chimpancés. En todo caso, la relación que mantienen los miembros de la comunidad entre sí, el vínculo familiar que establecen, fue lo que le hizo pensar sobre la posibilidad de que esta especie fuera híbrida, con emociones. «Hasta los cinco o seis años la cría puede vivir en el lomo de su madre, dormir con ella y lactar. Después, a partir de los 8 o 9 años, se independizará pero el vínculo permanecerá durante toda su vida, yo he visto a muchos que vuelven a menudo para estar con su madre y con los hermanos, como hacemos nosotros». Razones para la esperanza Durante su intervención, la doctora Goodall enfatizó en la necesidad de que los jóvenes cojan el testigo y se involucren directamente en la protección del planeta. Este es el objetivo del proyecto «Raíces y brotes» (Roots and Shoots), en el que participan jóvenes de más de 130 países. Organizados en grupos, los jóvenes se reúnen de manera periódica para debatir sobre los problemas que se padecen en su entorno o lejos de casa y planifican proyectos para darles solución, con iniciativas ligadas a la protección del planeta, el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo sostenible. Según destacó Goodall, en el mundo hay más de 16.000 grupos de estudiantes, 42 de ellos españoles, que trabajan para promover el desarrollo sostenible en Senegal, con acciones de concienciación y conservación del medio ambiente. Desde España también se ha promovido el rescate y la rehabilitación de hábitats de chimpancés en el Congo y también se ha lanzado la campaña «Movilízate por la selva», que promueve el reciclaje de teléfonos móviles. Según denunció Federico Bodgdanowicz, en España –un país con 47 millones de habitantes, sin contar a los ciudadanos menores de 10 años– hay más de 56 millones de líneas telefónicas activas. «Si no reciclamos los teléfonos que tenemos en casa y que no utilizamos, indirectamente estamos ejerciendo una presión sobre la fuente de minerales necesarios para la fabricación de teléfonos» y dando alas a los grupos de guerrilleros que actúan en países como la República Democrática del Congo. Allí, las compañías de teléfonos móviles ejercen una fuerte presión sobre la población del país, empleando a niños para que trabajen en las minas de extracción de coltan, un mineral muy preciado que provoca cada año decenas de miles de muertos. «Es algo así como un holocausto europeo, y aquí no nos enteramos de nada», denunció el director ejecutivo del Instituto Jane Goodall en España. |
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«Los proyectos que llevamos a cabo en Tanzania funcionan porque nosotros no llegamos allí para explicarles como se tienen que hacer las cosas o como las haría un occidental sino que establecemos una relación de confianza con los ciudadanos» |
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La clave para cambiar esta situación está en los jóvenes. «Si los jóvenes pierden la esperanza, más vale que nos demos por vencidos», afirmó la activista de 78 años. Jane Goodall hizo así una llamada a todos aquellos jóvenes que están «apáticos, deprimidos sobre el futuro, enfadados e incluso violentos porque creen que no pueden hacer nada» a implicarse activamente en la mejora del planeta. En este sentido, la primatóloga defendió la tarea que están llevando a cabo en Tanzania, donde mediante un sistema de microcréditos, la organización está facilitando la ejecución de proyectos a nivel local. «El 96% de los microcréditos son devueltos y el proyecto funciona porque nosotros no llegamos allí para explicarles como se tienen que hacer las cosas, o como las haría un occidental», matizó Jane Goodall, «sino que establecemos una relación de confianza con los ciudadanos, damos herramientas a las mujeres para que se empoderen y que sus hijas puedan ir al colegio». «Está claro que hay muchos problemas en el mundo, mucha deforestación, mucha contaminación y un exceso de población», concluyó la doctora, «pero todavía quedan razones para la esperanza: el cerebro humano, la resistencia de la naturaleza, la fuerza de la juventud y el indomable espíritu humano». José Vicente Bernabeu Pardo. Estudiante de Periodismo de la Universitat de València. |