No es muy original empezar una reseña bibliográfica diciendo que un libro es inclasificable. Para intentar evitarlo, diré que Knowledge is Beautiful no se sabe si es un libro, un catálogo artístico, una broma de un esteticismo incontestable o un manual para científicos aburridos (en el sentido de que resultan aburridos, no que no sepan qué hacer). Esta obra de un magnetismo estético sin muchos precedentes es una recopilación de representaciones gráficas de datos de la más diversa procedencia. Historia, periodismo, física, biología… El libro es un totum revolutum de datos, sin diferenciar el tipo o el origen. Como los Ig Nobel, los famosos anti-Nobel humorísticos que recogen sorprendentes logros científicos, el impresionante despliegue de imágenes de todo tipo de la obra que aquí nos ocupa primero sorprende, y luego hace pensar. Al fin y al cabo, los datos son datos, resultados, elementos mensurables de la realidad, tanto si hablamos de la frecuencia media de la letra E en la lengua inglesa, como si lo que nos interesa es saber cuál es la fase de un vuelo en la que se tienen mayores posibilidades de sufrir un accidente aéreo (para los morbosos o aquellos con miedo a volar, diremos que la fase más peligrosa es, de lejos, el aterrizaje, con un 49 % de accidentes, seguida del vuelo en ruta, con un 35 %, y solo en tercer lugar encontramos el despegue, con un escuálido 15 % de los accidentes aéreos producidos en esta maniobra). Las ilustraciones del libro son muy diferentes entre sí, por lo que respecta al formato pero sin embargo tienen un estilo estético común, unificado. Es una obra de estilo, de un ilustrador experto y con voz propia que nos propone un aluvión de representaciones de datos, números, frecuencias y porcentajes de la más diversa procedencia. En el libro podemos encontrar, por ejemplo, un esquema con forma de abanico con los principales imperios de la historia, ordenados de izquierda a derecha cronológicamente, con una iconografía que muestra la causa del colapso (económica, conflicto interior, conflicto exterior, problemas sucesorios, etc.) y con el nombre de cada imperio con un cuerpo de letra igual a su extensión geográfica máxima. Podemos verificar el grado de inteligencia y al mismo tiempo de popularidad de diferentes razas de perros en una gráfica muy humorística subtitulada The ultimate datadog, en la que, por cierto, hay un intruso… O también una gráfica increíble con la edad de los seres humanos, de cinco a cien años, en bloques de cinco, y las metas que habitualmente se alcanzan en cada franja de edad –o que han alcanzado grandes hombres y mujeres– indicadas en cada bloque. Así, por ejemplo, a la edad de quien escribe estas rayas, Woody Allen dirigió Annie Hall, Shakespeare escribió La tempestad y gran parte de la población adquiere su segunda vivienda. En esta misma gráfica y en una especie de cameo gráfico à la Alfred Hitchcock, encontramos, en la franja de los 35-40, que David McCandless escribió Knowledge is Beautiful. Nos encontramos ante un libro original, increíblemente atractivo y, podríamos decir, muy moderno, en el sentido de que la forma lo es casi todo. Esta apuesta es arriesgada, ya que es bien conocida la explosión de obras de nulo interés literario bajo un formato sorprendente (libros de cocina con la forma de una cazuela o de un cupcake, formatos artificial e innecesariamente alargados o deformados, etc.). Aquí, sin embargo, la apuesta por la forma no es un pretexto para vender un contenido flojo; aquí la forma es el contenido y eso no solo no se esconde sino que, al contrario, el texto parece el enemigo, lo que hay que evitar. Si las imágenes sirven para hacer más ameno el mensaje, ¿para qué las explicaciones o, incluso, los pies de figura? Un ejemplo de esta persecución contra la prosa son los agradecimientos, codificados al máximo al final de la obra con un grafismo simple al lado de cada nombre. Como decíamos al principio, este es un libro sorprendente y no está claro su objetivo. El lector interesado pasará sin duda por dos fases al hojear la obra. La primera será de sorpresa y admiración por la creatividad, variación, colorido y originalidad de las docenas de gráficos, tablas e ilustraciones (e imágenes inclasificables a caballo de las anteriores) que se despliegan. En una segunda lectura, surgirá sin duda una pregunta: ¿y todo eso para qué? Creo que la respuesta aquí depende mucho del perfil del lector. Para un científico, como es mi caso, la respuesta a la pregunta es: para hacerlo infinitamente mejor la próxima vez que prepare una figura para un artículo científico. Para un periodista o divulgador científico, la respuesta puede ser semejante, y el libro puede acabar sobre la mesa de trabajo mucho tiempo, como una obra de referencia imprescindible como fuente de ideas para ilustraciones y grafismos relacionados con la ciencia. Finalmente, para el lector inteligente para quien todos los escritores del mundo afirman escribir, la respuesta a la pregunta sobre la utilidad podría ser: ¿y por qué no? En el libro se aprenden muchas curiosidades y, sobre todo, se aprende a mostrar gráficamente, de la mejor manera posible, los datos más farragosos. Lectores, enseñantes, científicos, periodistas, público en general: hay mucho más texto en la reseña que estáis acabando de leer que en todo el libro del que trata. Libro ilustrado, catálogo o no-libro, da igual; vale la pena disfrutar del irresistible atractivo de los datos pasados por el filtro del diseño más exquisito. Manel Porcar. Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (UV). |
Knowledge is Beautiful «En el libro se aprenden muchas curiosidades y, sobre todo, se aprende a mostrar gráficamente, de la mejor forma posible, los datos más farragosos»
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