François Joseph-Victor Broussais (1772-1838), médico y cirujano francés, adquirió gran fama como «emperador de la medicina» bajo la Restauración del Imperio. Broussais inventó una nueva doctrina médica, el broussismo o medicina fisiológica, que logró gran éxito durante unas décadas.
Miembro de una familia bretona de médicos-cirujanos de la armada partidarios de la revolución, a los diecisiete años ingresó en la 1ª Compañía de Granaderos de las Costas del Norte, pero la mala salud lo obligó a retirarse. En 1799 se instaló en París, donde estudió medicina con maestros como por ejemplo Xavier Bichat, Georges Cabanis y Philippe Pinel. En 1803 se licenció y en 1805 se incorporó de nuevo al ejército napoleónico, donde sirvió primero en Alemania y los Países Bajos y más tarde en España.
En 1814 volvió a París y fue nombrado profesor ayudante del Hospital Militar del Val-de-Grâce, donde expresó por primera vez sus ideas sobre la sensibilidad vital, la interdependencia fisiológica y las simpatías orgánicas. En desacuerdo con muchos de sus maestros, como René Laënnec, Antoine Bayle o Pierre-Charles-Alexandre Louis, la «medicina fisiológica» de Broussais tenía como idea nuclear que las enfermedades son resultado de una irritación causada por exceso de estimulación. La irritación causaría una inflamación inicial en el tracto digestivo que se esparciría hacia otros órganos «simpáticamente». Eso hizo que Broussais creyera que una ligera hemorragia podría reducir la fuerza vital y la irritación consiguiente.
«Broussais defendía apasionadamente el uso de sanguijuelas para la práctica de sangrías»
El momento decisivo del sistema Broussais había sido la reunión en Alemania e Italia con los partidarios de la doctrina del médico escocés John Brown en 1807-1808. Brown identificaba la vida con un único principio vital: la excitabilidad, que es respuesta a los estímulos. La enfermedad se diferenciaría de la salud solo en grados de intensidad y por eso Brown clasificaba las enfermedades en estenias (exceso de excitación) o astenias (defecto de excitación).
Broussais adoptó estos principios, aunque con conclusiones prácticas diferentes, incluso opuestas: casi todas las enfermedades se debían a la irritabilidad de los tejidos, que se tendría que tratar mediante dieta y evacuaciones de sangre. En su Histoire des phlegmasies ou inflammations chroniques (1808), estableció los cimientos del broussismo, contra los «empiristas ciegos» y los «teóricos fanáticos».
Según Broussais, las enfermedades crónicas resultan de una inflamación que no ha sido curada inicialmente. Empiezan como inflamaciones digestivas que actúan a distancia sobre otros órganos por acción simpática. Así, las inflamaciones pulmonares se transforman sucesivamente a partir de una gastritis y acaban todas en tisis tuberculosa. Su sistema terapéutico era «antiflogístico», es decir, buscaba reducir la inflamación y la irritación del tejido digestivo mediante la dieta y la sangría. Broussais sometía a los pacientes a una dieta líquida severa basada en bebidas como por ejemplo limonada, agua de arroz, o soluciones de ácido tartárico. La sangría se llevaba a cabo con sanguijuelas, la mayoría de las veces en la parte superior del abdomen. Broussais defendía apasionadamente esta práctica; con un paciente en particular, prescribió alrededor de noventa sanguijuelas sobre el cuerpo.
Este esquema terapéutico fue la marca distintiva del broussismo, sistema hegemónico en Francia en la década de 1820, donde el comercio y el consumo de sanguijuelas revolucionó la economía francesa. Las sanguijuelas se transportaban con vehículos especiales, desde Hungría, Bohemia y Turquía. En 1824 Francia consumió más de ochenta millones de sanguijuelas y de Broussais decían los refranes populares que había derramado más sangre francesa que todas las guerras napoleónicas juntas. Por fortuna, el broussismo cayó en descrédito con la muerte de su creador.