Los insectos no son, para mucha gente, animales apreciados y, tal vez por eso, escribir un libro sobre un grupo de insectos para el gran público no es tarea sencilla. Mucha gente se siente incómoda porque suscitan recuerdos de picaduras y mordeduras, cuando no de suciedad o repulsión. Quizás más difícil todavía es que un libro de insectos escrito para una audiencia amplia resulte estimulante para alguien del campo de la biología o la zoología. Pero Dave Goulson, reconocido especialista en abejorros, es capaz de enamorarnos, a todos, de estos insectos, en su libro Una historia con aguijón. Ya desde el prólogo, nos atrapa en un viaje iniciático para descubrir cómo son los abejorros, por qué son necesarios, qué está pasando con ellos y qué podemos hacer para que continúen pululando por nuestros prados, campos de cultivo y jardines.
El libro de Goulson es una obra deliciosa. Es la historia de alguien apasionado por la naturaleza que descubre las enormes consecuencias de la tiranía que hemos ejercido sobre ella. Es, sobre todo, la historia de los abejorros, de sus voces, de sus ritmos, de sus necesidades, de sus deseos. Pero también es una reflexión sobre la pérdida de biodiversidad y una disección de los principales estresores que actúan sobre esta: especies exóticas invasoras, transmisión de enfermedades por traslados no controlados, intensificación agrícola, cambio climático… Y lo que nos debe hacer reflexionar es que estos cambios se han producido no a escala geológica, ni siquiera histórica, sino a escala humana, a una velocidad que una persona es capaz de percibir a lo largo de su vida.
Goulson ha estudiado los abejorros desde todas las perspectivas posibles. Y todas ellas son convenientemente tratadas en el libro: la fisiología (o cómo consiguen regular su temperatura corporal y la del nido), la evolución (o cómo surgieron desde sus antecesores, las avispas), la orientación (o cómo logran encontrar el camino de vuelta al nido), la comunicación química (o cómo estos animalitos son capaces de detectar las flores que ya han sido libadas, o incluso cuándo lo han sido), el apareamiento, la reducción de sus áreas de distribución, la problemática con la comercialización de colonias de abejorros para mejorar la polinización o los programas de reintroducción en áreas donde habían desaparecido.
Con un lenguaje sencillo e inteligible, no renuncia a tratar cuestiones complejas y aporta datos estimulantes para los especialistas. Capítulos que podrían ser en cierto modo abstrusos, como el que se ocupa de la evolución de la sociabilidad en himenópteros (el grupo que engloba a abejas, avispas y hormigas), son expuestos de manera completamente asequible.
Son muy interesantes los últimos capítulos, en los que Goulson expone cómo pequeñas acciones, al alcance de cualquiera, pueden ser importantes para la conservación de las poblaciones de abejorros, que actuarían además como paraguas para otras muchas especies.
Una obra absolutamente recomendable, que nos descubre el mundo de los abejorros y, desde la perspectiva de estos insectos, las enormes posibilidades que tenemos para contribuir a la conservación de la biodiversidad del planeta.