Entrevista a Jordi Garcés

«No hay bastantes recursos hospitalarios para atender la cantidad de personas mayores que sufrirán enfermedades crónicas»

Director del Instituto Polibienestar de la Universitat de València

Jordi Garcés es catedrático de la Universitat de València del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales y dirige el Instituto de Investigación en Políticas de Bienestar Social (Polibienestar), un centro único en el Estado español que se centra en la investigación, análisis e innovación de políticas sociales y en la planificación estratégica de políticas públicas. El proyecto se puso en marcha en el año 2006 como una estructura de investigación interdisciplinaria, y en 2011 fue presentado oficialmente como instituto de investigación. A lo largo de estos años, Polibienestar ha desarrollado varias líneas de investigación sobre envejecimiento activo, salud, smart cities o política social, aspectos que afectan directamente a la calidad de vida de la población.

El profesor Garcés acaba de finalizar su estancia en la Universidad de Georgetown, donde ha ocupado la Cátedra Príncipe de Asturias. Poder dar clases en esta universidad norteamericana reconoce que ha sido una experiencia «espectacular», aunque admite preferir el sistema universitario europeo. Durante su estancia en Estados Unidos ha participado en la creación de la red Españoles Científicos en USA (ECUSA), una asociación donde destaca el trabajo colaborativo, de manera similar a cómo se hace en su instituto, en el que trabajan investigadores de diferentes disciplinas, como juristas, economistas, médicos, ingenieros o arquitectos, provenientes de diferentes grupos y universidades. «No podemos estar mirándonos el ombligo –asegura–. El crecimiento está en abrirse, no en cerrarse. Y en este aspecto, nosotros lo hemos sabido hacer

En su despacho, una sala luminosa y de líneas modernas presidida por la bandera de la Unión Europea, una foto con el ahora rey de España Felipe VI sobre uno de los muebles recuerda su paso por la Cátedra Príncipe de Asturias. Pero el espacio principal del escritorio está reservado para las fotografías de sus dos hijas, presentes también en los dibujos infantiles que cuelgan en las paredes. El profesor Garcés recoloca con cuidado las dos fotografías encima de la mesa y comenzamos nuestra conversación.

Fotografía de Miguel Lorenzo

En el Instituto Polibienestar les gusta destacar el carácter interdisciplinario del instituto. ¿Qué aporta esta dimensión a la investigación?
Los fenómenos sociales son muy complejos y para abordarlos de forma eficaz, con un planteamiento científico y académico, es necesario hacerlo desde una perspectiva muy amplia. Para nosotros este punto de vista interdisciplinario es absolutamente fundamental para abordar cualquier proyecto, estudio o fenómeno social, y las políticas públicas más todavía. De acuerdo a esta metodología, en Polibienestar hacemos el seguimiento de planes estratégicos y leyes relacionadas con las políticas públicas, sobre todo dirigidas a los campos del mercado laboral, la ocupabilidad y la salud. Estos son los tres aspectos fundamentales dentro de la planificación estratégica de política pública. A parte, tenemos una tercera vía de investigación muy potente que es sobre turismo social.

El Instituto Polibienestar dedica una gran parte de vuestra investigación al envejecimiento. ¿Cómo influye el aumento de la esperanza de vida en la calidad de esta?
En España tenemos una expectativa de vida de las más altas del mundo. No obstante, el estado del bienestar de tipo meridional o mediterráneo tiene unos recursos por debajo del sistema continental, del sistema británico o del sistema nórdico. No hay bastantes recursos hospitalarios para atender a la cantidad de personas mayores que sufrirán enfermedades crónicas y de larga duración, y que necesitarán cuidados paliativos en los últimos siete u ocho años de su vida. Por tanto, todo lo que sea aumentar la calidad de vida durante el envejecimiento –con ciudades amigables, nutrición, deporte y turismo activo– implica que la persona mayor estará más activa, y tendrá una percepción de calidad de vida más alta y de mayor felicidad. Por tanto, se consumirán menos recursos sanitarios y de farmacia. Estamos colaborando con la Comisión Europea para desarrollar una estrategia muy potente para incrementar el envejecimiento activo y saludable. Esta estrategia se está llevando a cabo en toda Europa, no solo en los países mediterráneos. Aquí ya somos más abiertos, tenemos una dieta mejor, un buen clima… Pero esto no es suficiente para medir la calidad de un sistema de bienestar: también están los beneficios, los recursos, los presupuestos, y tenemos que mejorar necesariamente respecto a los sistemas de bienestar continental y nórdico.

