¿Ha funcionado el Plan Sur?
El cambio del cauce del río Turia salva la ciudad de València de la DANA a excepción de las pedanías del sur
Después de la terrible DANA que ha azotado la provincia de Valencia, son muchos los que aplauden el proyecto de la época franquista, el Plan Sur, puesto que afirman que ha cumplido el propósito inicial de salvar la ciudad de una gran avenida, como fue la del 29 de octubre pasado.
El Plan Sur fue una de las obras de ingeniería con más repercusión de toda España. El cambio de cauce del río Turia provocó que más de 300 hectáreas y unas 800 viviendas fueron expropiados. L’Horta de Valencia y su gente fueron los grandes afectados de esta expropiación que muchos consideran lucrativa más que social. Este plan presentó su anteproyecto en 1958, después de la riada de 1957, y empezó sus obras en 1965, como solución para posibles futuras avenidas en la ciudad de Valencia. Sin embargo, y después de la DANA que hemos sufrido, ¿se podría decir que esta modificación del cauce del río Turia ha supuesto el beneficio de unos y el calvario de otros?
«Es la gran pregunta», afirma Iván Portugués, profesor de Geografía de la Universitat de València. Según Portugués, «el Plan Sur ha funcionado si hablamos estrictamente de la parte técnica. Ha cumplido su principal objetivo: poder asumir un caudal de hasta 5.000 metros cúbicos por segundo, que era la capacidad máxima prevista, a pesar de que con esta DANA ha llegado a conducir una poco más de 2.000 metros cúbicos por segundo».
El nuevo cauce ha sido capaz de vehicular el agua y no ha habido desbordamientos en el nuevo canal del Turia y, por tanto, el profesor opina que «su función hidrológica técnica se ha cumplido». Aun así, Iván Portugués añade que «también se ha demostrado un claro efecto barrera».
«El Plan Sur es hijo de su época, se realizó durante una etapa de dictadura tecnócrata donde estas gran obras (presas, canalizaciones, desvíos de ríos…) eran una muestra de poder técnico y económico, que resultaban muy mediáticas. Ahora estamos en otro contexto», explica el profesor de Geografía. Sobre todo por la normativa europea que obliga a realizar obras respetuosas con la natura. «Las canalizaciones tienen, normalmente, efectos perversos. Suelen tener soluciones en lugares puntuales pero generan afecciones aguas arriba o aguas abajo», puntualiza el profesor.
Barrancos
Con el Plan Sur, la geomorfología y la hidromorfología de la zona se modificaron del todo. Por ejemplo, el recorrido natural del barranco de la Saleta, que se desbordó la tarde del 29 de octubre, una vez abandonaba Aldaia y Alaquàs era llegar hasta lo que ahora es el Parque y Centro Cultural de la Rambleta, a la otra parte del nuevo cauce, y después continuaba por la Cruz Cubierta hasta el mar. «Esta era la trayectoria habitual de los desbordamientos», explica el profesor de Geografía.
Aun así, una vez se construye el Plan Sur, «las aguas que salen de la Saleta no pueden desaguar en el cauce del Turia porque lleva un nivel muy elevado de aguas y la conexión es de baja capacidad», explica Iván Portugués. La Saleta no puede conducir todas las aguas al Turia y el mismo río impide que entre más agua por su nivel. «Además, tenemos los muros de la autopista V-30 y los muros de contención del canal, de forma que estas aguas desbordadas se encuentran con la barrera y van hacia abajo siguiendo la autovía y se incorporan a las pedanías del sur como La Torre, Horno de Alcedo y Castellar-El Oliveral, que se han visto tan afectadas por la DANA. Y además entran en Benetússer y se unen a las aguas que se habían desbordado en Picanya y Paiporta».
