«¿Estamos solos?», de Carlos Briones

Todo el mundo habla de ella pero nadie la ha visto

¿Estamos solos? En busca de otras vidas en el cosmos. Carlos Briones. Crítica. Barcelona, 2020. 549 páginas.

Carlos Briones, bioquímico del CSIC que investiga en el Centro de Astrobiología de Madrid, ha publicado una obra titánica sobre la búsqueda de la vida fuera de nuestro planeta. A lo largo de trece capítulos, Briones repasa y analiza casi todo lo que se ha dicho y se ha investigado para responder la pregunta del título del libro: ¿estamos solos en el universo? El resultado es una obra sobre astrobiología de un rigor afable: la ciencia está entretejida con referencias culturales continuas, con conexiones históricas y artísticas, o con la ciencia ficción en el cine y la literatura. Son estos pasajes donde el científico Briones hace comparecer al Briones poeta, escritor entrenado en la metáfora y la frase sugerente. Es un libro para aprender, para reflexionar y para soñar en un viaje a través del sistema solar –Venus, Marte, Encélado, Europa…– y más allá, en busca de los indicios de vida. El autor, además, ha tenido la brillante idea de dar voz, a través de conversaciones informales, a un puñado de científicos fascinados por la tarea de imaginar otras vidas desde la planetología, la micropaleontología, la cosmoquímica, la microbiología o la ingeniería espacial.

La interrogación científica sobre la existencia de otras vidas fuera de la Tierra es reciente. Julio Verne y H. G. Wells ya nos habían subido a la Luna –un mundo habitado según una novela de Wells–, pero la exploración espacial es hija de la Guerra Fría. A finales de la década de 1950, soviéticos y estadounidenses se entregaron a una escalada científica y tecnológica que culminó con la llegada a nuestro satélite de las misiones tripuladas Apolo. En medio de este impulso científico, emergió una nueva disciplina de las ciencias de la vida, la exobiología, que concretaba la preocupación por la contaminación (microbiológica) de los lugares extraterrestres explorados o, eventualmente, de la Tierra si retornaban a esta unos artefactos contaminados por una vida desconocida. El término exobiología se ha mantenido en ciertos contextos culturales, pero la palabra astrobiología abarca actualmente el estudio del origen, evolución, distribución y futuro de la vida en el universo. El estatus de la astrobiología como disciplina científica diferenciada y legítima ha sido a veces cuestionado: lo cierto es que solo tenemos un ejemplo de vida y quizás se ha exagerado un poco con las analogías entre la adaptación a ambientes extremos de ciertos microorganismos terrestres y la posible habitabilidad de otros cuerpos del sistema solar.

Por muy escépticos que nos pongamos, el estudio científico del origen de la vida en la Tierra supone aceptar cierto determinismo en la emergencia de unos sistemas químicos tan alucinantes como las células. Y, a la vez, no tenemos ninguna razón fundamental, más allá de una cierta arrogancia antropocéntrica, para negar que lo mismo puede haber pasado en una infinidad de lugares habitables del universo. Aun así, no deja de ser chocante una ciencia con un objeto de estudio desconocido. Como le gusta decir a mi amigo Antonio Lazcano: «La vida extraterrestre es como la democracia: todo el mundo habla de ella pero nadie la ha visto». Solo nos queda soñarla y quién mejor que un científico poeta para evocarla.

© Mètode 2021 - 108. Ciencia ciudadana - Volumen 1 (2021)

Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de València (España), miembro numerario del Institut d’Estudis Catalans y socio fundador de Darwin Bioprospecting Excellence, SL (Parque Científico de la Universitat de València). Explica metabolismo a los estudiantes de biotecnología y, como miembro del grupo de Biotecnología y Biología Sintética, sus intereses investigadores incluyen la bioprospección, la modelización metabólica y la historia de las ideas sobre el origen natural y la síntesis artificial de vida.