¿Por qué hay que leer a Darwin?

Charles Darwin, 200 años después

Imagen de Martí Domínguez en su despacho.

Martí Domínguez, director de la revista Mètode, coordinó Darwiniana en ocasión del año Darwin (2009).

En 2009 se celebró el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin. La revista Mètode lo celebró con este monográfico, centrado en diferentes aspectos de la investigación del naturalista, y también con la publicación de su Autobiografía, que estaba inédita en catalán.

Ciertamente, esta efeméride revivió el interés editorial por Darwin y se realizaron diversas ediciones y reediciones. En este sentido, quiero citar dos proyectos muy ambiciosos desarrollados en aquellas fechas: la publicación de sus obras completas, llevada a cabo, por un lado, por la editorial Laetoli y la Universidad Pública de Navarra y, por otro, por las publicaciones del CSIC junto con la editorial Catarata. Durante esos años, se publicaron obras de lo más trascendentales en el pensamiento darwinista, como La fecundación de las orquídeas (Laetoli), La expresión de las emociones (Laetoli), Las formas de las flores (Laetoli), La variación de los animales y las plantas bajo domesticación (Catarata).

 

«La posibilidad de tener las obras completas de Darwin en español parece cada vez más complicada e incierta; sin duda, esto es una lástima y un grave error»

Lamentablemente, con la llegada de la crisis económica, estos dos proyectos se detuvieron. La posibilidad de tener las obras completas de Darwin en español parece cada vez más complicada e incierta; sin duda, esto es una lástima y un grave error. En este sentido, quizás no ha habido por parte de la comunidad investigadora bastante apoyo a estas iniciativas, y a menudo el peso editorial ha recaído demasiado sobre los editores, a los que, a pesar de contar con ayudas institucionales, no les ha salido rentable. Aunque resulte sorprendente, y casi una contradictio in terminis, los biólogos no leen a Darwin.

Esta afirmación, que puede resultar demasiado contundente, hace falta tomársela cum grano salis. Pero si las obras de Darwin fueran lo suficientemente solicitadas por los estudiantes de las carreras de ciencias, o por su profesorado, seguramente no se habría producido esta dimisión por parte de las editoriales implicadas. Podría parecer que la lectura de Darwin es un pasatiempo amable que no aporta gran cosa a una formación moderna investigadora, pero eso es un gran error. La lectura de Darwin abre muchos caminos cómo investigar, sobre cómo afrontar los problemas metodológicos, sobre cómo cruzar ideas y sacar adelante proyectos de investigación. Sorprendentemente, Darwin es muy actual.

Con la publicación del número de Mètode, tratamos todos estos temas, como la peripecia vital del científico de Down. Es un número bien bonito, ilustrado por el gran pintor Willy Ramos, que realizó ex professo unas excepcionales acuarelas. Por tanto, esperemos que no haya que esperar al próximo centenario para hablar de Darwin. Claro que, tal y como van las cosas, tampoco me sorprendería nada.

En 2009 se cumple el segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin y los ciento cincuenta años de la publicación de El origen de las especies. La figura de este científico está ligada directamente a su teoría de la evolución, y en este sentido es sobradamente popular, pero también es cierto que buena parte del resto de su obra es poco conocida.

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