La búsqueda de la certeza en un mundo a menudo dicotómico –en el que elegir entre dos opciones parece ser la mejor (y más sencilla) alternativa– da sentido a la expresión «una imagen vale más que mil palabras». Pero, si huimos de simplicidades, ¿por qué elegir entre ambas?
Desde la aparición de la fotografía, la comunidad científica ha tenido a su disposición una herramienta con la que proveer de imágenes objetivas al conocimiento que hasta entonces registraba y compartía a través de la palabra (tanto oral como escrita) y la ilustración. Así, se volvió una herramienta clave para expandir, una y otra vez, las fronteras de la comprensión de la naturaleza. A pesar de su éxito, y sus posibilidades, la fotografía sigue pasando desapercibida para una parte de la comunidad científica.
Este monográfico navega a través de la historia de la fotografía y la ciencia. Nos muestra cómo grandes figuras de la historia, como Charles Darwin, ya vieron en la fotografía una poderosa aliada. Y, además, destaca algunos de los caminos por los que la imagen fotográfica transita en la actual actividad científica. Es del todo impactante recorrer cuán transversal y necesaria ha sido –y será– la contribución de la fotografía para el avance de la ciencia.