«Cómo nuestros orígenes deter-minan nuestro presente.» Esa es la cuestión, y el subtítulo que pro-pone José María Bermúdez de Castro en su libro La evolución del talento. Codirector desde 1997 de uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del planeta, Atapuerca, el autor repasa la evolución de la especie humana. Desde sus antecesores hasta nuestros días. Y al repasar esa evolución paso a paso, se dibuja algo parecido a una esencia del hombre. Somos «primates con alto grado de encefalización», extremadamente sociales, y en la actualidad provistos de una tecnología que «la biología no puede seguir». Esos serían los principales rasgos del ser humano. Con un estilo sencillo y concreto, este reconocido paleoantropólogo resume seis millones de años de evolución del árbol genealógico del Homo sapiens. Si alguien tiene alguna duda de que las cuestiones relativas al sexo, la territorialidad y la jerarquía, son las que definen nuestro mundo (aparentemente tan racional y tecnológico), Bermúdez de Castro da unos cuantos buenos argumentos para convencerle. Se dice que la paleontología trata de conocer el argumento de una película con tan solo unos cuantos fotogramas. Quizás por eso, el autor parece ir más allá del estricto método científico. Y, advirtiéndolo, en ocasiones recurre a su intuición para, al menos, imaginar aquello que no se puede demostrar. Esos millones de escenas de un largometraje que dura miles de años, y que nunca podremos ver completo. En ese sentido, el libro despliega una doble humildad. Por una parte, nos recuerda constantemente que seguimos siendo animales. Y una segunda humildad como investigadores, al mostrar como las verdades científicas son siempre «verdades por ahora». A pesar de los importantes avances de la última década en paleontología, parece seguro que en los próximos años se seguirá reescribiendo nuestro pasado. Así, en este viaje de ida y vuelta que propone Bermúdez de Castro entre el origen y el futuro de la especie, surgen inevitables comparaciones. El hombre es fruto de un cambio climático, que nos obligó a cambiar de hábitat hace miles de años. Según el autor, esta capacidad de adaptación no se debió solo al talento que permitió al Homo sapiens planificar actividades y crear herramientas, sino sobre todo, a que esas capacidades se difundían rápidamente entre los distintos grupos humanos. Quizás, ante los nuevos desafíos del hombre (como otro cambio climático), las claves de la victoria son las mismas que en el pasado. Cooperar más como especie y compartir, de inmediato, los nuevos conocimientos. Alberto Senante Carrau. Periodista (Madrid). |
La evolución del talento. Cómo nuestros orígenes determinan nuestro presente.José María Bermúdez de Castro Risueño |
© Mètode 2011 - 69. Afinidades electivas - Número 69. Primavera 2011