Ciencia y exilio

Los científicos republicanos españoles y su trayectoria itinerante

El Stanbrook en el puerto de Alicante

Ciencia y exilio. Científicos republicanos españoles y su trayectoria itinerante. El final de la Guerra Civil también acabó con un periodo de desarrollo científico y cultural que había tenido lugar durante la República. Científicos e intelectuales que habían sido parte de la vida académica, y a menudo de la vida política, se enfrentaron a la elección de estar en España o de exiliarse en el extranjero después de la victoria franquista. Los que decidieron quedarse, sufrieron una represión bajo el franquismo y una especie de «exilio interno», lejos de su carrera profesional, mientras que los que huyeron tuvieron que afrontar las dificultades de encontrarse en países donde había cierta reticencia para acoger.

Para entender la repercusión del exilio republicano sobre la ciencia española habrá que observar, aunque brevemente, las décadas previas a la Guerra Civil. Así, durante los años que van desde 1907 a 1936 se fueron conformando una serie de organismos e instituciones que darán un impulso extraordinario al cultivo de la ciencia y a las investigaciones en los diversos saberes. Todo ello dentro de un proceso de modernización y europeización que arranca a finales del siglo XIX a partir de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y que culminará en 1907 con la creación en Madrid de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), cuya principal misión será pensionar licenciados hacia Europa. En tierras catalanas, con unas circunstancias sociales y políticas diferentes, surgió el Institut d’Estudis Catalans, que, con idéntico interés que la institución anterior en la modernización intelectual y científica, fue un elemento clave en el desarrollo de las investigaciones médicas y biológicas.

Otros organismos como la Residencia de Estudiantes, creada en Madrid en 1910, y los laboratorios que fueron surgiendo alrededor de esta institución –como los de fisiología, histología o microbiología– darán también un impulso importante a la renovación cientificotecnológica. Hay que añadir que en el campo de la fisicoquímica –y tras unos años de compartir proximidad física con el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Laboratorio de Automática o el Centro de Aeronáutica– el propio Laboratorio de Investigaciones Físicas se traslada a un edificio próximo independiente como Instituto Nacional de Física y Química en 1932 con la estrecha colaboración de la Fundación Rockefeller. De todas estas instituciones se irán al exilio o quedarán sometidos a una especie de exilio interior muchos de los representantes más valiosos que tenía nuestro país.

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Durante los primeros años del siglo XX, la creación de diferentes instituciones, como la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) en 1907 o la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1910, dará un especial empuje al desarrollo cientificotécnico. En las imágenes, arriba, vista actual de la Residencia de Estudiantes y, abajo, placa dedicada a la JAE en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. / Foto: Joan Lloret

Por ello, con la salida del ejército republicano junto a miles de personas, tanto por la frontera francesa como por los puertos valencianos, se iniciaba una peregrinación que llevaría a los ciudadanos españoles por varios países de todo el mundo. Será en Francia donde recalarán la gran mayoría de los exiliados, que, en un porcentaje significativo, pasado un tiempo volverán a España. De quienes se quedaron en suelo francés la gran mayoría permanecerá allí de manera definitiva a pesar de las penalidades a las que estuvieron sometidos, especialmente durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial.

Entre el exilio en el extranjero y el «exilio interior»

Una parte significativa de científicos, intelectuales, profesionales diversos y trabajadores cualificados, mediante la intervención del gobierno de la República en el exilio, de organizaciones surgidas en Francia como el SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles) creada el marzo de 1939 o la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) en julio del mismo año, y la inestimable ayuda de varios países, iniciarán una nueva etapa que principalmente los llevará a tierras americanas. Hay que decir que algunos intelectuales y científicos se encontraban durante el conflicto civil español en centros e instituciones extranjeras siguiendo programas de intercambio y en estancias, por lo que muchos de ellos no volvieron a sus puestos de trabajo y tuvieron que permanecer en estos países durante una larga temporada para reubicarse posteriormente, una vez acabada la Guerra Civil.

