RANDALL: Mediante el método de Gauss para el cálculo orbital y con una incertidumbre astrométrica media de 0,04 segundos de arco, buscábamos…
PRESIDENTA ORLEAN: ¿Pero qué dice?
JASON: ¡Qué peñazo! Díganos ya qué es lo que pasa.
KATE: Lo que el doctor Mindy está intentando decir es que existe un cometa que se dirige directamente hacia la Tierra.
No mires arriba (2021)
Parece que la ciencia y la sociedad viven en mundos comunicativos distintos y es tarea de los divulgadores acercar estas realidades para dar a conocer los avances científicos. La película No mires arriba es un ejemplo muy ilustrativo de las diferentes formas de comunicar. Mientras que el doctor Randall Mindy no es capaz de explicarse en un lenguaje coloquial, su estudiante Kate Dibiasky presenta la ciencia de forma comprensible y accesible a todo el mundo.
No es que los científicos no quieran rebajarse a contar lo que hacen, sino que en realidad nadie les ha enseñado cómo hacerlo. Sin embargo, existen muy buenos divulgadores en la academia, algunos de ellos en esta revista. En astronomía tenemos una gran ventaja en la comunicación social de la ciencia por la existencia de las asociaciones de aficionados. Pocas ramas del conocimiento tienen a tanta gente entusiasta a la hora de explicar de manera altruista su pasión.
La astronomía nació cuando los primeros humanos levantaron la cabeza y se maravillaron con la noche estrellada. La regularidad de la noche y el día, de las fases de la Luna, del movimiento del Sol y de las estrellas sobre el fondo de la bóveda celeste se explicaron primero por la intervención de los dioses, pero más tarde fueron la base del calendario.
El uso lúdico de la astronomía surgió mucho más tarde, cuando los telescopios fueron asequibles para una élite burguesa que disponía de tiempo libre para admirar el cielo solo por placer. Sin embargo, no fueron pocos los que se convirtieron en profesionales. Así, los hermanos William y Caroline Herschel, músicos de profesión y apasionados del cielo, dejaron de lado la interpretación y descubrieron Urano y numerosos cometas. Un caso similar es el de Henry Draper, que abandonó la medicina para abrir el nuevo campo de la espectroscopia estelar. Lástima que murió prematuramente antes de meterse de lleno. De la misma forma, muchos astrónomos actuales fueron aficionados de jóvenes. Es un hecho que la cantera de los profesionales está en el mundo amateur.
Actualmente, se ha ido un paso más allá e incluso algunos astrónomos amateurs, como los de la Asociación Valenciana de Astronomía (AVA) de Valencia, de la Agrupación Astronómica de la Safor (AAS) de Gandía o de AstroAras de Aras de los Omos, ya no se dedican solo a observar el cielo con ojos curiosos, sino que, en la medida de lo posible, participan activamente en programas profesionales con logros notables. Hace poco la AVA ha sido reconocida por la organización estadounidense The Planetary Society con una subvención del programa «Shoemaker Near-Earth Object (NEO)» por su labor de búsqueda y estudio de asteroides potencialmente peligrosos desde el observatorio de Aras de los Olmos.
Pero la esencia de las asociaciones sigue siendo la difusión de las maravillas celestes. Por eso se organizan periódicamente jornadas de puertas abiertas, observaciones populares, actividades en centros educativos, escuelas de astronomía… para compartir lo que tanto nos gusta a los astrónomos: ver el cielo nocturno, explicar y comprender cómo funciona el universo. En definitiva, tratar de abordar aquellas trascendentales preguntas: ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Últimamente, cabe remarcar la inmensa labor de las asociaciones para hacer frente a la ola de negacionismo climático y astronómico que pugna por cubrirlo todo de duda. Y en esta batalla por la ciencia destaca también su lucha enconada en contra de la plaga de la contaminación lumínica. No podría ser de otra forma, ya que la defensa de las condiciones naturales de la noche es sencillamente una lucha para preservar el objeto de su pasión.