Las investigaciones que se están llevando a cabo sobre envejecimiento parecen indicar que la esperanza de vida crecerá cada vez más. ¿Estamos preparados para hacer frente a este cambio demográfico?
Tanto la Comisión Europea como los gobiernos deberían ser mucho más activos en la promoción de políticas de envejecimiento activo y saludable y de planificación estratégica del envejecimiento en cada una de las naciones. Se están haciendo cosas, pero no todo lo que debería hacerse. Sería necesario que hubiese una planificación estratégica de los recursos, las pensiones, el envejecimiento activo y saludable y también en el tema de la eutanasia. Todo esto, acompañado de una planificación estratégica de entornos amigables y turismo. Debería haber una planificación estratégica del futuro de las personas mayores, que serán una gran mayoría dentro de cuarenta o cincuenta años en Europa. En España, por ejemplo, en los próximos años se jubilará buena parte de la generación baby boom, es decir, todos los que nacieron entre los años 1955-1960. Aumentará mucho el gasto en pensiones y deberíamos tener un plan de cómo ayudar o mejorar la calidad de vida de todas estas personas en esta época determinada.

«En campaña electoral, el bienestar y las políticas sociales siempre son el centro de atención, pero después son los que menos recursos reciben a lo largo de la planificación presupuestaria de los gobiernos»

En este plan de envejecimiento activo, ¿se prevé el aspecto digital? Por ejemplo, ¿enseñar a las personas mayores a utilizar tecnologías como las aplicaciones móviles para autogestionar su salud?
Sí, efectivamente. En este sentido trabajamos tanto con personas mayores como con jóvenes. Las nuevas tecnologías van a jugar un papel fundamental en la sostenibilidad de los sistemas sanitarios y de protección. Nosotros estamos sensibilizados con las TIC [tecnologías de la información y la comunicación] porque hemos nacido en esta época, pero no solo es necesario implantar estrategias de sensibilización para las personas mayores, sino también para sus cuidadores, las personas que realizan todo el trabajo de acompañamiento. Porque no olvidemos nunca que, detrás de una persona mayor, hoy en día siempre hay otra persona que es su cuidador principal. Costará tiempo, pero tenemos que ir hacia una sociedad en la que si quieres vivir solo el día de mañana de manera independiente, cuanto más puedas apoyarte en las tecnologías de la información y menos en las personas, mejor, porque el problema es que el rol de cuidador al final siempre recae sobre el mismo perfil. El 80 o 85 % son cuidadoras, y no pueden ser siempre las mujeres las que se ocupen de cuidar a las personas mayores, porque entonces nos encontramos ante una iniquidad.

¿Piensa que el cambio demográfico y sus consecuencias están suficientemente presentes en la agenda política?
En campaña electoral, el tema del bienestar y las políticas sociales siempre son el centro de atención, pero después son los que menos recursos reciben a lo largo de la planificación presupuestaria de los gobiernos. Es un punto estratégico, porque en este momento hay ocho o nueve millones de personas mayores en este país que, afortunadamente, todas cobran una pensión y pueden ayudar a sus hijos o a sus familias de alguna manera. Si esto desapareciera, el sistema económico actual sería imposible. Es necesario implantar políticas activas de trabajo, pero al mismo tiempo, es necesario tener unos sistemas de protección y de bienestar planificados para un futuro que posibiliten a la gente mantener una calidad de vida y el consumo interno.