No todos se tuvieron que exiliar, de hecho muchos de los que se quedaron en territorio español y que no podían ser acusados de delitos de sangre supusieron que no tendrían problemas con el nuevo régimen. No será así; las autoridades militares, políticas y educativas de la dictadura franquista llevaron a cabo una severa represión y depuraron a todos los que habían tenido responsabilidades durante el período anterior. Incluso los que habían ejercido tareas académicas y educativas pero que en algún momento colaboraron con las autoridades republicanas legalmente establecidas, o que expresaron sus ideas a través de la palabra o mediante los hechos. Intelectuales y científicos, profesores y otros profesionales se quedaron en España como en una suerte de exilio interior, donde la gran mayoríasufrirá con mayor o menor crudeza el peso de la dictadura.

Peset Aleixandre

En la derecha, Peset Aleixandre, ejecutado en Paterna en 1941. La represión contra aquellos que permanecieron en España llegó a los puntos más extremos, como la condena a muerte. Es el caso del ex rector de la Universitat de València y catedrático de Medicina Legal Joan B. En la izquierda, placa dedicada a la JAE en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. / Fotos: Universitat de València, Joan Lloret

Desde la separación definitiva y la baja en el escalafón, a los traslados o las jubilaciones forzosas, pasando por suspensiones de empleo y sueldo, o incluso inhabilitación en los cargos de responsabilidad y de confianza. A pesar de ser tan importantes y graves estas consecuencias, hubo casos, la menor parte, que tuvieron la más grave de las repercusiones: morir fusilados. Debemos mencionar, entre otros, personal del profesorado y científicos de la valía de Joan B. Peset Aleixandre (rector de la Universitat de València y catedrático de Medicina Legal, que desarrolló actividades durante la guerra como la de diputado o la de responsable de varios hospitales), Francisco Aranda, catedrático de Zoología de la Universidad de Zaragoza, o Sadí de Buen Lozano, que entonces era inspector general de Instituciones Sanitarias y uno de los máximos representantes en la lucha antipalúdica, además de haber destacado por sus estudios sobre la lepra y la fiebre recurrente hispanoafricana.

La acogida en Europa

Entre los que optaron por el exilio, la diversidad de los países de acogida fue grande, aun siendo los de las tierras americanas los que agruparían el mayor porcentaje. Entre los que se quedaron en Europa, unos, la menor parte, se fueron a la URSS y a los países de su influencia, de acuerdo con su ideología y con un bagaje sociocultural determinado. Incluso hubo científicos que, en una primera etapa, con coincidencia ideológica y militante, estuvieron viviendo y trabajando en el país soviético y que, al final,  debido a desavenencias y conflictos personales con el curso de los acontecimientos políticos, tuvieron que rehacer su situación individual y profesional y acabaron alejándose definitivamente y yendo a otros países.

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Algunos científicos como Gregorio Marañón decidieron regresar a España en la década de los cuarenta. / Fundación Gregorio Marañón

Concretamente hay que mencionar el itinerario seguido por el físico Manuel Tagüeña Lacorte desde que llegó a Rusia, donde ejerció la docencia en una academia militar, para pasar después a Yugoslavia y por último a Checoslovaquia. Será concretamente en la Universidad de Brno donde desarrollará más intensamente su tarea científica e investigadora entre 1950 y 1955. A lo largo de estos años impartió clases teóricas y prácticas de la asignatura de Física médica en la Facultad de Medicina de la Universidad Masaryk de Brno y a partir de 1952 tuvo bajo su dirección la cátedra de Física y Química de la misma facultad. Serán, sin embargo, las dificultades personales y el ambiente general que se respiraba en esta parte de Europa lo que le hizo decidirse a salir, junto a su familia, de este país en 1955 para llegar en octubre de aquel mismo año a México, país donde realizará diversas actividades profesionales.

Enrique Moles

Enrique Moles, científico español que decidió volver a España en la década de los cuarenta. Fue encarcelado, depurado y destituido de todos sus cargos y responsabilidades. / Foto: Archivo Espasa-Calpe

Pero donde fueron a parar la mayoría de los científicos e intelectuales, dentro de la corriente de exilio general, fue a territorio francés, donde residieron durante más o menos tiempo. En un gran porcentaje, Francia se convirtió en país de tránsito para ir posteriormente a otros países, como el Reino Unido y sobre todo a tierras americanas. De los que pasaron en tierras francesas más tiempo, unos pocos regresarán a España más adelante con mejores o peores situaciones, como en el caso de Gregorio Marañón, Teófilo Hernando o el químico Enrique Moles, que sufrió un auténtico calvario. Al regresar a España, Moles fue encarcelado, depurado y fue destituido de todos sus cargos y responsabilidades.

