Pasqual Gomes destaca en la plástica valenciana contemporánea desde sus inicios académicos, que abandona poco a poco para adentrarse en una etapa reduccionista de carácter minimalista. La introspección lo guiará por el camino del compromiso social y, así, pondrá sus pinceles al servicio de movimientos sociales por la defensa y la recuperación de la cultura del País Valenciano, como por ejemplo su último trabajo alrededor de la figura de Vicent Andrés Estellés. Su pintura es, pues, fruto de la lógica escorrentía de su pensamiento formado a pie de calle. Una atalaya privilegiada para un escudriñador que aglutina y sintetiza en un cromatismo geométrico que lo definirá y ocupará a lo largo de casi dos décadas. Ha sido necesario, eso sí, un largo proceso de investigación del uso de materiales. El papel de vidrio, los espartos metálicos, el oxiron, el carborundo, las tierras de cultivo o la arena de playa y el látex dan como resultado una textura dúctil y maleable que nuestro artista sabe aprovechar para dar paso a nuevas formas de expresión. Viaja de nuevo a antiguas sensibilidades no exentas de confusiones y perplejidades, en las que Pasqual Gomes se adentra como en una vorágine que lo arrastra con temor, pero también con entusiasmo, hacia un abanico renovado de formas y colores que abren ante sus ojos. Vuelve al sitio del que viene, libre de retórica, argollas y subyugaciones. Aun así, todo parte de la necesidad de no deshacerse de ningún pensamiento.
La trayectoria de Pasqual Gomes, como la de cualquier artista, es un todo del que no se puede separar nada, ya que el presente no existiría sin sus primeras pinceladas; sin la arena y la tierra de su país, sin la mirada encantadora causada por las ramas de las palmeras, sin la turbia visión de los reflejos marinos ni la de la noche con la luna paseándose por los tejados. Nada le era ajeno; ni antes ni ahora. Desde siempre, la inquietud le agita el alma, y se interroga levantando la mirada o bien enterrándola en el suelo de donde nacen recuerdos de dibujos y colores mientras camina por los caminos del explorador en busca de nuevas satisfacciones. Eso solo será posible usando los avales que le dan la confianza del aventurero, que se suma al bagaje de su conciencia en la que, como un arcano, se esconde uno de sus valores más preciados, como es la humildad. Pero también la capacidad creadora de su autoridad intelectual que no le impide ser próximo y comprensivo, tal como lo reflejan la naturaleza comunicativa de su obra y su talante.
Para acompañar las obras que Pasqual Gomes presenta ahora y aquí, me vienen a la memoria unas líneas que escribí en el prólogo del catálogo de la exposición que hizo en Gandia, allá por 2011: «Sus plásticas son opciones que escoge ante la visión de un mundo que no es nada fácil de interpretar porque, en general, no se cuenta con suficientes evidencias sobre las intenciones de los artistas. Aun así, en su obra se divisa un diálogo que trata de disimular la intensa dualidad que existe entre tradición y modernidad. Dualidad en la que los conceptos no se excluyen del todo y en la que hay la intención de desdibujar la línea que al mismo tiempo los separa y los une creando cierta tensión que en general se halla en el arte comprometido».