#DANA #Valencia esto es la V30, un río, y el cauce nuevo del Turia al lado..
barrio de la Torre inundado y ese agua no desembalsa @GVA112 @apuntoratge @marcredondo pic.twitter.com/8ZFdFxDwYk— JoseMa. (@JMstation) October 29, 2024
Estos barrancos no siempre están muy dibujados ni muy marcados, «son de límites difusos» explica Portugués. A veces las aguas salen y crean un flujo secundario que vuelve a entrar al barranco. Hay flujos divergentes y convergentes, es decir, a veces el barranco es más ancho y a veces más estrecho. «Antes de salir por un lugar determinado, el barranco inundaba [fase de laminado] zonas de huerta de forma más o menos lenta». ¿Qué es lo que pasa en la actualidad? Al haber impermeabilizado los espacios próximos a las riberas, los espacios de cuenca baja, «cuando el agua sale al barranco y encuentra una superficie asfaltada, lo que hace es filtración 0 y coge velocidad, con una gran capacidad enérgica porque no tiene capacidad de erosionar y, por lo tanto, su poder destructivo es mayor. Si encuentra espacios como calles, todavía coge más fuerza y se incrementa la velocidad».
Un arma de doble filo
Con los desvíos lo que se hace es «ir trasladando el problema», explica Portugués. «Con el Plan Sur el peligro no se elimina, sino que se traslada al sur, se crea una barrera en la ciudad de València pero el problema continúa, solo que más abajo». Una situación que ha experimentado de primera mano Empar Puchades, presidenta de la Asociación Vecinal de Castellar-El Oliveral en València, que fue expropiada por el Plan Sur en los sesenta al hacer el nuevo cauce del río Turia. Hoy, lamenta que, además de haber sido expropiada en aquel momento, ahora también ha sido afectada por la DANA. Una expropiación que se hizo precisamente para evitar nuevas riadas. La DANA dejó su jardín y la huerta de su casa inundados con cerca de un metro de agua, pero da gracias de no tener más pérdidas materiales o de otro tipo: «El centro de la pedanía lo ha pasado peor que yo», añade.
Según ha explicado el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) en la red social X, «la canalización del Turia ha ayudado a que en València ciudad no se hayan dado graves problemas, pero, en parte, también ha desviado el problema hacia el sur de la ciudad, que ha sido la zona más afectada y dónde también fueron a parar otros riachuelos y barrancos con volúmenes de agua inmensos». Ni los canales ni los muros de contención habrían podido contener en ninguna parte estos volúmenes de agua que llegaron a la Ribera Baixa y l’Horta Sud, «así que no podemos decir que la canalización haya sido la “salvación” ni nos sirve como método para prevenir futuras avenidas», afirma CREAF.
El nuevo lecho del río envió las aguas hacia las pedanías, por eso, el geógrafo y profesor de la Universitat de València, Carles Abelardo Sanchís, afirma que «el cambio del cauce del río Turia ha beneficiado en cierto modo en la ciudad de València, pero imposibilita la evacuación del agua del eje Poçalet-Saleta-Rambleta y envía las aguas a las pedanías del sur de la ciudad».
Aun así, el origen de la devastación de la comarca de l’Horta Sud ha sido la Rambla de Poyo. El geógrafo y profesor de la Universitat de València, Joan Carles Membrado, explica que «el nuevo cauce del Turia ha causado daños colaterales, pero la principal causa de la destrucción en l’Horta Sud ha sido la potencia con la que bajaba la Rambla de Poyo (conocida en l’Horta Sud también como barranco de Chiva), y la intensa impermeabilización del suelo en terrenos que fueron de huerta en el pasado, y que hoy han sido sellados, penetraban en la tierra y se disipaba la barrancada. Ahora el terreno no absorbe, porque está sellado, y el agua corre y arrasa con todo aquello que coge».
Pero todavía podría haber sido mucho peor. Según Iván Portugués, «es cierto que la tormenta se acercó a Los Serranos, especialmente en la zona de Chera y Pedralba. Si la tormenta se hubiera acercado al núcleo de esta comarca y a las ramblas de Llíria la cosa hubiera sido todavía más escandalosa para el Turia y estaríamos hablando de cauces más superiores».