Otros se quedaron permanentemente en suelo francés, donde desarrollaron diversas tareas relacionadas con su experiencia profesional e, incluso, ejercieron como médicos en condiciones totalmente legales o participaron en instituciones médicas como el Hospital Varsoviano de Toulouse, centro que atendió fundamentalmente a enfermos españoles.

A Gran Bretaña llegó una parte muy selecta de los exiliados desde el punto de vista científico e intelectual. En este país, los científicos españoles participaron de la vida científica y muy especialmente algunos de ellos tuvieron una actividad destacada durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en los campos de la medicina y de la física. Algunos, como Pío del Río Hortega o Severo Ochoa, en una fase posterior, se fueron al continente americano.

México, la gran bienvenida

De todas formas la gran mayoría de intelectuales y científicos, mediante la intervención de organismos como el SERE o la JARE, embarcaron con sus familias en dirección a los países principalmente centroamericanos y sudamericanos. De todos estos países, destaca por encima de todos el caso de México, no sólo por el volumen sino especialmente por la gran cantidad de profesionales de las diversas ramas, intelectuales y científicos que podrían reemprender y desarrollar muchas de las tareas que habían visto interrumpidas tan dramáticamente por la guerra. Y será en este país gracias a las facilidades y al interés del presidente Cárdenas, inmerso como estaba en un programa de estímulo de la enseñanza superior y de la investigación científica. Por eso llegaron a su país individuos con una cierta preparación personal que incluía, además de profesionales y trabajadores cualificados, representantes de los estudios de humanidades, sociales y científicos, que marcarán una influencia significativa en estas disciplinas en los centros y universidades mexicanas.

Entre el personal científico encontramos representantes de todas las ramas: matemáticos, físicos, químicos, biólogos (naturalistas, entomólogos, oceanógrafos, etc.) y sobre todo de la vertiente sanitaria, en la que despuntan por cantidad y significación los médicos, que en un número aproximado de quinientos se involucraron en la sociedad mexicana. Dentro de este grupo destaca José Puche, exrector de la Universitat de València, que en una primera etapa desarrolló tareas de organización del exilio como responsable del CTARE (Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles), y que en un segundo momento se involucró en la Universidad Autónoma de México (UNAM), donde pudo reemprender sus investigaciones sobre fisiología.

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Un barco emblemático, el Sinaia, que en mayo de 1939 partió de Francia para llevar la primera expedición de exiliados españoles hacia México

En general, en México el personal científico pudo desarrollar tareas a diferentes niveles, tanto dentro como fuera de la Universidad. Entre los centros donde realizaron sus investigaciones los exiliados españoles destaca la UNAM o el Instituto Politécnico Nacional, pero también el Instituto de Química, los Laboratorios de Fisiología o los de Estudios Médicos y Biológicos. Pero los intelectuales y científicos españoles también desarrollaron su tarea en centros no universitarios, como la Casa de España, primero, y el Colegio de México, después, el Ateneo Español y otros como la Sociedad Benéfica Hispana, que nació a principios de 1942 y en la que colaborarían intensamente los médicos españoles tanto en las áreas médicas como quirúrgicas. Otros centros médicos fueron el Centro Médico-Farmacéutico o el Centro Médico de Especialidades Santiago Ramón y Cajal.

También a este país llegaron mujeres exiliadas con una preparación humanística y científica que en muchos casos y por diversas circunstancias familiares y personales no pudieron ejercitar. No obstante, y a pesar de ser menos notoria la presencia femenina en el mundo profesional y científico, la encontramos tanto en disciplinas humanísticas, periodísticas o sociales como científicas, ejerciendo dentro de la profesión sanitaria como médicas o enfermeras.

Por último, en el panorama mexicano, no podemos olvidar la presencia de la revista Ciencia, que ya en 1940 publicaba muchos de los trabajos realizados por los científicos españoles exiliados en todas sus áreas y que durante más de treinta años fue elemento clave en la transmisión de sus investigaciones.

