«Desert d’aigua», de Carles Pedrós-Alió

131-55

Cuando en otoño de 2004 visité el rompehielos Amundsen, en una excursión ofrecida por el Gobierno canadiense a los asistentes al Congreso Mundial de Periodismo Científico, poco me imaginaba que después un libro me haría rememorar aquella visita. Y que lo haría de una manera tan agradable, mostrándome aquel barco como un lugar de convivencia donde hombres y mujeres de procedencias muy diversas participan en una campaña de estudio del Ártico, compartiendo una experiencia extraordinaria. Como indica el subtítulo, la obra de Carles Pedrós-Alió (microbiólogo del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC a Barcelona), es la crónica de un científico en el Ártico, donde pasa seis semanas haciendo una campaña durante la que tiene como residencia y centro de trabajo aquel rompehielos remodelado para convertirlo en un barco científico. La crónica que nos avanza el subtítulo, sin embargo, no se limita a describir lo que tiene lugar durante las semanas que el autor participó en la campaña de investigación a 70 grados norte, en un barco inmovilizado en el mar congelado durante el largo invierno ártico 2003-2004. La obra es al mismo tiempo un libro de viajes y un texto divulgativo, pero no olvida los aspectos humanos de sus personajes. Y el lenguaje es muy cuidado, algo lamentablemente poco frecuente en el mundo de la ciencia. Es un texto divulgativo por muchos aspectos: describe la investigación que hacen los científicos que participan en la campaña; describe la geografía de la zona, fenómenos que se dan, como las auroras boreales con las tempestades que a veces las acompañan; y no olvida aspectos históricos relacionados con la exploración de estas tierras y mares, que vamos conociendo poco a poco a lo largo del libro.

Confieso que la visita que hice a este barco me hace sentir la crónica más próxima, porque cuando describe la vida a bordo, no necesito imaginar el barco; me basta recordarlo. Reconozco la sala donde se hace vida común, las cubiertas –especialmente la cubierta del helicóptero, donde me quedé un rato contemplando el viejo Quebec bajo la luz del atardecer–, los laboratorios, la maquinaria para el trabajo, particularmente aquel enorme cilindro de cilindros para muestrear, que sumergen desde el interior mismo del barco para evitar que las muestras se congelen.

Un libro en el que el autor empieza diciendo: «Soy feliz. En este preciso instante estoy eufóricamente feliz. Estoy conduciendo una motonieve por la banquisa ártica…» anima a continuar la lectura. Incluso a quien le resulté difícil de imaginar que alguien pueda ser feliz a treinta grados bajo cero (cincuenta bajo cero con el factor corrector del viento). Pero se entiende que los otros factores ambientales hagan feliz al autor en aquel paraje aparentemente inhóspito y le hagan sentir «un agradecimiento indefinido de poder gozar de este espectáculo prodigioso, una excitación interior, como si eso, en este preciso momento fuera la materialización del paraíso.» Y es que Pedrós-Alió nos transporta asombrosamente a aquel paraíso de hielo y nos transmite con su libro un poco de aquella felicidad que le rebosa.

Mercè Piqueras. Bióloga y divulgadora científica.
© Mètode, Anuario 2008.
  

 

131-55

Desert d’aigua. Crònica d’un científic varat a l’Àrtic
Carles Pedrós-Alió

La Magrana, Barcelona, 2007, 208 páginas.

© Mètode 2011 - 55. Gen, ética y estética - Contenido disponible solo en versión digital. Otoño 2007
POST TAGS:

Societat Catalana de Biologia (Barcelona).