Hay preguntas que la ciencia tardará en responder, y aceptarlo nos puede ayudar a apreciar mejor todo el conocimiento (y diversión, incluso) que nos aporta explorar las diferentes vías hacia la certeza. En esta perspectiva basa el neurofisiólogo y divulgador Xurxo Mariño su libro La conquista del lenguaje, que parte de una de estas cuestiones todavía sin solución: ¿cómo se originó el lenguaje humano? ¿Desarrollamos primero nuestra capacidad para el simbolismo –necesaria para el desarrollo del lenguaje– o fue el lenguaje lo primero que surgió –principal vehículo de nuestra capacidad simbólica?
La falta de respuesta se debe, entre otros, al hecho de que hace demasiado tiempo que Homo sapiens empezó a charlar. El lenguaje oral no fosiliza y para cuando los humanos se dedicaron a rayar piedras a propósito, el proceso que había alterado para siempre su mente ya estaba bien asentado.
Así pues, Xurxo Mariño expone lo que sí sabemos de nuestras mentes atípicas en el reino animal, y lo hace de acuerdo con la apasionante narrativa de fondo: la historia evolutiva de Homo sapiens. Empezamos entendiendo el hecho particular de nuestro lenguaje, es decir, nuestra capacidad de crear y entender símbolos, de dotarlos de significado de manera colectiva, y de transmitirlos a las nuevas generaciones. Continuamos revisando los cambios anatómicos estrechamente ligados a esta capacidad simbólica; sobre todo, el crecimiento del encéfalo y sus posibles causas. Después, conocemos un poco mejor «la máquina de pensar palabras», es decir, las áreas cerebrales que juegan algún rol en aspectos como el almacenamiento de léxico o la funcionalidad de la sintaxis. Por último, nos enfrentamos de nuevo a la gran pregunta: ¿cómo evolucionaron lenguaje y capacidad simbólica? ¿De forma paralela?, ¿uno detrás de otro? Tal y como adelantábamos, no debemos esperar una respuesta definitiva, sino disfrutar de las teorías que Mariño nos descifra con rigor y con un excelente uso del lenguaje literario a la vez.
Por ejemplo, en una curiosa escena, Mariño nos retrotrae a esos primeros (posibles) momentos de prueba y error de Homo sapiens con el lenguaje. Un grupo pequeño de humanos se desplaza con cautela por la sabana africana, buscando comida. Mientras descansan, un componente del grupo se levanta y emite «algún gruñido que es posible que signifique algo». Probablemente quiere que el resto levanten también el trasero. Pero no le entienden: no entienden el gruñido ni la intención. El pobre desiste, de momento. Y así Mariño nos revela un hecho clave en el éxito del lenguaje: no solo fue la capacidad de emitir sonidos intencionados, sino que alguien los entendiera. Hablando se entiende la gente, que dice el refrán.
La conquista del lenguaje es una lectura particularmente adecuada para quien se adentre por primera vez en estas cuestiones. Las referencias bibliográficas se reservan para después del texto para no interrumpir la lectura, y van acompañadas de otras recomendaciones. Quien ya tenga conocimientos al respecto disfrutará igualmente de este fabuloso ejercicio de síntesis y divulgación científica.
Muchas incógnitas quedan pendientes en el misterio de nosotros. Mientras tanto, vamos charlando sobre el tema.