El exilio en Latinoamérica

En lo concerniente a otros países sudamericanos que acogieron exiliados españoles con más o menos entusiasmo, podemos señalar también el caso de Argentina, donde, a diferencia de México, hubo dificultades en las condiciones de inmigración y los exiliados encontraran muchos obstáculos para establecerse, de manera que en muchos casos lo utilizaron como país de tránsito para acabar yendo a otros puntos de Latinoamérica. A pesar de esta política, y gracias al apoyo de una parte de la población, pudieron entrar en Argentina, de manera selectiva, profesionales y representantes de la enseñanza, intelectuales y algunos científicos. Entre los últimos tenemos que señalar la presencia de significados representantes de la medicina como Pío del Río Hortega, Ángel Garma, Cuatrecasas Arumí o Sánchez Guisande, entre otros, o de las matemáticas, como Pi Calleja, Luis Santaló, Manuel Balanzat o Francisco Vera, alguno de los cuales pudo ejercer gracias a la intervención del eminente matemático español Julio Rey Pastor, establecido hacía años en el país.

Colombia, en una línea semejante a la del gobierno argentino y por causas principalmente de cariz político, también puso obstáculos a los exiliados españoles. Con todo, este país recibió algunos científicos destacados en las áreas de la medicina, como Pedro Mayoral Carpintero, que desarrolló una intensa actividad sanitaria, o los hermanos Trias Pujol en cirugía, entre otros. En cuanto a la química, debemos mencionar la tarea del profesor Antonio García Banús en el establecimiento de los estudios de su disciplina en este país.

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El ex presidente de México, Lázaro Cárdenas (en el centro) charla con Juan Negrín y el hijo de éste, Rómulo (a la derecha de la fotografía). El papel que desarrolló Cárdenas fue clave para la llegada de científicos españoles a México al acabar la Guerra Civil. / Juan Negrín López, París

Como consecuencia de la política aplicada en Venezuela sobre la admisión de los exiliados españoles, durante los primeros años la entrada se hizo de manera restrictiva y predominantemente dejaron entrar a los vascos, aunque después y progresivamente se abrió la posibilidad al ingreso de más exiliados. De hecho durante esta etapa fueron llegando profesionales y científicos esencialmente del área médica, en la que destacan las personalidades dedicadas a la fisiología, la bacteriología y parasitología, la sanidad e higiene y la dermatología. Nombres como August Pi i Sunyer, Miguel Nieto Carcedo, Santiago Ruesta Marco, José María Bengoa Lecanda, José Sánchez Covisa o Antonio Peyrí Rocamora, por citar algunos de los más representativos del exilio venezolano, participaron en la creación y organización de instituciones como el Instituto de Medicina Experimental, la Escuela de Enfermeras y Servicio Social, o el Instituto Nacional de Nutrición e, incluso, asesoraron al Ministerio de Sanidad.

Otros países, como Chile, la República Dominicana o Cuba, tuvieron un menor peso específico en referencia a los representantes de la ciencia, bien por la mayor presencia de otros profesionales y oficios diversos, como en el caso de Chile, bien por culpa de la política de hostilidad hacia los intelectuales y científicos que llevó a cabo el dictador Trujillo y que obligó a muchos a buscar salida hacia otros países con mejores posibilidades. En lo concerniente a Cuba, aun siendo un destino al que fueron pocos científicos, debemos señalar la presencia de destacados investigadores dentro del área de la bacteriología y la parasitología, como es el caso de Gustau Pittaluga, que había sido el responsable en España de la Escuela de Sanidad y había realizado múltiples trabajos de hematología y parasitología. En la isla caribeña publicó diversidad de artículos sobre su especialidad, además de organizar la conferencia de la Unión de Profesores Universitarios Españoles en el Extranjero (UPUEE) en 1943.

