Lobos y ratas

Foto: Jorge Wagensberg

Algunos proyectos en común hacen que últimamente me vea bastante con Martí Boada, geógrafo, naturalista, viajero y buen conversador. ¿He dicho conversador? Conversar no es solo uno de los grandes placeres de la vida, conversar es también una actividad necesaria e imprescindible para aprender y para enseñar. Esta misma mañana he tenido un encuentro de trabajo con él. La sesión, de apenas dos horas, ha ido entretejiendo dos conversaciones. Una era la conversación central y axial de trabajo. De ella iban cayendo notas y apuntes para reflexionar luego, con más tranquilidad. La otra conversación se ha desenroscado, paralela e intermitente, a base de abrir y cerrar paréntesis, más o menos largos, cada vez que alguno de los dos evocaba alguna buena historia que contar. Uno de estos paréntesis ha dado de sí. Por eso lo traigo a esta página.

Hablábamos de cuándo se había extinguido el lobo de Cataluña. Difícil de saber, ¿no? Pues en este caso no es difícil, mira por dónde. Resulta que en la asociación de cazadores de Ripoll había un lobo taxidermizado que nadie podía datar con precisión, pero que todo el mundo decía que había sido el último lobo visto en Cataluña. El ejemplar estaba en un estado calamitoso y se decidió pedir a un buen taxidermista la reanimación del cadáver. El elegido fue el señor Salvador Filella, del Museo de Zoología de Barcelona. Al abrir el cuerpo hubo un golpe de suerte: el relleno era de papel de periódico, concretamente de La Vanguardia de Barcelona, y el episodio quedó así perfectamente datado. Resté el saque de la historia de Martí con otra historia vivida tan solo unos meses antes en un museo de Polonia. En los museos del Este se nota una presencia gravitatoria de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Un objeto me llamó la atención en especial. Era un nido de ratas alojado en el interior de un sofá. El material de construcción era papel de periódico. La fecha era legible en dos lugares: 6 de febrero de 1940. Hacía bien poco que el ejército alemán había invadido Polonia.

Acuciado por esta historia, Martí me gratifica con otra. En una de sus conferencias, Martí suelta lo que era la «verdad vigente» en los medios universitarios de la época: las ratas habían llegado al país en barcos del siglo xvi, quizá de América, quizá de Asia. Después de la conferencia se le acerca un caballero: «Joven, creo que debe revisar su convicción sobre la llegada de las ratas porque en la catedral de Tarragona hay una rata esculpida en el capitel de una columna.»

El comentario es de un veterano crítico de arte, Luis Monreal Tejada, y es demoledor porque el templo es medieval. El dato captura inesperadamente el interés del profesor Boada, que toma nota y aprovecha la primera ocasión para visitar la catedral. Su esperanza de buen naturalista es identificar incluso la especie biológica. ¿Procede de América? ¿Procede de Asia? Puedo imaginarme la escena: Martí encaramado a una escalera observando de cerca la rata de piedra mientras por lo bajo se le acerca un religioso del templo. «¿Puedo ayudarle en algo, caballero?» Martí se explica consciente de lo inusuales que van a sonar sus palabras y de la cara atónita con la que va a tener que lidiar en pocos segundos. Pero no. Al religioso todo le parece muy normal. El atónito ahora es Martí Boada, porque resulta que su nuevo amigo es un científico interesado, justamente, ¡en las ratas de catedral! Pues si señor, las ratas hace muchos siglos que rondan por aquí. Pero resulta que además, a lo largo de tanto tiempo, hay un episodio que se repite una y otra vez. Durante alguna obra de reforma o de mantenimiento, un nido de ratas puede quedar emparedado al terrorífico estilo de Edgar Allan Poe. Pues bien, nuestro amigo ha dedicado buena parte de su tiempo a localizar estos restos y rastros por todo el edificio. Así ha logrado reunir una gran diversidad de pequeños objetos usados por las ratas a lo largo de la historia de la catedral: pedacitos de papel, de tejidos, botones, fibras… Y así, con estos tesoros de la arqueología ratuna, el amigo del profesor Boada confía en reconstruir parte de la historia de la catedral y de los seres humanos que la frecuentaron.

 

© Mètode 2011 - 65. Nano - Número 65. Primavera 2010
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Profesor titular del Departamento de Física Fundamental. Universitat de Barcelona.