Ecuaciones

Los caligramas del universo

En la introducción a su superventas Una breve historia del tiempo, Stephen Hawking dice que le han advertido de que cada ecuación que contiene  un libro divide las ventas en la mitad. Con el sentido del humor que le caracterizaba, se pregunta si el hecho de incluir una no haya ahuyentado a la mitad de sus lectores potenciales.

Quizás sí que las ecuaciones tienen este efecto disuasorio. Personalmente, desistí de leer La lógica de la investigación científica de Popper tras hojearlo y encontrarlo lleno de símbolos lógicos.

Por otro lado, hay algo fascinante en las ecuaciones. El hecho de que una expresión tan breve –a veces tres o cuatro caracteres contando el signo de igualdad– pueda alcanzar una verdad universal inmutable tiene algo de místico.

Esta tensión hace que, si bien evitamos las ecuaciones lo más posible en la vida práctica, leemos con avidez libros que nos explican qué son, qué impacto han tenido en la historia de la humanidad y todo tipo de anécdotas y curiosidades para, en cierto modo, «humanizar» las ecuaciones, hacerlas más próximas y menos amenazantes.

Este es un género de la literatura científica híbrido, a medio camino entre la divulgación y la historia. Es revelador que los títulos de esta categoría se dividan en dos planteamientos. Algunos se fijan en la utilidad o el impacto que las ecuaciones han tenido sobre la historia de la humanidad, porque han facilitado tecnologías de la vida cotidiana como la televisión o la máquina de vapor. Otros toman las ecuaciones por su aspecto matemático, incluso gráfico, como expresiones bellas que condensan un gran poder explicativo y predictivo en unos pocos signos. Un tipo de caligramas que tienen una relación con el mundo que habitamos, pero que admiramos por su belleza más que por su utilidad.

Para bien o para mal, las ecuaciones que han cambiado el mundo son una cantidad finita. A menos que haya una sorpresa monumental es poco probable que durante nuestro siglo se añadan otras nuevas y, por lo tanto, este género se podría considerar agotado. Quiero dejar este párrafo escrito por si en el futuro alguien lo pone como ejemplo del discurso de «ya no queda nada por descubrir», que era habitual a finales del siglo pasado y que ahora nos hace tanta gracia. Quizás sí que alguno de los fenómenos que todavía se resisten a ser explicados requerirá una nueva ecuación que lo represente. Si es así, no hay duda de que será bella.

Referencias

Farmelo, G. (2004). Fórmulas elegantes: Grandes ecuaciones de la ciencia. Tusquets.

Perezagua, D., & Peñas, G. (2021). Historia del mundo en 30 ecuaciones. Principal de los Libros.

Stewart, I. (2015). 17 ecuaciones que cambiaron el mundo. Booket.

© Mètode 2022 - 113. Vida social - Volumen 2
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Biólogo y escritor (Barcelona).