«El ladrón de cerebros», de Pere Estupinyà

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Cuando Barack Obama se presentó a las elecciones presidenciales de 2008, miles de voluntarios colaboraron de manera altruista en la campaña. Pongamos que el partido demócrata hubiese decidido darles un pequeño incentivo económico. ¿Usted qué cree, que su dedicación habría sido más intensa o que no?

Un economista de la corriente más neoclásica diría que sí, porque los voluntarios, como cualquier otro Homo economicus, calculan de manera egoísta los costes y beneficios de sus acciones. Un psicólogo experto en el campo de la economía conductual, en cambio, pondría el acento en que, a veces, las emociones representan un papel mucho más importante que la razón en la toma de decisiones. La prueba, un estudio realizado en Suiza en el que se observó que los voluntarios que colaboraban sin cobrar en un proyecto le dedicaban más horas que los que cobraban.

Si el ejemplo, extraído de El ladrón de cerebros, ha captado su atención es porque, como dice su autor, la ciencia interesa a todo el mundo, siempre que nos la expliquen de manera amena y divertida. Y eso es justamente lo que ha intentado hacer él desde que abandonó su doctorado en genética para dedicarse a la divulgación. El biólogo y bioquímico tortosino trabajó cuatro años como editor y guionista de Redes, el célebre programa de televisión de Eduard Punset, antes de pasar un año en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de Harvard gracias a la beca de periodismo científico de la Fundación Knight.

Fue en las clases, seminarios y laboratorios de estas dos prestigiosas instituciones donde aprendió la máxima «rascar donde no pica», es decir, a abrir la mente para explorar nuevos intereses intelectuales. Y empezó a «robar» el máximo número de cerebros posibles. De sus conversaciones con los científicos más relevantes del mundo en materias tan diversas como la neurociencia, la cosmología, la genética, la psicología humana o el cambio climático, nació primero un blog –Apuntes científicos desde el MIT– y ahora este libro.

Pere Estupinyà tiene una manera diferente de explicar la ciencia, que hace que guste tanto al lector científico como al público en general. Y es que combina la anécdota con el mensaje riguroso. Como cuando nos explica que las pupilas se dilatan en pleno orgasmo para introducirnos en el funcionamiento del sistema nervioso y presentarnos los resultados de las últimas investigaciones del máximo experto en fisiología y neuroquímica de la excitación sexual. O como cuando se somete a un escáner cerebral para explicarnos cómo los científicos pueden detectar nuestras mentiras observando el aumento del flujo sanguíneo en nuestro cerebro.

Lo hace, además, desde una perspectiva crítica con la propia ciencia. Un ejemplo. Ni las investigaciones que se publican en revistas científicas de la talla de Nature y Science se salvan, dado que, según nos dice el autor de El ladrón de cerebros, tienen más posibilidades de ser erróneas que otras similares publicadas en revistas de categoría inferior.

Anabel Herrera. Periodista, Barcelona.
© Mètode 69, Primavera 2011.

cerebros-69El ladrón de cerebros. Compartiendo el conocimiento científico de las mentes más brillantes
Pere Estupinyà
Debate. Barcelona, 2010. 456 páginas.

© Mètode 2011 - 69. Afinidades electivas - Número 69. Primavera 2011