Fotografía de Miguel Lorenzo

En el instituto trabajan con diferentes instituciones públicas. ¿Cómo valoran en la universidad este tipo de colaboraciones?
Nosotros nos definimos como un instituto interdisciplinario, multicéntrico e interinstitucional. El 97 % de los fondos que captamos para investigación son de la Comisión Europea, del sexto y séptimo Programa Marco de Investigación e Innovación. Somos uno de los centros que capta más fondos de excelencia de la Comisión Europea y nosotros no hacemos ninguna investigación europea sin que estén presentes empresas, administraciones públicas y ONG. No nos conformamos con hacer un proyecto con varios centros tecnológicos e institutos de investigación. Debemos asegurarnos de que esta investigación beneficie al menos a una persona y por eso debemos contar con las administraciones públicas, que tienen el poder de legislar. Tenemos que trabajar con las ONG, ya que este trabajo puede repercutir en las personas que forman parte de ellas y en la tarea que realizan a nivel social. Y también es necesario trabajar con empresas, para activarlas y fortalecerlas.

Entonces, desde su punto de vista, ¿la relación entre universidad y empresa también es necesaria?
Nosotros lo tenemos claro: tenemos que colaborar con la sociedad porque somos una administración pública. Cualquier administración debería hacerlo, pero nosotros más todavía. La transferencia de la investigación a la sociedad es fundamental para que las personas se beneficien de ella.

En este sentido, Polibienestar acaba de firmar un acuerdo con el Colegio de Enfermería de Valencia, por ejemplo. En su área de investigación, ¿es muy importante esta relación entre ciencias sociales y otras disciplinas cientificotécnicas?
En medicina tenemos mucha fuerza en todo lo que tiene que ver con la vinculación de los sistemas sociales y sanitarios, porque así arrancaron nuestros proyectos. Si somos capaces de vincular el sistema social con el sanitario, no solo este último será más eficiente, sino que podría atender a mucha más gente. Nuestra investigación la definimos como sociotécnica. ¿Qué quiere decir eso? Nosotros somos ciencias sociales y hacemos muy bien los modelos teóricos. Por ejemplo, hacemos un modelo de cómo aumentará la calidad de vida de una persona mayor que estará recibiendo atención sanitaria en una unidad de hospitalización a domicilio. Entonces ponemos a prueba este modelo, lo validamos, etc., pero eso no es suficiente. Tenemos que irnos a las ciencias técnicas para poder utilizar la informática, la estadística, la matemática y toda la fuerza predictiva que tienen las ciencias técnicas, las TIC en definitiva, para poder darle una capacidad predictiva al modelo. Nosotros colaboramos con matemáticos, informáticos, estadísticos, porque todo lo que hacemos intentamos convertirlo en algoritmos matemáticos de predicción. Esto es una cosa importantísima que hace muy poca gente en este país: utilizar nuestros modelos y el Big Data desde el punto de vista social, para darle una capacidad predictiva y convertir en algoritmo cualquier teoría.

«Es necesario tener unos sistemas de protección
y de bienestar planificados para un futuro que posibiliten a la gente mantener una calidad de vida
y el consumo interno»

En términos de salud, además del envejecimiento, ¿qué otros factores afectan a la calidad de vida de las personas?
Los factores genéticos son absolutamente fundamentales. Después está la dieta, el deporte y la cobertura sanitaria. Y también añadiría tener unas buenas relaciones sociales: la gente que está acompañada vive más tiempo, tiene una percepción más positiva de sí misma y de su calidad de vida. Y, por último, vivir en un lugar que no esté contaminado. Estas cosas son absolutamente fundamentales.

¿Cómo definiría la cobertura sanitaria en España?
La cobertura sanitaria que tenemos en España es mejor que la de muchos países europeos y sobre todo que la de Estados Unidos. Es un sistema que funciona bien, sobre todo si comparas lo que cuesta atender a una persona aquí y lo que cuesta hacerlo en los Estados Unidos, cuando allí la mayoría son compañías privadas y aquí la sanidad es pública. Si tienes una buena cobertura sanitaria, la expectativa de vida aumenta.

«Si tuviera que escoger entre las 4.800 universidades americanas y el sistema europeo, que tiene una alta accesibilidad y una relación calidad-precio muy buena, me quedaría con
el europeo»

¿Es más eficiente entonces la sanidad pública que la privada?
Más eficiente y más eficaz. Cuando se dice que los sistemas públicos no funcionan, esto no es verdad. Nosotros tenemos más calidad de vida porque nuestro sistema de salud es espectacular.

