«La humanidad es el mayor éxito de la vida. Somos la mente de la biosfera», escribía Edward O. Wilson. Y la evolución de la especie humana no se entiende sin nuestra organización social. Por tanto, ¿hasta qué punto la biología representa un papel en esta estructura social? ¿Cómo llegamos desde los reducidos grupos de nuestros ancestros hasta las grandes y complejas urbes del presente? ¿Existen organizaciones alternativas o la evolución nos lleva irremediablemente a las diferentes sociedades que conocemos? ¿Cuál fue el camino que fuimos recorriendo desde aquellas sociedades primigenias hasta convertirnos en estos «simios urbanos» a los que hace referencia el historiador Greg Woolf?
Este monográfico, coordinado por los profesores Juli Peretó y Jaume Bertranpetit, nos ofrece una lectura estimulante sobre el papel de la cooperación en nuestra evolución, sobre los orígenes y la transmisión de las normas dentro de los grupos sociales, sobre el nacimiento de las ciudades y el papel de la alimentación en el desarrollo de la civilización, así como sobre los fundamentos físico-matemáticos de la historia y la cultura. Aporta nuevas ideas y conceptos, relacionados con la normatividad, la simbiosis, la sitopía, la era neogeográfica, la cliodinámica, la culturómica, y tantos otros, que resultan de lo más ilustrativos. El monográfico va además acompañado de las esculturas del artista valenciano Vicent Ortí: una serie de tótems y guerreros realizados a partir de la piedra, la madera y el hierro, materiales que nos remiten también a nuestra propia conquista evolutiva.
Este nuevo número de Mètode también reflexiona sobre otras cuestiones que de alguna manera tienen una relación directa con el avance y desarrollo de nuestra sociedad actual: la calidad del aire y el efecto que tiene en nuestra salud, el impacto de la cautividad en los animales, o el problema creciente de las superbacterias resistentes a antibióticos. Sin olvidar una mirada con perspectiva de género a la prehistoria, una disciplina que durante tanto tiempo ha invisibilizado a las mujeres, tal como asegura la investigadora francesa Marylène Patou-Mathis, y que también ha influido en la forma de comprender nuestra historia social. Sin embargo, la humanidad es el mayor éxito de la vida, como decía Wilson, y resulta fascinante estudiarla. Y no solo eso, sino que también es absolutamente necesario, si queremos que la humanidad tenga futuro.