Las nuevas investigaciones en edición genética o en inteligencia artificial auguran profundos cambios en los próximos años. El impacto del cambio climático en la salud, la economía o el paisaje también transformará nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Son ejemplos de avances y fenómenos científicos que tienen implicaciones sociales, legales y éticas que requieren urgentemente un debate en el que se implique la totalidad de la sociedad. Pero para que este sea realmente efectivo, es necesario que se realice desde el conocimiento científico, y en este sentido la divulgación y la comunicación de la ciencia son cruciales para que todos los actores implicados –políticos, técnicos y ciudadanos– partan de una base bien informada. Difundir la investigación, informar de los últimos avances, analizar los retos de la ciencia… todo esto va más allá de una cuestión de fomento de la cultura científica y del conocimiento; la comunicación de la ciencia se ha convertido en una cuestión de salud democrática. Para Raül Toran, presidente de la Asociación Catalana de Comunicación Científica, «si la gente tiene más formación y conocimiento científico será mucho más difícil engañarla y, por tanto, tendremos una sociedad más libre y preparada para los retos del futuro».
Y, sin embargo, la última Encuesta sobre Percepción Social de la Ciencia (FECYT, 2018) nos muestra que tan solo un 16,3 % de la ciudadanía tiene un interés espontáneo por los temas de ciencia y tecnología, por detrás de cuestiones como el trabajo (31,9 %), los deportes (24,4 %) o la política (22,7 %). El primer lugar lo ocupa, eso sí, la medicina y la salud (37,9 %), que no deja de ser un ámbito donde la ciencia y la investigación tienen mucho que decir. Especialmente si tenemos en cuenta el auge de las llamadas terapias alternativas y de las pseudociencias. En los lugares inferiores del listado, encontramos el medio ambiente y la ecología, que a penas despiertan el interés de un 12,9 % de los encuestados.
«La comunicación de la ciencia va más allá del fomento de la cultura científica, se ha convertido en una cuestión de salud democrática»
Queda pues mucho camino por recorrer, aunque no todo son datos negativos. La misma encuesta nos permite observar una evolución positiva de la percepción de la ciencia por parte de la sociedad. También la comunidad científica ha asumido como parte de su tarea la comunicación de sus resultados y la necesidad de conocer y mejorar las habilidades y rutinas de comunicación (Brownell, Price y Steinman, 2013). Para Carmen Agustín, divulgadora científica y profesora de biología funcional de la Universitat de València, «la divulgación es una obligación» para las personas que se dedican a la ciencia. El trabajo de los científicos ya no acaba con el paper o artículo científico, como recordaba también el divulgador Pere Estupinyà en uno de sus últimos artículos en Mètode (Estupinyà, 2018), ahora hay que hacer llegar los resultados a la sociedad, destinataria última de la investigación. Las universidades y los centros de investigación, conscientes de ello, han potenciado en la última década las unidades de cultura científica, y cada vez más los científicos se involucran en actividades divulgativas de todo tipo. «Nuestra sociedad está basada en la ciencia y en la tecnología –explica Agustín– y hay que transmitir este conocimiento, de forma que la ciudadanía pueda tomar sus decisiones».
Fruto de este interés, en 1992 apareció el primer número de Mètode. Bajo la dirección de la periodista Olga Dénia, la revista nacía con una clara vocación de servir de puente entre la Universitat de València y la sociedad. «Intentaremos explicar qué se está haciendo en la Universitat en materia de investigación, cuáles son las líneas generales de investigación y cuál es la aportación que hace la Universitat, tanto a los problemas que afectan a la sociedad como al desarrollo del progreso científico y tecnológico», se detallaba en el editorial.
Desde aquel primer número, publicado a dos tintas, que recogía algunas de las novedades universitarias y destacaba el papel de grupos de investigación como la Unidad de Fisiología Animal, la revista ha ido creciendo hasta consolidarse como una referencia dentro del ámbito de la comunicación científica; «la revista de divulgación científica en catalán por excelencia», en palabras de Toran.
Actualmente dirigida por Martí Domínguez, biólogo y profesor de periodismo, al frente de la publicación desde 1998, Mètode ha evolucionado desde sus inicios para convertirse en una publicación de divulgación de la ciencia general, con colaboradores de centros nacionales e internacionales, con una edición trimestral en valenciano y en castellano, y un anuario en inglés – Mètode Science Studies Journal– incluido en los principales índices de impacto y calidad.
Para el vicerrector de investigación de la Universitat de València, Carlos Hermenegildo, la revista responde a una demanda social para conocer qué se hace en los laboratorios y en qué se invierte el dinero en ciencia. Pero para Hermenegildo, lo que diferencia a Mètode desde el principio es «la apuesta por la calidad en la divulgación científica y por la profundidad en el tratamiento de los temas».
