El ser humano siempre ha sentido una atracción especial por las abejas. Primero recolectaba miel de los enjambres, después, como apicultor, también sacó provecho de otros productos como la cera y los propóleos y comenzó a interesarse por el conocimiento de la biología de este himenóptero. En las páginas que siguen también podremos echar una ojeada, mediante una curiosa entrevista, a su función como polinizadores. Una relación íntima de plantas y abejas en donde se pone de manifiesto su importante contribución a la agricultura y a la conservación del medio natural. Esta ojeada, quizá, nos aclarará la vista y nos permitirá ver qué estamos haciendo con las colonias de abejas y qué nos jugamos. Ya hace tiempo que los enjambres salvajes faltan de nuestros parajes naturales, incluso las colmenas de los apicultores se encuentran amenazadas. El uso de insecticidas agrícolas, la contaminación ambiental, la transformación de tierras, la destrucción de la diversidad florística y, también, la “globalización” de las plagas de las abejas, continúan haciendo disminuir el benefactor vuelo de este insecto, así como también los ánimos de los profesionales que viven de la apicultura. Hablar de peligro de extinción de la apicultura en estos momentos es quizá un poco alarmista, pero es seguro que si no reaccionamos y no ponemos en marcha un buen plan gestor de los recursos apícolas, pronto esta amenaza se hará realidad.