Bernard le Bovier de Fontenelle era hijo de un abogado parlamentario francés que fue educado en los jesuitas y, a pesar de seguir la tradición jurídica familiar, abandonó la toga por el cultivo de la filosofía y la ciencia. Ingresó como miembro de la Academia Francesa en 1691, donde tomó partido por los novators frente a los tradicionalistas en la famosa Dispute sur les anciens et les modernes. Unos años después de incorporarse a ella, ejerció como secretario perpetuo de la Académie des Sciences de París y su famosa obra Entretiens sur la pluralité des mondes [«Conversaciones sobre la pluralidad de los mundos»] es considerada como una de las primeras obras de divulgación científica destinada a un público culto pero amplio, que tuvo un gran éxito de audiencia no sólo en Francia, sino en toda Europa. La Académie des Sciences francesa había sido creada en 1666, durante el reinado de Luis XIV y bajo el patrocinio de su primer ministro, Jean Baptiste Colbert. Entre sus miembros fundadores se encontraban figuras tan eminentes como René Descartes, Blaise Pascal y Pierre de Fermat. Unas décadas más tarde, en 1699, cuando Fontenelle fue nombrado secretario perpetuo, el rey dotó a la Academia de Ciencias del apelativo de «real»,con un reglamento propio y instalaciones en el Louvre. Constituida inicialmente por setenta miembros, con el paso del tiempo se ha convertido en una de las cinco academias que configuran el Institute de France. Desde su origen, la finalidad de la Academia de Ciencias fue clara, como expresan sus estatutos: «Animar y proteger el espíritu de la investigación y contribuir al progreso de las ciencias y de sus aplicaciones.» La creación de sociedades y academias científicas en muchos países de Europa asentó un escenario de debate sobre las nuevas ideas científicas, los inventos y las novedades tecnológicas. Generalmente se publicaban unas actas anuales de las sesiones, o por lo menos de manera periódica, y se hacía inventario de los trabajos presentados y de las discusiones mantenidas en las diversas sesiones. En ciertos casos se acompañaban de dibujos de máquinas y diseños de instrumentos, que hoy tienen un gran valor histórico. Con el paso del tiempo las actaspasaron a ser la primera versión de las publicaciones periódicas que tanto han ido creciendo dentro del ámbito de la ciencia, de manera que a finales del siglo XVII eran alrededor de treinta las publicaciones periódicas científicas que se editaban en Europa, de las que seis correspondían a academias y a otras sociedades. La primera revista científica fue el Journal des Savants, órgano de difusión de los trabajos de la Académie des Sciences de París, que empezó a publicarse en 1665. Inmediatamente después aparecieron las Philosophical Transactions de la Royal Societyde Londres. Empleaban el latín como lengua de comunicación científica e incluían también asuntos literarios. En el dominio de la medicina, la primera publicación fue el Journal des Nouvelles Découvertes sur toutes les Parties de la Médicine (1679), que utilizaba el francés como lengua de expresión. |
Retrato del filósofo Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757), de Hyacinthe Rigaud, Musée Fabre, Montpellier. «La labor de erudición generada alrededor de la obra científica y literaria de Fontenelle constituye el punto de partida de lo que hoy denominamos divulgación científica» |
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Como secretario de la Académie de Sciences, Bernard de Fontenelle emprendió un importante trabajo historiográfico que significa el punto de partida de lo que hoy conocemos como divulgación científica. De izquierda a derecha, portadas de las obras de Fontenelle Entretiens sur la pluralité des mondes (1686), La Republique des philosophes, ou histoire des Ajaoiens, obra póstuma de Fontenelle (1768) y The Elogium of Sir Isaac Newton (1728). |
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En este contexto científico es donde alcanza importancia la figura de Bernard de Fontenelle, quien nada más asumir la tarea de secretario perpetuo emprendió un trabajo historiográfico de gran importancia. Escribió una Histoire de l’Académie des Sciences depuis 1666 jusqu’à 1699 y en 1720 empezó a publicar sus famosos Éloges des Savants, una especie de epitafios en memoria de los que habían sido miembros de la academia francesa. Fontanelle dedicó también grandes esfuerzos a elaborar una historia de la geometría, partiendo de la premisa de que cada ciencia tiene que asumir la construcción de su propia tradición histórica, de manera que podemos ver en Fontanelle el primer gran artífice de lo que en Francis Bacon había sido una simple formulación programática. Sin duda esta labor de erudición generada alrededor de la obra científica y literaria de Fontenelle no sólo constituye el punto de partida de lo que hoy denominamos divulgación científica, sino que también hay que considerarla como un precedente ineludible del gran proyecto intelectual de la Encyclopédie Méthodique, el pilar fundamental de la Ilustración francesa. Josep Lluís Barona. Catedrático de Historia de la Ciencia, Universitat de València. |
© Mètode 2012 - 55. Gen, ética y estética - Contenido disponible solo en versión digital. Otoño 2007