A lo largo del 2009 se llevarán a cabo dos grandes conmemoraciones: los doscientos años del nacimiento de Charles Darwin y los cuatrocientos años de las primeras observaciones con el telescopio de Galileo Galilei. Por ello, 2009 será el Año Darwin y el Año Galileo (Año Internacional de la Astronomía). Un buen momento para reflexionar sobre la obra de estos dos grandes prohombres de la ciencia, sobre qué es lo que los distinguió de otros investigadores y por qué sus nombres van indisolublemente unidos al progreso de la humanidad.
Pienso que tanto Darwin como Galileo tenían muchas cosas en común. Los dos eran librepensadores, sólo admitían como cierto lo que habían experimentado personalmente (o lo que otros les habían demostrado empíricamente que lo era), y ponían por delante de los dogmas religiosos una actitud discreta pero distante. Eran dos escépticos natos, que gozaban con los placeres de la investigación –lo que el poeta Enzensberger denomina con sabiduría «los elixires de la ciencia»–. Ambos tenían el método como modus operandi: tanto en la obra de Galileo como en la de Darwin sorprende la cantidad de detalles, de observaciones propias, de preguntas y experimentaciones. Galileo incluso se quedó ciego en la vejez, posiblemente como consecuencia de sus observaciones con el telescopio.
Pero también comparten el gusto por la popularización de sus hallazgos científicos. Ambos son excelentes divulgadores de la ciencia, dos grandísimos escritores. La prosa del Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo: el ptolemaico y el copernicano es excelente, como también lo es el estilo del Viaje del Beagle o de El origen de las especies. Galileo y Darwin quieren hacerse entender, se esfuerzan por ganarse la confianza de sus lectores, por explicarse y hacer patente que detrás de su trabajo hay algo más que una investigación científica: hay una nueva concepción del mundo y de la vida.
Así pues, método y divulgación son dos conceptos que van íntimamente unidos a la biografía de estos dos grandes investigadores. Exigencia, rigor, comprobación, pero también escritura, estilo, retórica… Esta es la gran obra de estos pensadores, que tendría que servir al mismo tiempo de modelo a toda la comunidad investigadora. No sólo la investigación debe ser una parte esencial de la obra de un profesor universitario, sino también la pasión por divulgarla, por hacerla accesible y sugerente a sus estudiantes, y a los lectores en general.
«Con esta decidida intención de prestar apoyo a la difusión de la ciencia, se ha elegido Mètode como revista de referencia de la xarxa Lluís Vives»
Desde la Universitat de València hemos dedicado importantes esfuerzos a esta tarea de difundir la investigación que se realiza en nuestros centros. Sin duda, somos una de las universidades que más recursos dedica a este trabajo fundamental de la investigación: tanto desde las páginas de la revista Mètode, como desde la colección de libros «Sense Fronteres» o desde las numerosas actividades de la Cátedra de Divulgación de la Ciencia. Y con esta decidida intención de prestar apoyo a la difusión de la ciencia, se ha elegido Mètode como revista de referencia de la Xarxa Vives. Su calidad y originalidad, su diseño y la riqueza de contenidos han animado a todos los rectores de la Xarxa Vives a destacar esta publicación y a darle apoyo. Como rector de la Universitat de València, y como impulsor de esta revista, es un motivo de orgullo y de satisfacción. Estamos seguros de que tanto Galileo como Darwin la leerían con curiosidad. Ojalá el 2009 también sea el Año de Mètode.