‘El gen’, de Siddhartha Mukherjee

Leer y escribir tus propias instrucciones

El gen

El gen
Una historia personal
Siddhartha Mukherjee
Traducción de Joaquín Chamorro Mielke. Debate, 2017. Barcelona, 768 páginas.

El investigador y oncólogo Siddhartha Mukherjee ha conseguido de nuevo que un ensayo de alta divulgación sea un éxito. Con El emperador de todos los males (Taurus, 2010) ya dio muestra de unas habilidades narrativas magníficas puestas al servicio de la difusión de un tema complejo. Galardonado con el premio Pulitzer de no-ficción, nunca un libro sobre el cáncer había interesado y gustado tanto a todo el mundo. En El gen (Debate, 20107), volumen que el mismo autor califica de precuela del otro, nos acerca a la historia «de la normalidad antes que se convierta en una cosa maligna».

La narración avanza a través de seis partes ordenadas de manera cronológica. Sin embargo, en la primera parte del prólogo, nos transporta a la India para compartir la historia de las enfermedades mentales que han afectado a distintos miembros de su familia. «Para mí –nos justifica– el peso de la herencia no es ninguna abstracción». Esta habilidad para sumergir al lector en su mundo, tanto en el más íntimo de los desórdenes mentales familiares, como en el profesional de la investigación biomédica, dota a la narración de un sentido pleno.

Ilustración de Perico Pastor

El autor inicia la historia en el huerto de un monasterio en Brno (República Checa), donde Gregor Johann Mendel empieza a cruzar guisantes. Así, igual que en una novela decimonónica, Siddartha Mukherjee nos presenta los personajes que irán desapareciendo para volver más adelante a lo largo del retrato: desde Mendel a Francis Galton, James Watson, Francis Crick, Rosalind Franklin, Maurice Wilkins, Craig Venter, Francis Collins… Pero no solo aparecen los hombres y las mujeres que han protagonizado esta historia que llega hasta hoy mismo, sino que también lo hacen los espacios y las ideas. La eugenesia, por ejemplo, muy popular a principios del siglo xx, quedará dañada después de la Segunda Guerra Mundial con las atrocidades cometidas por los nazis.

El éxodo intelectual provocado por la contienda también conducirá a una gran movilidad entre los científicos, no solo geográfica, sino también entre áreas de conocimiento. El interés de físicos y matemáticos por la biología y, en concreto, por los genes, traerá nuevos aires al estudio de la herencia.

Siddhartha Mukherjee sabe que la acción principal de una narración tiene que ir acompañada de historias complementarias, que aporten contexto, profundidad. Y, todo de manera sencilla, sin empachar. Utiliza comparaciones constantes y metáforas que no solo ayudan a la comprensión de los conceptos, sino que algunas constituyen imágenes verdaderamente poéticas, como cuando habla del huerto de Mendel lleno de guisantes de todo tipo: «Cuando el viento abría las cortinillas de golpe, era como si toda la habitación se transformase en un microscopio gigante.»

Desde mediados del siglo xx, la genética ha emprendido un ascenso imparable, con el descubrimiento de la estructura del ADN, el ADN recombinante, la clonación, el Proyecto Genoma Humano… Pero también ha despertado inquietudes y preguntas. Mukherjee no evita ningún tema. Proyecta las luces de investigación genética pero también las sombras que se han evidenciado cuando los estudios han querido hacerse de forma precipitada o interesada. De momento, la propia comunidad científica ha ido dotándose de moratorias y de unos marcos de actuación que han permitido seguir avanzando de manera consensuada, pero cada vez es más complicado fijar los límites. Los diferentes intereses, las carreras para ser el primero, y las distintas aproximaciones éticas hacen que sea necesario un debate más amplio.

La reflexión mueve siempre el final de cada capítulo. Genético (es decir, influido por los genes) no es equivalente a hereditario (que se transmite de una generación a otra). El estudio de los genes ha cambiado la perspectiva con la que interpretamos no solo la enfermedad, sino también cuestiones como la raza, el sexo o la inteligencia. Tal y como nos explica, «desde un punto genético, una persona africana de Nigeria es tan “diferente” de una persona de Namibia que no tiene mucho sentido incluirlos en una misma categoría».

«La manipulación de los genes nos cambia. Podemos modificar nuestro propio libro de instrucciones y eso implica tomar decisiones importante»

El gen aborda un tema tan necesario y actual que prácticamente se convierte en imperativo leerlo. El libro nos recuerda constantemente que mutación significa variación y que sin esta no hay evolución. Si la variación genética es motor de la evolución, nuestro impulso, como alerta el autor, es homogeneizarnos. En los últimos años, con la manipulación de las células madre y la edición de genes gracias a CRISPR/Cas9 (con la opción de eliminar, pero también de añadir variaciones), las expectativas en la nueva ingeniería genética no han dejado de crecer. Pero, al mismo tiempo, también lo hacen los dilemas.

La manipulación de los genes nos cambia. Actualmente somos capaces de «leer» y también de «escribir» el genoma humano. Podemos modificar nuestro propio libro de instrucciones y eso implica tomar decisiones importantes. Tal y como afirma Mukherjee: «No hace falta tener un título superior en biología molecular, filosofía o historia para darse cuenta de que la confluencia de estos dos grandes eventos es una especie de salto al vacío.» Quizás lecturas como esa ayuden a ir extendiendo las redes que nos permitan saltar con garantías de no fracasar.

© Mètode 2017 - 95. El engaño de la pseudociencia - Otoño 2017
Periodista. Revista Mètode.