Cada vez son más los que, desde diferentes ámbitos y enfoques, se adentran por los caminos de la investigación y el análisis de los saberes antiguos sobre las plantas, la etnobotánica. Unos saberes seculares que se han transmitido oralmente o mediante el gesto, la acción o el ritual, y que adecuadamente interpretados, acrisolados y aquilatados, pueden servir para aportar soluciones a problemas actuales.
Unos saberes que hay que divulgar en formatos accesibles al gran público para facilitar la conexión racional y emotiva con la naturaleza y el conocimiento heredado y, al mismo tiempo, evitar tanto el menosprecio ignorante como la neorreligiosidad que, amparada bajo nombres como natural, orgánico o ecológico, sacraliza una naturaleza inventada o idílica, y se opone a cualquier tipo de intervención sobre la naturaleza real, por muy sensata y necesaria que sea. Porque la etnobotánica es una disciplina muy seria y muy respetuosa con los conocimientos científicos, con los que honestamente intenta colaborar, y no es en absoluto (como tampoco lo es la ecología) una envoltura para amparar ideologías bucólico-ruralistas, anticientíficas o veneradoras de cualquier pensamiento espontáneo, o bien temores inducidos con finalidades poco justificables.
Dicho eso, uno de los campos en que la etnobotánica alcanza un cierto éxito es en el de la recuperación y divulgación de las plantas silvestres comestibles. Y el libro del ingeniero técnico agrícola de La Safor Antoni Orengo Herbari mengívol. Guia per a l’ús gastronòmic de la flora silvestre es recomendable, entre otros motivos, porque une la calidad formal con los requerimientos de uso de los potenciales lectores: el libro recoge 47 verduras, 18 frutos, 13 condimentos y 20 flores comestibles, aromáticas o de complemento estético a los platos cocinados o aliñados. Cada fotografía, con el énfasis en las partes comestibles, va acompañada de una descripción adecuada de la planta y de dos apartados bien útiles, «Ecología y distribución» y «Recogida y usos».
El recetario que acompaña al herbario es otra las virtudes: muchas de las plantas silvestres se muestran capaces de mejorar las ofertas de la cocina tradicional y contribuir a hacer otras nuevas. Recetas culinariamente atractivas, gastronómicamente interesantes y dietéticamente ricas que, acompañadas de las oportunas fotografías, convidan a la preparación, la cata y el buen recuerdo de los platos, las bebidas o las degustaciones que se sugieren.
Afortunadamente el autor también advierte de posibles consecuencias negativas en el uso de determinadas plantas silvestres que acumulan oxalatos o nitratos, que incluyen sustancias potencialmente tóxicas o que pueden ocultar larvas y huevos de parásitos. Comentarios apropiados que contribuyen a evitar tanto la extrema confianza como la profunda desconfianza en el uso de las plantas comestibles silvestres.
Para concluir, el Herbari mengívol de Antoni Orengo es un libro recomendable como compañero en las excursiones de campo y que nos ayudará a conocer, estimar y probar algunos de los tesoros comestibles que gratuitamente, generosamente, nos ofrece este combinado de flora accesible y sabiduría popular que tan bien se enmarca en la etnobotánica para el gran público.
¡A disfrutarlo!