La muerte de un amigo produce una gran tristeza. Si, además, el amigo te ha acompañado en la mayor parte de los buenos y malos momentos de los últimos treinta años es difícil describir lo que se siente, pero se tiene la certeza de que se le debe un recuerdo público. Luis Estañ Yago (Yecla, 1959), profesor titular de Farmacología de la Universitat de València, murió en la noche del 23 de noviembre como consecuencia de un accidente estúpido –todos lo son– al atragantarse con la comida, y nos ha dejado a cuantos lo conocimos sumidos en la consternación. Es fácil hablar bien de los que se van, pero el mérito de Luis es que todo el mundo habló bien de él cuando estaba vivo. Y era justo, porque Luis derrochó generosidad con los demás, con su familia, con sus amigos, sus compañeros, pero de forma especial con sus alumnos. Luis llegó al Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina y Odontología cuando era estudiante de quinto curso de Medicina. Venía de Alicante, donde había cursado los primeros años. Trabajamos juntos desde el primer día, fui su director de tesina y de tesis doctoral y nos ayudamos mutuamente en todos y cada uno de los avatares de nuestra vida académica. Persona de clarísima vocación docente, tenía una gracia especial para transmitir la farmacología, pero sobre todo para empatizar con los alumnos, que lo adoraban. Los estudiantes que lo han tenido como profesor, especialmente en prácticas (a él le encantaba dar clases prácticas), no podrán olvidar su forma particular de enfocar algunos temas, ni el contenido de los mismos. Luis no era persona que dejase a nadie indiferente, su lealtad, sus extraordinarias habilidades sociales y su permanente disposición para encontrar solución a los problemas, sobre todo si eran de los demás, ha hecho que seamos muchísimos los que tenemos motivo para estarle agradecidos y para recordarlo como una persona inteligente, íntegra, bondadosa y con una facilidad especial para eliminar tensiones y crear consenso. Su tendencia natural era perdonar, incluso cuando algunos le pusieron trabas, más allá de lo razonable, para el desarrollo de su carrera académica supo aceptar la situación, no tirar la toalla y conseguir su objetivo olvidando acciones y omisiones hasta el punto de que algunos de los que lo obstaculizaron han sido más tarde beneficiarios de su ayuda y colaboración. Luis es autor del artículo «Fármacos contra el dolor» en el monográfico sobre dolor del último número de la revista Métode. Comenté con él el contenido del monográfico y debatimos sobre la conveniencia o no de tratar el dolor psíquico, el que produce por ejemplo la pérdida de un ser querido. Paradojas del destino, decidimos no tratarlo y pocos días después tuvimos la desdicha de experimentarlo de forma intensa. La pérdida es irreparable y aún estamos intentando aceptar el sinsentido de su muerte, pero las personas permanecen vivas mientras se las recuerda, y seremos muchos los que, junto con su mujer, sus hijos Elena y Luis, y su madre, recordaremos a Luis siempre, y el dolor que ahora sentimos se verá atenuado, porque, como dejó dicho el poeta, «…que aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo su memoria». Francisco J. Morales Olivas. Catedrático de Farmacología de la Universitat de València. |
© Mètode «Es fácil hablar bien de los que se van, pero el mérito de Luis Estañ es que todo el mundo habló bien de él cuando estaba vivo. Y era justo, porque Luis derrochó generosidad con los demás»
© Mètode «Persona de clarísima vocación docente, Luis Estañ tenía una gracia especial para transmitir la farmacología, pero sobre todo para empatizar con los alumnos, que lo adoraban» |
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