Nuevas herramientas para la comunicación de la ciencia
¿Qué ha cambiado a lo largo de estos 100 números de Mètode? Desde la década de los noventa, la comunidad científica ya ha asumido plenamente la necesidad de comunicar sus resultados a la sociedad. Si hace unos años, incluso podía estar mal visto que el personal investigador dedicara parte de su tiempo a la divulgación, ahora muchos proyectos de investigación incluyen la difusión de los resultados como una etapa más del proceso e incluso la última convocatoria de evaluación de la actividad investigadora ha introducido la novedad del sexenio de transferencia, que reconoce la labor de divulgación del personal docente e investigador. Así pues, cada vez se comunica más y a través de más canales; ahora el reto está en conseguir realmente que esta comunicación sea efectiva (Besley, Dudo y Yuan, 2017). Tal y como señalaba Dominique Brossard (2014), profesora de comunicación de la Universidad de Wisconsin-Madison y miembro del comité científico de Mètode, en el monográfico que la revista dedicó precisamente al análisis de las relaciones entre ciencia y medios de comunicación, «el periodismo científico (como todo el periodismo actual) se enfrenta a la necesidad de adaptarse a nuevos formatos de difusión, así como a nuevas formas de intercambio de información».
El público objetivo de Mètode es un público no necesariamente especializado, aunque sí con interés en el conocimiento e información científica. Así lo destaca Pampa García Molina, coordinadora y jefa de redacción de la Agencia SINC: «Mètode inspira a aquellos que estamos especialmente interesados por la ciencia y su comunicación». Para la periodista de SINC, un servicio de información científica puesto en marcha por la FECYT y que ha cumplido recientemente diez años, Mètode es «alta divulgación y gusto estético». El diseño y su calidad impresa es una de las cuestiones que subraya también Martin Bauer, profesor de la London School of Economics y miembro del comité científico de la revista: «Mètode combina ambición con un diseño competente y alta calidad impresa y visual». Poder sostener en la mano una revista de estas características es algo destacable para el que fuera durante años director de Public Understanding of Science, que se define como «alguien que aprecia el papel en un tiempo donde los formatos virtuales parecen dominar».
«Como revista universitaria, ‘Mètode’ no olvida su papel en la formación de periodistas y comunicadores científicos»
Ahora bien, en los últimos años, la revista ha tratado de establecer diferentes niveles de comunicación con la finalidad de llegar a un público más amplio. Así, desde Mètode se ha hecho un esfuerzo por adaptar esta comunicación a diferentes plataformas a través de iniciativas de éxito como «Los porqués de Mètode» o el canal de Youtube Mètode TV.
La web de Mètode, con más de 100.000 visitas mensuales, o la actividad en redes sociales como Twitter, Facebook o Instagram, se han convertido en una herramienta más para la difusión de los contenidos de la revista. En la época de las noticias falsas, establecer una buena comunicación científica en Internet es crucial para contrarrestar informaciones con poca base científica. Si bien es cierto que, tal como destacaba la revista Science el año pasado, las redes sociales son un vehículo donde las informaciones no verídicas se difunden con rapidez (Vosoughi, Roy y Aral, 2018), al mismo tiempo plataformas como Twitter se han convertido en una herramienta que permite a los investigadores difundir su trabajo de una manera efectiva tanto a la comunidad científica como al público en general (Lamb, Gilbert y Ford, 2018).
En este sentido, Laia Torres, directora editorial de Investigación y Ciencia, la edición en español de Scientific American, opina que «el conocimiento científico empodera y enriquece». Para Torres, «la ciencia transmite y fomenta el pensamiento crítico, la racionalidad y el valor de la argumentación sólida basada en datos, herramientas indispensables para combatir posverdades y credulidades que enturbian nuestro tiempo.» Para la periodista, Mètode «dibuja un panorama más rico, con un claro protagonismo de las dimensiones humanas y sociales de la empresa científica». La colaboración de artistas en la revista es otro de los puntos que destaca Laia Torres, para la que esta conjunción entre ciencia y artes «muestra una sensibilidad estética poco habitual en el sector y es otro de sus rasgos diferenciales».
