Un equilibrio difícil pero necesario

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Anna Mateu
De izquierda a derecha, Jaime Prats (El País), Martí Domínguez (Mètode), Agustín Domingo Moratalla (UIMP València), José Pío Beltrán (CSIC) y Miquel Calvet (CIBERER). Los participantes en la mesa redonda debatieron sobre las relaciones entre periodismo y ciencia.

La divulgación científica, la divulgación médica y el científico que divulga, tres visiones que ayer por la tarde quedaban representadas en la mesa redonda «La ciencia de la prensa: Retos y tendencias de la divulgación de la ciencia», celebrada en la sede de la UIMP en Valencia. En este acto, donde se presentaba el número 80 de la revista  Mètode, participaron José Pío Beltrán, profesor del CSIC y nuevo presidente de la European Plant Science Organization, Jaime Prats, periodista en El País, y Miquel Calvet, responsable de comunicación del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER). Agustín Domingo Moratalla, director de la UIMP en Valencia, presentó el acto, y Martí Domínguez, director de Mètode, hizo las funciones de moderador de una mesa que pretendía seguir con la tarea de tender puentes entre dos culturas, la humanística y la científica.

En la presentación de los participantes, Domínguez describió a Jaime Prats como un ejemplo del periodista del futuro, donde el periodismo especializado tiende a desaparecer, pero no por ello se pueden dejar de tratar temas especializados. El periodista, por su parte, confesó sentir envidia por Mètode, tanto por el espacio que la revista dedica a la información científica como por el tiempo destinado a trabajar esos contenidos. A Jaime Prats le gustaría huir del periodismo que solamente sigue la agenda marcada, para dar un paso más allá y llegar verdaderamente al periodismo de investigación, al periodismo en mayúsculas. Historias como la epidemia de la legionela en Alcoy o el caso Maeso es lo que le gustaría ver publicado en los diarios, afirmaba, mientras reconocía que esto supone dedicar un tiempo que no siempre es posible en la rutina de los medios convencionales. Sin embargo, es necesario algo más que disponibilidad para saber comunicar ciencia. Alabando a profesionales como el científico y periodista Javier Sampedro, Prats afirmó que «la clave de la divulgación está en establecer relaciones y en las metáforas acertadas» .

Para José Pío Beltrán, cuando hablamos de la relación entre ciencia y prensa hay que partir de la idea de que hay muchos motivos para que estas interacciones sean conflictivas. La primera, que «todos los científicos tenemos un ego muy grande». La solución pasa por ponerse en el lugar del otro cuando se le quiere dar a conocer cierta información, además de ser riguroso y tener plena confianza en el periodista. En cuanto a los periodistas, si bien reconocía que lo ideal sería tener en una misma persona la combinación entre comunicador y científico, ante la dificultad aboga por la formación de tándems entre periodistas y científicos, es decir, asociaciones o uniones de ambos perfiles profesionales. Beltrán hacía también autocrítica de tiempos pasados, recordando las temporadas en que exigía leer una publicación donde se hablaba de él antes de que apareciera en la prensa. Esta práctica, la de pedir a los periodistas comprobar las historias en que aparecen citados los científicos antes de que se publiquen, la recoge Hans Peter Peters en su artículo «Las dos culturas».

Durante la mesa redonda han sido constantes las referencias a contenidos de la revista que lleva el mismo título. Por ejemplo, Agustín Domingo Moratalla ha apelado a la alfabetización científica crítica, concepto que aparece también en La ciencia de la prensa: Retos y tendencias de la divulgación de la ciencia, reivindicando que hay que transmitir a la sociedad un espíritu crítico. Miquel Calvet citaba otro artículo de la revista, concretamente el de Pilar Perla, titulado «La conquista del lector». El fragmento escogido decía que «en una época en la que, seguramente, hay más periodistas especializados que nunca, y por tanto la posibilidad de hacer un buen periodismo científico, y en la que también mejora poco a poco la actitud de los científicos, crece alarmantemente la precariedad». Así, el contexto económico actual y las rutinas de las redacciones tienen un gran impacto negativo en la divulgación científica, ya que los pocos periodistas que hay en plantilla deben trabajar a contrarreloj, bajo la tentación de sólo copiar y pegar. Comunicar ciencia, sin embargo, es importante. En el caso concreto de la divulgación sobre enfermedades raras, porque se trata de una herramienta que ha permitido que los familiares de afectados por estas enfermedades se puedan poner en contacto.

En la mesa redonda también surgieron temas como los transgénicos, la selección de embriones o la experimentación con animales. Con la bioética como telón de fondo, al cierre del acto se abría una nueva puerta para que Mètode realice otro seminario en la sede de la UIMP de Valencia, y quién sabe si también un monográfico. Porque precisamente unas jornadas organizadas el pasado septiembre, y que reunieron a académicos y profesionales de diferentes ámbitos de la comunicación y la divulgación científica para abordar diferentes ejes temáticos en torno a la comunicación científica, su presencia en los medios escritos y las estrategias divulgativas para la comunicación de la ciencia, fueron la semilla del monográfico del número 80 de la revista y de la mesa redonda que ayer se celebró.

Ingrid Lafita. Periodista (Valencia).
© Mètode 2014.

 

 

«La mesa pretendía seguir con la tarea de tender puentes entre dos culturas, la humanística y la científica»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«José Pío Beltrán aboga por la formación de tándems entre periodistas y científicos, es decir, asociaciones o uniones de ambos perfiles profesionales»

 

 

 

 

 

 

«La divulgación sobre enfermedades raras es una herramienta que ha permitido que los familiares de afectados por estas enfermedades se puedan poner en contacto»

 

 

© Mètode 2014