«La frontera del cel», de Roberto Trotta
El universo en palabras de estar por casa
Una «idea un poquito loca». Así es como el mismo autor describe esta obra. La frontera del cielo de Roberto Trotta (publicado dentro de la nueva colección «Urània» de la Institució Alfons el Magnànim) es un libro corto pero muy curioso que hace pensar sobre muchas cosas, no solo sobre astronomía. El libro da respuesta a un reto un poco extraño, en verdad: escribir un libro de ciencia utilizando solo las mil palabras más frecuentes del inglés con el objetivo de demostrar que se pueden explicar conceptos científicos complicados sin utilizar argot técnico. De hecho, al final el autor solo ha usado setecientas veinte palabras.
El resultado final sorprende, por conseguir brillantemente su propósito inicial y porque el lenguaje sencillo empleado le aporta una atmósfera poética y casi mística, como si el autor nos estuviera contando un cuento. Esto no es extraño, porque a menudo tiene que recurrir a metáforas para evitar palabras del ámbito científico.
Leer este libro es una experiencia muy particular. Para las personas expertas en la materia es como jugar con el autor a las adivinanzas. Mientras él pretende explicar conceptos tan complicados como la expansión del universo o las partículas supersimétricas, la tarea del lector experto es adivinar de qué está hablando, a qué concepto o teoría física está refiriéndose mediante su descripción con palabras habituales. Algunas de estas adivinanzas son muy simpáticas, como cuando habla «de una fiesta que se hace cada año en un lugar muy frío, cerca de donde hay mucha agua helada, no lejos del lugar donde acaba nuestro Mundo Hogar». Intentar averiguar a qué se refiere te obliga a reflexionar sobre las palabras que se utilizan en el argot científico y su relación con la realidad.
Para los que desconocen los temas tratados, las descripciones utilizadas por el autor aportan, en la mayoría de los casos, un conocimiento básico y sencillo que permite entender el concepto con metáforas casi sin hacer ningún esfuerzo. Si bien a veces algunas expresiones son un poco decepcionantes (como «estrellas locas» para hablar de planetas, que no son estrellas), están justificadas por motivos históricos, puesto que hacen referencia a las antiguas denominaciones originales.
Este libro plantea también un ejercicio muy complicado de traducción que David Galadí ha resuelto con elegancia e inteligencia, transmitiendo tanto el contenido como la forma de la obra original, a la vez que, a la fuerza, tenía que ajustarse al criterio para contar las palabras (en valenciano, las formas verbales son más ricas que en el inglés original, por ejemplo).
Así, este es un libro verdaderamente para todo el mundo, muy interesante tanto para legos como para expertos en la materia, un experimento muy logrado. Ah, y para los que no se les dan bien las adivinanzas, al final del libro se explican las expresiones utilizadas en el texto con las designaciones científicas. Por si acaso.