Los daños colaterales del Plan Sur, la primera gran mordida de Valencia a la huerta

La investigación de Ivan Portugués, especialista en el estudio de sistemas fluviales y sus transformaciones, protagonizó la última charla del ciclo «Memoria del territorio», organizado por el movimiento social Per l'Horta

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«Hasta aquí llegó el nivel del agua», recuerdan todavía las paredes de muchas fincas antiguas de Valencia. La riuà de 1957, la gran riada, supuso un punto de inflexión para la ciudad. Está la Valencia de antes, y la Valencia de después. Pero ya no por los daños y pérdidas materiales y personales, sino por la solución escogida para desterrar el río de la ciudad. «El Plan Sur es un caso muy paradigmático y muy particular; una de las obras hidráulicas más importantes de España», manifiesta Ivan Portugués Mollà, doctor en Geografía y especialista en el estudio de sistemas fluviales y sus transformaciones. Y añade: «Es el punto de inflexión del crecimiento de la ciudad, el primer mordisco que le pega a la huerta».

El trabajo de Portugués, que ha dedicado su tesis a la metamorfosis del río Turia a lo largo del siglo XX y principios del XXI, protagonizó este jueves la cuarta y última de las charlas del ciclo «Memoria del territorio: Nuevas miradas sobre el pasado de la huerta», organizado por el movimiento social Per l’Horta y celebrado cada jueves entre el 16 de enero y el 6 de febrero en Ca Revolta (Valencia). La de Portugués es una investigación sobre el río Turia desde un punto de vista geográfico, territorial. Ahora bien, de un territorio «que está olvidado, que ha formado parte del imaginario colectivo pero que prácticamente se ha borrado».

Portugués: «A raíz del Plan Sur, la huerta queda completamente herida y desestructurada, es el primer gran mordisco de la ciudad a la huerta»

 

Pero volvamos ahora a la fatídica riada. Dos semanas después de aquel episodio, el dictador Francisco Franco visitó la ciudad y se interesó por un proyecto que pudiera frenar las crecidas. «El río cruzaba la ciudad y molestaba, ya que se consideraba muy goloso desde el punto de vista urbanístico», afirma Portugués. En enero, tres meses después de la riada, se plantearon ya tres posibles soluciones: la centro, la norte y la sur. La solución centro desviaba solo un tramo. La norte suponía el desvío del río hacia el norte y la conexión con el barranco de Carraixet. Y la sur implicaba bordear la ciudad con un nuevo trazado hasta desembocar en Pinedo.

Esta tercera propuesta para sacar el río de la ciudad resultó ser la elegida; una solución que posibilitaría también la ampliación de las instalaciones portuarias. Era la solución más colosal. «La decisión de emprender el Plan Sur es más política que técnica. Cuentan que Franco preguntó: «¿Cuál es la más cara?»», y esa fue la escogida. De hecho, a pesar de que los trabajos se aprobaron en julio de 1958 por el Consejo de Ministros, las dificultades económicas aplazaron su inicio hasta 1965, y acabaron siete años después. La solución suponía, también, una gran hendidura en la huerta valenciana. «A raíz del Plan Sur, la huerta queda completamente herida y desestructurada, es el primer gran mordisco de la ciudad a la huerta», reitera el ponente, que calcula que el canal devoró por él mismo cerca de 400 hectáreas de este espacio verde.

De una solución hidráulica a una ‘oportunidad’ urbanística

La solución sur –o el Plan Sur, es decir, el desvío del río Turia por un nuevo canal al sur de la ciudad de Valencia como respuesta a la riada extraordinaria de 1957– tenía que ser, en principio, meramente hidráulica. Pero la acompañaron nuevos viales, colectores, la reordenación ferroviaria… Así, se terminó viendo como un plan urbanístico. Por lo tanto, si bien se resolvían antiguos problemas hidráulicos, se abrían nuevos conflictos territoriales, paisajísticos y ambientales, como recoge la tesis de Portugués. El investigador cuenta que el nuevo cauce supuso «una profunda reordenación territorial», con la expropiación forzosa de muchas familias, que fueron desalojadas. Él lo cifra en 836 viviendas afectadas, así como construcciones de interés como la iglesia de Pinedo. «El poblamiento tradicional de L’Horta Sud se resintió», confirma, y añade que otro impacto del Plan Sur son «las fragmentaciones o aislamientos de diversos barrios respecto a los núcleos centrales». Están los casos de Mislata, Quart o Xirivella. Es una segmentación física, pero también psicológia, ya que cambia la percepción de las distancias: «Eso está muy lejos, tenemos que cruzar el río.»

«El Plan Sur creó una disimetría entre L’Horta Nord y L’Horta Sud, en claro detrimento de la segunda»

Otra de las afecciones importantes fue que la red de caminos y carreteras se desdibujó y se simplificó. Ahora bien, se pierde la red viaria de la huerta pero se encajona el nuevo cauce del río entre autovías y más de una decena de puentes le pasan por encima. Además, se traza un nuevo horizonte urbano, ya que cuando se construyó el nuevo canal se estableció un nuevo límite para la ciudad, es decir, cambiaron los límites de expansión. Y en ese nuevo espacio fueron saliendo como setas instalaciones «molestas» o «indeseadas» como depuradoras, Mercavalencia, zonas logísticas y parcelas para el almacenamiento de contenedores para el puerto. «Otra de las consecuencias, perseguida y buscada, fue la posibilidad de expansión del puerto», asevera Portugués.

