«Interstellar»: ciencia y licencias
Hablamos con José Antonio Font, especialista en astrofísica, sobre la última producción cinematográfica de Christopher Nolan
«El cine y la ciencia: crónica de un desamor». Así titulaba Manuel Moreno Lupiañez su artículo publicado dentro del número «Fotogramas de ciencia», todo un monográfico de Mètode dedicado a la reflexión sobre la ciencia y el cine. Los frecuentes deslices presentes en superproducciones cinematográficas y el escaso rigor con que la ciencia y la tecnología son ilustradas en la gran pantalla pueden dar esta imagen de ciencia y cine como dos mundos incompatibles y antagónicos. Pero, ¿es un problema particular de esta área del conocimiento o podemos llegar a conclusiones similares si analizamos el tratamiento que, por ejemplo, han recibido la historia, la antropología o las ciencias jurídicas? Para José Antonio Font Roda, doctor en Física especializado en astrofísica y profesor de la Universitat de València, «posiblemente si un experto en derecho analiza una película que trate sobre juicios y abogados llegue a la misma conclusión, que derecho y cine son dos mundos incompatibles».
«’Interstellar’ contiene un buen número de aspectos científicos que la hacen muy interesante para los que nos dedicamos profesionalmente a la investigación en relatividad y gravitación» (J. A. Font)
Uno de los temas más frecuentes en la ficción científica en la gran pantalla es la exploración y conquista del espacio. Como explica Javier Memba en La nueva era del cine de ciencia-ficción (1971-2011) (T&B Editores, 2011), «lo propio de la ciencia-ficción, tras 2011: Una odisea del espacio, serán las space operas. Es decir, los filmes cuya acción se desarrolla íntegramente en el espacio». En las últimas semanas ha copado las carteleras una película que se ajusta totalmente a este perfil: Interstellar. Esta obra de Christopher Nolan es la que protagoniza nuestra conversación con José Antonio Font. Para el especialista en astrofísica la película «contiene un buen número de aspectos científicos que de forma natural la hacen muy interesante para los que nos dedicamos profesionalmente a la investigación en relatividad y gravitación». Pero pese a que la ciencia tiene un peso muy importante, José Antonio Font indica que la ficción todavía tiene más presencia. Como ejemplo, la presencia de un agujero negro supermasivo en las proximidades de Saturno. «Es pura ficción», asegura. «De la misma forma, la mera existencia de agujeros de gusano a través de los que se pueda viajar es más que dudosa, porque su creación conlleva un cambio de la topología espacial del espacio-tiempo. De hecho, nuestra comprensión actual de la naturaleza niega incluso su existencia».
«Contar con un comité asesor para realizar películas que traten aspectos científicos es sin duda una buena idea y, en el caso de «Interstellar», ha sido clave para ayudar a obtener un resultado final excelente» (J. A. Font)
Pero José Antonio Font no quiere calificarlos como errores, sino como «licencias artísticas que ayudan a dotar a la trama de cierta coherencia». Errores serían la existencia de hielo en las nubes de la atmósfera de uno de los planetas que visitan los astronautas; la ausencia de colores en el disco alrededor del agujero negro, cuando debería mostrar el desplazamiento Doppler del espectro electromagnético hacia el rojo y el azul; o la hipotética presencia de planetas habitables en las proximidades de ese disco de acreción, una estructura que emite rayos X. En contrapartida, José Antonio Font afirma que Interstellar tiene muchos aciertos y los concreta en cuatro: cruzar el horizonte de sucesos de un agujero negro, la representación del agujero negro supermasivo en rotación, la dilatación temporal gravitatoria y las olas gigantes del planeta Miller. Sobre cruzar el horizonte de sucesos de un agujero negro, puntualiza que «esto siempre es posible. Lo que ocurre es que si el agujero negro tiene una masa del orden de la del Sol el astronauta no sobrevive al proceso, mientras que si el agujero negro es supermasivo el astronauta no experimenta nada especial desde el punto de vista gravitatorio y puede sobrevivir».
Y añade, «el lector interesado en profundizar en la explicación de todos y cada uno de los conceptos físicos que se discuten en Interstellar está de enhorabuena, pues el propio Kip Thorne, asesor científico de la película además de productor ejecutivo, acaba de editar un libro de divulgación en el que se proporcionan todas estas explicaciones». El libro se titula The Science of Interstellar (W. W. Norton & Company, 2014), pero parece que una obra anterior del mismo autor, Agujeros negros y tiempo curvo: el escandaloso legado de Einstein (Crítica, 2000), fue el punto de partida de la película. Thorne y Nolan han trabajado codo con codo en esta producción, «uniendo el rigor científico del primero en la descripción y visualización del espacio-tiempo de un agujero negro con el dominio cinematográfico del segundo en el uso de imágenes visuales de impacto y en la forma de contar una historia», explica José Antonio Font. «Contar con un comité asesor para realizar películas que traten aspectos científicos es sin duda una buena idea y, en el caso de Interstellar, ha sido clave para ayudar a obtener un resultado final excelente», afirma.
«En el fondo de la película hay un mensaje de profunda preocupación sobre la supervivencia de nuestra especie» (J. A. Font)
Cuando se habla de cine y ciencia, también resulta interesante estudiar la imagen que se da del científico: en clave masculina y fiel a determinados arquetipos como «sabio loco», «aprendiz de brujo» o «aventurero heroico y mártir». Lo explicaba Jordi José en «Científicos a 24 fotogramas por segundo». En el caso de Interstellar, sin embargo, se huye de estereotipos, asegura José Antonio Font, excepto en contadas ocasiones: «hay un breve clímax en el que la científica Murph, con gran alegría, grita «¡Eureka!» y actúa de modo excéntrico lanzando al viento los folios con todos sus cálculos. Esta escena ejemplifica el cliché del científico loco en todo su esplendor». En Interstellar el científico también deja de ser un personaje de exclusividad masculina. La presencia femenina en la película es muy activa, con la ya citada Murphy Cooper y la astronauta Amelia Brand, personajes clave en el desarrollo de la trama y en su desenlace.
Pero más allá del uso de ideas y conceptos de la teoría de la Relatividad General; de aciertos, errores y licencias; o de la representación de las y los profesionales de la ciencia, Nolan retrata en esta película las contradicciones de la especie humana, «simultanea su grandeza y su miseria», en palabras de José Antonio Font. «En el fondo de la película hay un mensaje de profunda preocupación sobre la supervivencia de nuestra especie, unido al hecho de que ésta parece que pasa porque seamos capaces de salir de nuestro planeta en busca de otros mundos habitables. Aunque el mensaje de la película es optimista, superar las dificultades para conseguir el idílico «final feliz» que nos propone Nolan parece un objetivo tan fuera de nuestro alcance que no puedo ser otra cosa que pesimista al respecto. Si la solución pasa por que una civilización avanzada o un ser superior coloque un agujero de gusano a nuestro alcance, parece que el futuro es poco alentador». Finalmente, José Antonio Font sentencia: «estoy convencido de que si existe una solución, sólo la investigación en ciencia y tecnología podrá conducirnos a ella. Quizá esa sea la conclusión más firme que uno deba llevarse a casa».