La experiencia norteamericana

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Después de pasar por Alemania y el Reino Unido, Severo Ochoa se instaló en EE UU, donde desarrolló sus investigaciones sobre ADN que le valieron el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959. / Legado Ochoa, MCPF

Por último hablaremos de Estados Unidos, donde los que llegaron no fueron considerados exiliados y estuvieron involucrados en tareas científicas en instituciones y departamentos universitarios, amén de otros organismos en los que desarrollaron diversas actividades. Principalmente, los científicos que llegaron a los Estados Unidos pertenecían al área de la medicina, donde encontramos algunos de los representantes más cualificados, como Severo Ochoa y su intensa tarea en investigación bioquímica, y Grande Covián, que permaneció en España durante unos años antes de partir a América del Norte, donde trabajó sobre fisiología de la nutrición. Los dos habían sido alumnos de fisiología del doctor Juan Negrín en los laboratorios de la Residencia. También fueron a este país Rafael Méndez, Marcelino Pascua o Félix Martí Ibáñez, que actuaron en los campos de la fisiología y farmacología, epidemiología y estadística, laboratorios farmacéuticos y editorial médica respectivamente.

Las consecuencias del conflicto bélico español y su influencia en el desarrollo de las disciplinas científicas en las siguientes décadas llevaron a un empobrecimiento general en todos los saberes durante gran parte de la dictadura franquista. Además, originaron una ruptura personal, generacional y colectiva que dificultó enormemente la recuperación de cuanto se había logrado en los años previos a la Segunda República y durante ésta. A pesar de la importancia de estas cuestiones, no debemos olvidar la pérdida irreparable en vidas y el padecimiento sufrido por muchos de los responsables de organismos, instituciones, centros de investigación o departamentos docentes por causa de la defensa de sus ideas.

Proceso de embarque

No todo el que quería sino más bien el que podía. Eso ocurrió con los exiliados que tuvieron que embarcar hacia tierras americanas, un proceso que significó una selección importante de los que estaban en campos de concentración o alojados en casa de particulares. Mediante el análisis de documentos de archivo de la Fundación Pablo Iglesias en Alcalá de Henares podemos averiguar el proceso que siguieron para poder entrar en las listas de los barcos.

En este documento transcrito queda constancia de que, en la reunión de la comisión ejecutiva de la UGT celebrada en París en mayo de 1939, uno de los puntos que trataron fue el sistema para organizar la emigración y los criterios de selección en los barcos.

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Sistema para la emigración:
Se llevan varias reuniones estudiando el sistema que ha de establecerse para llevar a la práctica la emigración de nuestros compañeros. La Legación Mejicana ha planteado que el Gobierno desea que ésta se realice por una fórmula de proporcionalidad entre todas las fuerzas que constituyeron el Frente Popular Español, para que así tenga las características políticas que desea el Gobierno Mejicano al ofrecer su solidaridad al pueblo español.
Se han discutido diferentes porcentajes. Últimamente, estamos enfrentados en dos fórmulas que ya condensan el pensamiento de unos y de otros: por un lado, la presentada por el camarada Otero, admitida por el Partido Socialista, Partido Comunista y Unión General de Trabajadores, que es la siguiente:

Marxistas 40%
Republicanos 30%
Libertarios 25%
Sin partido 5%

Frente a ésta, la presentada por la camarada Montseny, que consiste:

Marxistas 37%
Republicanos 35%
Libertarios 27%

Están conformes con ella todos los Partidos republicanos, C.N.T. y F.A.I.
Cualquiera de estas dos fórmulas es de aplicación sólo para la primera expedición que organice el S.E.R.E. y luego, con la experiencia adquirida, ver si es posible rectificar el porcentaje. De momento, no hemos llegado a una solución definitiva, pues los unos y los otros mantenemos nuestros puntos de vista.
Es indiscutible que estas fórmulas son vulnerables por muchas razones. La Comisión Ejecutiva debe examinarlas y fijar criterio concreto sobre problema tan escabroso, para que su representante sepa a qué atenerse definitivamente en el S.E.R.E.
Finalmente, se aprobó la siguiente proporción de aplicación para el próximo barco:

Marxistas 38%
Republicanos 33%
Libertarios 24%
Sin partido 5%

Procede ahora el reparto correspondiente entre los Partidos marxistas, debiendo la Comisión Ejecutiva fijar criterio sobre este particular.

Fuente: Archivo Amaro del Rosal Díaz (AARD-270-02). Fundación Pablo Iglesias. Alcalá de Henares.

Referencias:

Archivo Manuel Tagueña Lacorte, AMTL-747-749. Fundación Pablo Iglesias, Alcalá de Henares.

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© Mètode 2009 - 61. Ciencia y exilio - Número 61. Primavera 2009

Pediatra y colaborador científico en el Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero de la Universitat de València.