El Plan Sur también creó una disimetría entre L’Horta Nord y L’Horta Sud, en claro detrimento de la segunda. «Se desnivela el cinturón verde; en cosa de 20 o 30 años, L’Horta Sud está condenada a desaparecer», alerta el investigador. Con todo, Portugués subraya que las dinámicas urbanas actuales no estaban previstas y que los técnicos del momento sí que establecían determinadas zonas verdes que había que respetar, «pero el desarrollismo de los años 60 dice que hay que aprovecharlas, que se tiene que construir». Y continúa así ya en los años 80, en tiempos de democracia. «Se ha urbanizado hasta el mismo borde del canal», recuerda Portugués, añadiendo que predominan eminentemente las actividades industriales. Ante este escenario, ahora queda confiar en el canal como un elemento de contención, como un cordón que corte el paso a la expansión de la ciudad.

Y todavía hay más: la gran riada fue un suceso insólito. ¿Pero qué pasaría si se vivieran de nuevo unas lluvías torrenciales como aquellas y, ahora, sin el filtro que supone la huerta? «No sabemos si un episodio de lluvias como aquel tendría los mismos efectos o incluso peores.»

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«Se ha urbanizado hasta el mismo borde del canal», recuerda Portugués, añadiendo que predominan eminentemente las actividades industriales. Ante este escenario, ahora queda confiar en el canal como un elemento de contención, como un cordón que corte el paso a la expansión de la ciudad. En la imagen, pintadas en defensa de la huerta en el cauce nuevo del río Turia. / Pacopac, Wikimedia

Volver a la ciudad fluvial: «Valencia no se explica sin el río Turia»

Para Portugués, uno de los impactos más importantes del Plan Sur es la alteración «irreversible» del sistema hidrológico. El investigador lamenta que no se suele hablar de la ordenación geomorfológica, a pesar de que la afección «es muy importante». Con el nuevo lecho del Turia, se pierde cualquier rasgo de sistema natural o ecológico. Por eso, el ponente habla de un «no-río» o de un río «invisible». En este sentido, reprocha que la ciudad –o más bien la ciudadanía– no repara en el hecho de que por ahí pasa un río, o que pasaba uno por dentro de la urbe. Y, señalando la fotografía que se proyecta en ese momento en la pantalla, remarca: «No es un río, es un canal y unos viales».

Es evidente que, a su parecer, el desvío del cauce del Turia respecto a su itinerario histórico es sinónimo de muchos inconvenientes sociales y ambientales. Por eso, defiende la recuperación del río para la ciudad: «Hay que recuperar el río, porque la ciudad de Valencia no se explica sin el río Turia». También tiene palabras en diversas ocasiones para el Jardín del Turia, creado en 1986 dentro del antiguo lecho: «El Jardí del Turia no resuelve la afección de perder ese río». Cabe recordar que otras ideas para el uso del viejo cauce eran convertirlo en una autovía urbana o ubicar una estación de ferrocarriles. Pero Portugués insiste: «El Jardín del Turia es un jardín, no un río». Por eso reivindica «totalmente» el viejo lecho, como cuando «éramos una ciudad fluvial», y pone como ejemplo la renaturalización del parque fluvial del Besòs.

En Valencia, hay una propuesta municipal para convertir el nuevo cajero en un verdadero río. Como dijo hace ahora un año el concejal Sergi Campillo en la presentación del trabajo, «Valencia quiere volver a tener río», y añadía que recuperarlo significaba recuperar en parte nuestra historia. El arquitecto Rafael Rivera es el autor de este estudio que pretende reformar el nuevo lecho para que no sea un simple canal de desagüe, sino un verdadero corredor verde, el eje que tiene que vertebrar dos grandes espacios naturales: el Parque de Desembocadura y la Albufera.

Portugués: «El Túria no es un río, es un canal y unos viales»

Ahora bien, una vez más, se tendría que concebir ese espacio desde la perspectiva de la renaturalización y no desde la artificialización. Tendría que ser un parque fluvial genuino, con un río con un cauce mínimo que ‘meandralizara‘ de forma natural y fuera creando esos espacios.

Un enfoque inédito

Como indicó el activista Marc Ferri, de Per l’Horta, en la presentación de la charla de Ivan Portugués, prácticamente no hay publicaciones previas sobre el Plan Sur. Dice el mismo investigador en la presentación de su tesis que «quizás la complejidad de la solución sur ha evitado una reflexión conjunta al fragmentar la convivencia coevolutiva entre el medio fluvial y el urbano». Pero en su investigación se superponen ambos planos, el natural y el social, gracias al trabajo con el archivo técnico de la Confederación Hidrográfica del Júcar y varios materiales inéditos.

La de este jueves fue la segunda charla de Portugués sobre este tema; hasta ahora solo lo había presentado en Italia. Sin embargo, quien tenga interés en sus estudios podrá verlos plasmados en algún momento indeterminado en un libro que ya tiene forma pero que todavía no ha encontrado el momento de ser publicado. Una obra que llevará recuerdos de la Valencia fluvial a unos, y que quizás se la descubra a otros. «Los jóvenes no han conocido otra cosa; tendríamos que empezar por ahí», reconoce Portugués.

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