«Qué es el altruismo», de Lee Alan Dugatkin

Qué es el altruismo. La búsqueda científica del origen de la generosidad. Lee Alan Dugatkin. Katz Editores. Buenos Aires, 2007. 271 páginas.

Tal y como se hace constar en la contraportada del libro en cuestión, la 22a edición del Diccionario de la Real Academia Española define altruismo como «diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio», mientras que en la 23a edición se añade una segunda acepción, a saber, «fenómeno por el que algunos genes o individuos de la misma especie benefician a otros a costa de sí mismos». Ambas definiciones son muy apropiadas para poder entender la dimensión del problema que, para la ciencia, ha supuesto la cuestión del altruismo. Y el motivo es bien sencillo. El altruismo es incompa-tible, en primera instancia, con la selección natural, porque di-fí-cilmente pueden evolucionar comportamientos altruistas. Por definición los altruistas van a reproducirse menos que los no altruistas, su eficacia biológica es menor y no pueden perpetuarse. Luego conductas de este tipo no pueden evolucionar. Pero es el caso que los comportamientos altruistas abundan por doquier, y los humanos nos vanagloriamos especialmente de ello, afortunadamente, aunque olvidamos con ligereza que también coexiste con el más atroz de los egoísmos. ¿Existe alguna relación entre el altruismo/egoísmo de las otras especies y el nuestro? Para resolver la cuestión necesitamos explicaciones que den cuenta de ambas y poder así concluir, o no, que las razones que asisten a ambos comportamientos son las mismas.

El altruismo le preocupó especialmente a Darwin por los motivos relatados y, desde entonces, el tema ha estado siempre presente. El libro de Dugatkin es la historia, con cierto sesgo, de la investigación científica del altruismo. Digo con cierto sesgo porque, como suele ser casi norma, la relación de científicos implicados en la investigación apenas si es la de los del ámbito anglosajón. Solamente nos deja a Kropotkin, que con su noción de «apoyo mutuo» en el mundo animal se mostró muy crítico con T. H. Huxley, iniciador de una saga y conocido como el cancerbero de Darwin. Kropotkin, al igual que Huxley, idolatra a Darwin, pero la noción de la selección natural la utiliza para explicar la supervivencia de aquellos que cooperan, y no de aquellos que compiten, en franca oposición a Huxley, para quien el mundo viviente es un mar de competencia y lucha sin cuartel por la supervivencia de los más aptos.

A juicio de Dugatkin la palabra más científica en torno al altruismo, tras Darwin, la representa W. C. Allee, un ecólogo estadounidense que tomó la antorcha del tema al reclamar la relevancia de la estructura familiar en las sociedades animales.

«El altruismo es incompatible, en primera instancia, con la selección natural. Pero el caso es que los comportamientos altruistas abundan por doquier»

La historia en torno al altruismo cambia radicalmente cuando empieza a considerarse la idea de que hay genes del altruismo, lo que a su vez va ligado al asentamiento del estudio genético de las poblaciones, que está en la base de la síntesis evolutiva. Dugatkin nos introduce al biólogo inglés J. B. S. Haldane como uno de los primeros que formuló, aunque de forma cualitativa, bajo qué condiciones podría evolucionar un comportamiento altruista. O en otras palabras, es el predecesor más inmediato de las modernas concepciones en torno al parentesco y su relación con el altruismo.

La relación de científicos mostrados hasta el momento es, a mi juicio, una introducción del personaje central de su libro y, por ende, de la teoría actual en torno al altruismo: W. D. Hamilton. Fue él quien introdujo una famosa fórmula donde el coste de la acción altruista se contrarresta con el beneficio que puede producir a determinados parientes, más o menos próximos desde el punto de vista genético, según indica el coeficiente de parentesco. Lo maravilloso en la expresión radica en que se integra en el contexto de la teoría de la evolución por selección natural, pues establece las condiciones particulares que deben darse para que puedan evolucionar comportamientos altruistas o no. Los genes marcan la pauta.

Las formulaciones de Hamilton han sido fundamentales porque han permitido un programa de investigación orientado a comprobar su veracidad en infinidad de conductas animales, desde los insectos sociales, pasando por gran número de aves, algunos mamíferos y la propia especie humana. Autores como Wilson, padre de la sociobiología; Dawkins, promotor de la noción del gen egoísta; Axelrod, introductor de la noción de la evolución del altruismo en ausencia de parentesco, y muchos otros reconocen haber bebido en Hamilton para poder explicar sus propias observaciones sobre la conducta animal o desarrollar sus ideas. No resulta extraño que Hamilton sea considerado el Darwin contemporáneo, añade a la teoría evolutiva un complemento tan importante sobre un tema que se le había resistido.

© Mètode 2009 - 60. Darwiniana - Número 60. Invierno 2008/09
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Catedrático de Genética, Universitat de València.