El fuego está presente en el planeta Tierra desde hace más de 400 millones de años, mucho antes de la aparición de la humanidad. Actualmente, somos la única especie que sabe producirlo y controlarlo. Desde hace unas décadas, parece que la convivencia fuego-ser humano pasa por horas bajas. ¿Puede mejorarse? Andrew C. Scott nos da algunas pistas en Planeta en llamas. Partiendo de la situación actual, nos transporta al pasado lejano, hace millones de años, para recorrer, conocer y comprender la historia y el papel del fuego en el planeta Tierra. Scott sabe bien de qué habla: es profesor de investigación distinguido en el Grupo de Investigación de Paleobiología de Plantas del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Royal Holloway (Universidad de Londres), centro donde ha desarrollado una activa labor investigadora que compagina con la divulgación científica.
De manera amena, didáctica y desenfadada Scott construye un relato que combina la evidencia científica con la anécdota personal. Originalmente construido sobre ocho capítulos, alternativamente se puede dividir en cuatro partes diferenciadas. La primera corresponde al presente, describe el coste de los grandes incendios descontrolados, megaincendios, así como las nuevas tecnologías para el seguimiento y mapeo del fuego. La segunda introduce dos herramientas de trabajo fundamentales: el análisis del carbón vegetal fósil y de las interacciones del fuego con la vegetación, el clima y la concentración de oxígeno atmosférico, para construir patrones de frecuencia del fuego. La tercera recorre el pasado remoto, antes de la aparición de la humanidad, y el pasado reciente, desde su aparición, para descubrir las evidencias que permiten conocer el régimen de fuego y su variación, comparándolo con el actual. Finalmente, la cuarta alerta sobre los factores presentes que pueden interactuar positivamente con el fuego y favorecerlo, y los impactos negativos de esto en el futuro.
Al coger el libro y hojearlo, observamos un esqueleto de manual técnico sencillo: gráficos, referencias bibliográficas, un glosario y un apéndice con la escala de tiempo geológico, esta última muy útil. Aun así, el corazón del libro desvela una historia, escrita de forma indirecta en los sedimentos, las rocas y los árboles. ¿Cómo descifrarla? Con gran pericia, el autor se sitúa al mismo nivel para mostrar y encajar los elementos del código natural: carbones vegetales fósiles, isótopos, heridas en la madera, etc. Poco a poco va abriendo ventanas de conocimiento, a la vez que magistralmente propone un cambio de escala cronológica, donde la unidad de medida son los millones de años, así como un cambio de escala espacial, donde pasamos de la geografía local a la planetaria. Acciones encaminadas a ofrecer una nueva visión del fuego como fuerza natural global que participa desde hace millones de años en el funcionamiento del planeta.
El autor se propone hacer pensar y lo consigue. El resultado es una lectura muy recomendable. Quizás el problema no es el fuego, sino la humanidad en su forma de entender la naturaleza.