Una escuela de comunicación científica
Como revista universitaria, dirigida además por un profesor de periodismo, Mètode no olvida su papel como formadora de periodistas y comunicadores científicos. A lo largo de estos años, más de sesenta estudiantes de diferentes especialidades han podido pasar por la redacción. Uno de los grupos más numerosos ha sido el procedente de las licenciaturas y grados de periodismo y comunicación audiovisual. Laura Garsando realizó prácticas en Mètode durante el curso 2012/2013. Para la periodista, actualmente editora de la web de la televisión pública valenciana À Punt, esta experiencia fue muy positiva ya que le permitió «aprender a tratar la información científica con rigor», un aspecto que Garsando considera «especialmente necesario para los profesionales de la información».
Pero la revista también ha acogido estudiantes de carreras científicas, con el objetivo de introducir a científicos en formación en el campo de la divulgación. Uno de estos primeros estudiantes en colaborar con Mètode fue Marcos Morales, que en 2015 era estudiante de biología y para el que las prácticas significaron un episodio importante tanto a nivel personal como profesional. «Mètode nos enseña a todos que la ciencia no solo se hace en los laboratorios con descubrimientos revolucionarios, sino también desde una revista con el trabajo del día a día», explica Morales.
También para Àlex Sepúlveda el paso por la revista durante el verano de 2016 significó su primer contacto con la divulgación: «Supuso la oportunidad perfecta para conocer de primera mano el mundo de la divulgación científica». Este paleontólogo, que actualmente trabaja en el Museo Paleontológico de Alpuente, opina que los científicos tienen un deber con la sociedad y «transmitir la ciencia es una manera de cumplirlo».
Un espacio común para pensar la ciencia
En 2011, con el nacimiento de Mètode Science Studies Journal, desde Mètode se apostó por dotar a la revista de una mayor profundidad y capacidad de análisis, incidiendo en la idea de la revista como un espacio donde pensar la ciencia. Las páginas de Mètode continuaban dedicadas a la divulgación, pero al mismo tiempo también a estudiar la ciencia, su comunicación y sus implicaciones sociales. Los últimos monográficos de la revista son un ejemplo, con especiales dedicados a la comunicación de la biotecnología o la incidencia de las pseudociencias en nuestra sociedad.
Este aspecto de reflexión y análisis de la ciencia es el que también destaca Ramon Folch, colaborador y autor de la sección Sociofolcología: «Mètode ayuda a construir pensamiento científico compartido, crea un espacio común entre una amplia comunidad de usuarios». Para el socioecólogo, la revista «hace más que comunicar descubrimientos, socializa pensamiento».
«La web de ‘Mètode’ o la actividad de redes sociales se han convertido en una herramienta más por la difusión de los contenidos de la revista»
En 2006, con motivo de los 50 números de Mètode, se destacaba que uno de los retos de la revista era ampliar y actualizar su público (Mateu, 2006). 50 números después, Mètode ha sabido adaptarse a los nuevos cambios del panorama comunicativo, fomentando la participación de nuevos públicos y creando alrededor suyo una comunidad interesada en compartir y ampliar el conocimiento. Un espacio común por el que transitan periodistas y científicos, pero también artistas, escritores e intelectuales, junto con lectores y lectoras fieles. Todos juntos han sido los artífices de estos 100 números de Mètode. Por muchos números más.
REFERÈNCIES
Brossard, D. (2014). Science, its publics and new media: Reflecting on the present and future of science communication. Mètode Science Studies Journal, 4, 193–197. doi: 10.7203/metode.80.3123
Brownell, S. E., Price, J. V., & Steinman, L. (2013). Science Communication to the General Public: Why we need to teach undergraduate and graduate students this skill as part of their formal scientific training. Journal of Undergraduate Neuroscience Education, 12(1), 6–10.
Besley, J. C., Dudo, A., & Yuan, S. (2017). Scientists’ views about communication objectives. Public Understanding of Science. doi: 10.1177/
0963662517728478
Estupinyà, P. (2018). La comunicació científica ‘mission oriented’. Mètode: Revista de Difusió de la Investigació, 99, 112–113.
FECYT. (2018). IX EPSCYT 2018 - Informe de resultados. FECYT. Disponible en https://icono.fecyt.es/sites/default/files/filepublicaciones/
18/epscyt2018_informe_0.pdf
Lamb, C. T., Gilbert, S. L., & Ford, A. T. (2018). Tweet success? Scientific communication correlates with increased citations in Ecology and Conservation. PeerJ, 6, e4564. doi: 10.7717/peerj.4564
Mateu, A. (2016). Univers Mètode. En Mètode: Revista de difusió de la investigació. València 1992-2006. [CD-ROM]. València: Faximil Edicions Digitals. Disponible en https://issuu.com/faximil/docs/2007-faxdoc-24
Vosoughi, S., Roy, D., & Aral, S. (2018). The spread of true and false news online. Science, 359(6380), 1146–1151. doi: 10.1126/science.aap9559