Por lo tanto, los expertos concluyen que, desde el punto de vista técnico, el Plan Sur ha funcionado, ha salvado la ciudad compacta, es decir, los barrios de la ciudad que se sitúan del río para adentro, pero no las pedanías del sur. El efecto barrera del Plan Sur ha trasladado el problema.
Posibles soluciones
En el momento de la riada del 1957 el régimen franquista quiso poner solución al problema sin tener en cuenta temas medioambientales ni sociales. «El interés local se sacrificó en detrimento del interés general», explica Carles Sanchis.
Cuando se canaliza lo que se hace es disminuir la rugosidad del cauce y aumentar la velocidad de las aguas y su capacidad enérgica. La normativa europea especifica que tenemos que seguir el camino hacia una recuperación de los ecosistemas fluviales, de la conectividad, etc. «Este tipo de soluciones duras y clásicas como la canalización, cuyo único objetivo es intentar que las aguas no se desbordan y aumentar el caudal, no tiene ningún tipo de consideración ambiental ni de recuperación de espacios», afirma Portugués.
Por eso, alrededor del año 2008 se desarrolló un proyecto para el barranco de la Saleta que implicaba desviar el barranco y conectarlo con el nuevo lecho del Turia. Carles Sanchis afirma que «este proyecto estaba preparado para ejecutarse, pero por cuestiones o conflictos entre la administración de la Generalitat Valenciana y la Confederación Hidrográfica del Júcar no se acabó realizando». Posiblemente la Ley de l’Horta impidió también la realización del proyecto por los trazados sobre los terrenos de campo y cultivo.
Entonces, ¿hacia donde tienen que ir las soluciones? ¿Cuál es el camino a seguir? «Dar una solución única es muy simplista y muy peligroso, porque estas ramblas son difíciles y para problemas complejos hacen falta soluciones complejas», explica Carles Sanchis. «No existe una solución única, es un caso muy complicado y haría falta una combinación de soluciones», coincide Iván Portugués.
Los expertos afirman que la canalización se queda relegada al pasado y se tienen que buscar soluciones más alineadas con el respeto medioambiental. Carles Sanchis explica que se tienen que tener en cuenta «desde aspectos educativos, hasta aspectos de encajamiento y de obras que no tendrán un formato de canal de hormigón rígido, sino que tendrán otros formatos más respetuosos con el medio natural que serán igual de seguras».
Por eso, Iván Portugués explica que se tienen que recuperar las zonas de desbordamiento habituales, «las vías de desagüe se tienen que rescatar». Ya hay algunos casos de éxito, explica el CREAF: «Se ha demostrado como la retirada de canalizaciones y el retorno del río al canal natural están evitando inundaciones, como en el caso del tramo final del río Arga, a Navarra».
Los espacios de inundación antes eran la huerta, «ahora se podrían implementar espacios verdes, como parques inundables que estén pensados para cuando baja el barranco y se puedan inundar» afirma Portugués. Desde el CREAF explican que «en estos márgenes del río no puede faltar la vegetación autóctona, el clásico bosque de ribera, porque hace de freno al agua que baja y es el que nos ayudará a controlar la velocidad del río de manera estable a lo largo de los años».
¿Y para las zonas que ya están urbanizadas? «En este caso habría que plantear alternativas como la deconstrucción que consistiría en derrocar aquellas zonas que están más expuestas», afirma el profesor de Geografía. El CREAF también hace referencia a esta solución y explica que «para disminuir las consecuencias de las riadas hace falta que los cauces no estén ocupadas por edificios o muros de contención y que tengan márgenes suficientemente anchos para crecer y decrecer».
Son soluciones un tanto drásticas, y una alternativa podría ser la permeabilización de los suelos, favoreciendo la capacidad de absorción del agua, así como la construcción de tanques de tormentas que se llenan como piscinas vacías. «Es un sistema que ya está funcionando en mucho municipios y que cuando se llena, después el agua se puede reutilizar», explica Portugués. Son medidas estructurales pero, en opinión del profesor, «no tan nocivas como las clásicas de canalización». Se trata, según Portugués «de actuar más en la exposición que no en el propio peligro».