¿A pesar de la crisis?
Se han hecho recortes, evidentemente. Pero no se ha desmantelado. Y lo que se ha recortado, hace falta ir recuperándolo. La cobertura sanitaria es fundamental para predecir la calidad de vida. Que tú ahora tengas un problema, vayas a un hospital y te atiendan, eso es espectacular. Pero la salud es mucho más compleja que un sistema sanitario.

«Si somos capaces de vincular el sistema social con el sanitario, no solo este último será más eficiente, sino que podría atender a mucha más gente»

Explica que la dieta también es muy importante. Cuando hablamos de este tema siempre terminamos volviendo a la idea de la dieta mediterránea. ¿Es la opción más saludable?
Es espectacular lo que ofrece el Mediterráneo. Yo pienso que debemos tender hacia una percepción colectiva de que somos mediterráneos. ¿Qué quiere decir ser mediterráneo? Amigable, que adoras la vida, que eres una persona abierta, que tienes una buena calidad de vida, que tienes una cultura común y ancestral impresionante… Y dentro de todo esto se encuentra la cultura gastronómica mediterránea, que es impresionante porque no está basada en la carne y en los productos manipulados, sino en productos de primera calidad que van del campo a la mesa, que son frutas, verduras, pescado y cereales, principalmente. Y comer de cuchara, sin prisas. Todo eso es la dieta mediterránea. Es completamente distinta a la dieta anglosajona, que se basa en comida rápida para consumir por el camino. Allí todo lo hacen desde la perspectiva de la ansiedad, corriendo, pensando en cómo sobrevivir, ganar dinero… Pues así no vivirás más tiempo.

Fotografía de Miguel Lorenzo

Recientemente en Mètode hemos dedicado un número a la comunicación de la salud. ¿Cómo cree que los medios de comunicación reflejan todos estos temas relacionados con la calidad de vida y el bienestar?
Desde las universidades públicas y los sistemas de salud tenemos una perspectiva bastante preventiva. Los medios de comunicación nos hacen una propaganda increíble en este tema, en el buen sentido. En general, incluso en las tertulias televisivas, los mensajes que recibimos a través de los medios de comunicación van enfocados a tener una dieta sana, y creo que es una cosa bastante común en los países más avanzados del área mediterránea. ¿Que debería hacerse algo más? También. Pero considero que hay bastante equilibrio en este sentido. Todo el mundo sabe que cuando va al mercado no tiene que comprar productos que sean perjudiciales para la salud.

Recientemente ha ocupado la Cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown. ¿Cuál es la percepción que tienen en EE UU de las políticas de bienes-tar europeas y de nuestros sistemas sanitarios?
Los expertos conocen los modelos, pero la población normal, no. Cuando les dices que en Suecia, por ejemplo, una mujer que ha tenido un bebé puede tener hasta 19 meses para criarlo, mientras que en los EE UU son tres semanas, ¿cómo se lo van a creer? En Suecia le reservan el puesto de trabajo y le mantienen el sueldo durante más de un año. Tienen una política activa del fomento de la natalidad, desde el punto de vista social y político. Son países muy pequeños, muy ricos, con un estado del bienestar muy potente. En EE UU, una mujer tiene que volver al trabajo prácticamente después del parto. No se lo pueden creer; ellos se ven como los amos del mundo, como una potencia mundial.

El sistema científico y universitario norteamericano suele presentarse como un sistema de excelencia, en contraposición al sistema español, por ejemplo. ¿Que destacaría usted del sistema científico en EE UU?
Allí hay unas 4.800 universidades. Nosotros tenemos unas setenta. Allí hay universidades de primera, segunda, tercera e incluso de cuadragésimo sexta categoría. Estudiar en Georgetown cuesta 80.000 dólares al año, unos 67.000 euros. Lo mismo pasa en Harvard, Princeton o Stanford. Además hay universidades públicas, que también se pagan. No es comparable. Mi experiencia docente en Georgetown me ha parecido espectacular, pero si tuviera que escoger entre las 4.800 universidades americanas y el sistema europeo, que tiene una alta accesibilidad, donde la relación calidad-precio es muy buena, pues yo me quedaría con el europeo. Porque si no fuera por el sistema europeo, yo no habría estudiado. Ni yo ni mucha gente, solo estudiarían los que tienen dinero.

© Mètode 2017 - 90. Interferencias - Verano 2016
Periodista y traductora, revista Mètode.