Retomamos el tema que empezábamos en la anterior edición de esta sección (Mètode, 109), analizando la obra Arbitris i notes per a Quart i València: La gestió agrícola d’un terratinent de l’Horta (PUV, 2007). Se trata de las anotaciones, casi diarias, realizadas por el terrateniente Joan Peris Perdiguer entre 1679 y 1698. Como ya vimos, Peris siempre se preocupa de adoptar los procedimientos óptimos para obtener el mejor rendimiento de sus propiedades. Por eso anota, compara y toma decisiones continuamente.
Tal como apuntábamos en la primera parte, Peris tiene amplios conocimientos de agricultura. De hecho, cita el Llibre dels secrets de agricultura, casa rústica i pastoril, obra de fray Miquel Agustí, prior de Santa Maria del Temple en Perpiñán, del año 1617, un clásico de los tratados de agricultura. Demuestra ser buen conocedor de los precios de las mercancías, salarios y todos los elementos necesarios en la producción agraria. Conoce todas las tareas y se dedica intensamente al mantenimiento de las infraestructuras necesarias de la finca. Ordena exactamente cómo quiere que se hagan las labores y da importancia al buen acabado. A continuación, veremos más elementos que hacían posible la actividad de la hacienda.
En aquel momento, una equipación básica de la finca era la balsa del estiércol, un depósito donde iba a parar la materia orgánica producida por los animales y los restos de cultivos. Allí se descomponían y daban un abono imprescindible para la agricultura intensiva que practicaba. Peris estaba muy pendiente de ella: la reparaba a menudo y la tenía siempre a punto. Estaba situada cerca de la casa y de la era, para poder echar el estiércol y también el tamo sobrante y la paja mala. La necesidad de estiércol era tan elevada que había que buscarlo donde fuera. Por ejemplo, enviaba galeras a las masías a recoger el estiércol de los cerdos, muy estimado, y lo cambiaba por vino, aceite, trigo o dinero; o bien acogía pastores trashumantes aragoneses y castellanos que pasaban el invierno en tierras valencianas, a quienes ofrecía corral a cambio del estiércol que dejaban.
También tenía otra balsa para el cáñamo, cerca de una acequia. Allí la planta cortada entera se cubría de agua para que se pudriera y quedara la fibra. A veces, la explotaba directamente, y otras la arrendaba, siempre asegurándose de que no afectara al cultivo contiguo.
«En el libro de Joan Peris tenemos una imagen directa de la vida diaria del mundo agrario valenciano de finales del siglo XVII»
Las caballerías eran la fuerza de trabajo: en la finca tenía mulas y rocines, burras, yeguas y caballos. Continuamente compraba y vendía animales en las ferias, y para su cuidado tenía un «gavatxet» que dormía en un cuartito del corral. Para los trabajos más fuertes de los barbechos de secano, contaba con un par de bueyes para labrar. Por el contrario, tenía pocos animales de consumo. A los aparceros les pedía que le pagaran en gallinas, y a otros les proponía criar unos corderos o una cerda a medias y repartirse los lechones. El rebaño lo alimentaba con calabazas, trigo, cebada y algarrobas, pero la base de todo era la alfalfa, que formaba parte de la rotación de cultivos en regadío.
Por último, destaquemos la bodega, puesto que la producción de vino era una de las principales actividades de la hacienda. En el documento encontramos la primera referencia de variedades que continúan cultivándose, más o menos, hoy en día, como «trepadell», «castellà», «tortosí», «palop», «botó de gall», «gingivera», «planta d’en gorp», «blanqueta», «vidriench» y «messeguera». Aparte, Peris conoce la importancia de la limpieza y se preocupa de tener tanto la almazara como las tinajas pulcras.
Así pues, en este original libro tenemos no un manual teórico, sino una imagen directa de la vida diaria del mundo agrario valenciano de finales del siglo XVII, que dibuja y nos acerca a nuestras raíces agrarias. Las anotaciones de Joan Peris nos muestran las preocupaciones y decisiones habituales implicadas en la producción de alimentos; más o menos, con la debida distancia, muy parecidas a las que tenemos en nuestro huerto.