«El mundo es un pañuelo», de Bartolo Luque

108-67_esp

Nos encontramos ante un amplio recorrido por la ciencia que invita al lector a subirse al carro para ir comprendiendo cosas que quizás a menudo se había preguntado, pero sin encontrar una respuesta precisa y satisfactoria.

El libro empieza con un homenaje al conocido Isaac Assimov. Precisamente pudo ser un buen escritor de ciencia-ficción porque, además de la imprescindible imaginación, tenía unas sólidas bases científicas y una gran facilidad para divulgar la ciencia. En contra de lo que se supone, publicó más libros de divulgación que de ficción y daba tanta importancia a los primeros que ya en 1963 escribió una declaración que afecta a revistas como por ejemplo Mètode: «Quiero que el escritor científico (divulgador) sea reconocido como científico, incluso como un gran científico, a pesar de que su contribución se base en la máquina de escribir y no en el tubo de ensayo.»

En este texto introductorio encontramos una sentencia bastante aclaratoria de la postura del autor del libro que reseñamos: «Vivimos en una sociedad paradójica: analfabeta científicamente, pero con una confianza ciega en las posibilidades de la ciencia y la tecnología.»

El principio puede parecer un poco duro para según qué público, puesto que, de los primeros 31 temas, 29 son de matemáticas o de informática, pero valen la pena porque están entre los más conseguidos, algunos hacen referencia a la vida diaria y todos hacen pensar, lo que no está nada mal. No puede profundizar mucho en cada uno porque trata cerca de un centenar de temas, o sea que sale a una media de un par de páginas por tema, pero el lenguaje claro y directo permite que esta extensión sea suficiente para que el lector se haga una idea bastante completa del problema.

Los temas se reúnen en 21 capítulos, media docena de los cuales son de matemáticas; otra media de biología; tres de informática; cuatro de tipo social y un par de ciencia forense. Aun así, muchos están relacionados y a menudo se introducen razonamientos de otras ramas, como por ejemplo la física.

Es imposible enumerar todos los aspectos que aborda, pero destacaremos unos cuantos para que nos hagamos una idea del estilo. Cuando leemos que la fundación Electronic Frontier ofrece un premio de 100.000 dólares a quien encuentre un número primo que tenga más de diez millones de dígitos, nos preguntaremos si es posible que exista un número tan alucinante. La pareja de matemáticos –Cooper & Boone– que en el 2007 encontraron el número primo más grande conocido (2 elevado a 32.582.657 menos 1) se deben dar cabezazos contra la pared porque el suyo ¡«sólo» tenía 9.808.358 dígitos! Y otra pregunta que se hará el lector puede ser: ¿y todo esto para qué sirve? «Para nada», contestarían ellos mismos. El importante matemático G. H. Hardy se enorgullecía de que en toda su vida nunca había hecho nada que se pudiera considerar de utilidad. Paul Erdòs tiene otra frase lapidaria: «Un matemático es una máquina que convierte café en teoremas.»

En el mundo de la informática ya salen cosas más útiles. Seguro que sabéis que hay superordenadores con velocidades de cálculo muy superiores a los domésticos PC, pero ¿sabíais de la existencia de «granjas de ordenadores»? Pues son muchos PC reciclados e interconectados en red que, funcionando en paralelo, son comparables a los superordenadores pero con un coste muy inferior. La idea hace tiempo que se aplica, de hecho hace diez años 28 de los 500 ordenadores más rápidos del mundo eran granjas. Y nosotros también podemos colaborar en grandes proyectos desde casa a través de Internet: el tiempo que pasamos conectados pero sin funcionar puede ser utilizado por el programa SETI (busca vida inteligente fuera de la Tierra repasando las señales recibidas del exterior); ya se hizo en la secuenciación del genoma humano y en otras megainvestigaciones.

Hablando de Internet, reflexionaremos sobre su condición de red inmensa que se asemeja a la del sistemas nervioso, metabólico, genético, etc., porque ha crecido como si se tratara de un organismo, o sea, sin ningún control central que planifique la expansión. Y también sabremos de los riesgos de la informática, como por ejemplo que la pérdida de la nave Mars Climate Orbiter de la NASA fue debida a un simple error de conversión de unidades, puesto que mientras unos sistemas calculaban con medidas inglesas, otros lo hacían con el sistema métrico. ¡125 millones de dólares tirados a la basura! Difícil de creer, pero cierto.

Es de agradecer que desmonte numerosas leyendas urbanas, como por ejemplo que las espinacas tienen mucho hierro, que los tomates transgénicos son los únicos que tienen genes (lo piensan 8 de cada 10 españoles), que la vitamina C evita la gripe… y que explique las inocentadas entre científicos, así como los engaños y los fraudes.

También aprenderemos que la expansión de los móviles se puede considerar un epidemia tecnológica, curiosidades del descubrimiento de la doble hélice de ADN, que los virus pueden ser «buenos» o «malos», intimidades de la máquina de la verdad, que el ancho de las vías del tren está relacionado con la medida de las ancas de dos caballos, que la distribución de las letras del teclado del ordenador se explica porque las varillas cercanas de las máquinas de escribir mecánicas se encallaban, etc.

El título hace referencia a la facilidad de encontrar conocidos comunes cuando nos topamos con un desconocido: el modelo matemático Small World explica el funcionamiento de las redes en una sociedad. Seguramente el subtítulo del libro sea un buen resumen de su contenido: «un paseo pluridisciplinar por la ciencia». Yo añadiría que el paseo es bastante agradable y también lo mejor que se puede decir de un libro de divulgación científica: que se hace corto.

Albert Masó. Biólogo y fotógrafo de naturaleza, Barcelona.
© Mètode 67, Otoño 2010.

 

108-67_esp

El mundo es un pañuelo. Un paseo pluridisciplinar por la ciencia
Bartolo Luque
Publicaciones de la Universitat de València. Valencia, 2009. 220 páginas.

© Mètode 2011 - 67. Naturaleza humana - Número 67. Otoño 2010

Doctor en Ecología y Evolución, escritor, profesor y fotógrafo de naturaleza (Barcelona).