Cortesía de Max Mitrofanov |
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Cuentan que, cuando la última sonda Venera se lanzó con destino a Venus, estaban de visita en el cosmódromo de Bakionur dos ingenieros españoles del INTA. Uno de ellos, señalando el cohete, le comentó a su compañero: «Esa nave va a Venus», a lo que el otro contestó: «Pues vamos a escondennus». Justamente «vamos a escondernos» es lo que debe pensar en estos momentos el ruso Leonid Ksanfomality, después de la que ha montado tras publicar en la revista Astronomicheskii Vestnik un artículo afirmando que existen formas de vida en Venus (Ksanfomality, 2012). En él analiza varios vídeos de la superficie de Venus tomados por la Venera 13 en 1982, concluyendo que hay estructuras que cambian de posición y forma. Esta idea ha dado rápidamente la vuelta al mundo, y ha sido tildada con todos los calificativos posibles. Pero ¿es posible que Venus esté habitado? ¿Qué sabemos de este planeta? Para empezar, que es lo más parecido al averno que existe en el Sistema Solar. Tiene una presión atmosférica casi 100 veces mayor que la de la Tierra, y una temperatura en su superficie de 470 ºC, debido a que está totalmente recubierto por densas nubes de dióxido de carbono que producen un efecto invernadero desbocado. De hecho es tan acusado que el efecto invernadero se descubrió en Venus antes que en la Tierra. Para completar el panorama, son frecuentes las tormentas con gran aparato eléctrico durante las cuales llueve ácido sulfúrico (uno de los principales componentes de las nubes venusinas). Un infierno, vaya. Pero ¿tiene demonios? A casi 500 ºC de temperatura no hay molécula orgánica compleja que aguante entera: se rompen en moléculas más pequeñas. El hecho de que haya tanto CO2 en la atmósfera justamente parece indicar que en Venus apenas hay carbono en forma de moléculas orgánicas. ¿Quizás haya vida basada en otra química? El candidato más probable (por abundancia y similitud en comportamiento al carbono) sería el silicio, pero las moléculas largas de silicio son más inestables que sus análogas orgánicas. Aunque una buena alternativa serían las siliconas (en la que se intercalan átomos de silicio con átomos de oxígeno); las siliconas son mucho más estables y aguantan temperaturas altas. Pero lamentablemente, a temperaturas superiores a los 250 ºC también se descomponen. |
Cortesía de NASA
«¿Qué ha visto el profesor Ksanfomality en las imágenes de la Venera 13? Pues temo que estamos ante un caso de libro de pareidolia o, en otras palabras, ver lo que uno espera ver» |
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Según Ksanfomality, la forma marcada en amarillo es la mitad inferior de una estructura discoidal; en el minuto 86 cambia de forma y textura, y desaparece en el 93, para volver a aparecer después. Curiosamente no se da cuenta de que lo mismo ocurre en toda la imagen, debido al aumento de ruido térmico según la sonda se calienta. |
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Además, para que podamos hablar de habitabilidad en un planeta, se necesita otro componente: un líquido que haga de solvente, donde las reacciones biológicas puedan tener lugar. Y a 450 ºC, la disponibilidad de líquidos es más bien poca. Un candidato podría ser el plomo, que funde a 327 ºC. Pero no hay mares de plomo en Venus. De hecho no hay mares de nada. En los noventa la sonda Magallanes hizo un detallado mapa con radar de Venus (dado que las espesas nubes no nos permiten ver la superficie) y nada similar apareció. Las superficies líquidas destacan claramente en una imagen de radar, ya que no devuelven el eco y aparecen como zonas negras. ¿Está habitado Venus? Con toda seguridad que no. Entonces ¿qué ha visto el profesor Ksanfomality en las imágenes de la Venera 13? Pues temo que estamos ante un caso de libro de pareidolia, término que significa «fallo de la percepción en el que un estímulo vago y aleatorio es percibido erróneamente como una forma reconocible». En otras palabras, ver lo que uno espera ver. Dos de los más famosos casos de pareidolia tuvieron a Marte como protagonista. A principios del siglo xx, Lowell y Schiaparelli creyeron ver una compleja y extensa red de canales que cubría el planeta. Estos canales eran estructuras más pequeñas que la resolución angular de los telescopios usados, y era el propio cerebro de los investigadores el que, en tales condiciones límite La pareidolia está detrás de que veamos caras en las manchas de humedad, la Virgen en un sandwich de queso, o venusinos en las imágenes de la Venera 13. |
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El venusino de Ksanfomality «aparece» en el cuarto fotograma, cuando más ruidosa era la imagen, y «desaparece» en el último. Asombrosamente, no le sorprende la súbita aparición en este último fotograma de varias réplicas de los guijarros de la esquina inferior izquierda (en amarillo). |
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Y es que, en el caso de Ksanfomality (quien formó parte desde el principio del equipo de las Venera), la cosa viene de lejos, como él mismo contó en una entrevista en 1975: «Estaba en la estación receptora trabajando con datos de las Venera 9 y 10. Un objeto en las imágenes que parecía un “pájaro sentado” de unos 20 cm, atrajo mi atención. Pero los geólogos lo llamaron una “extraña roca”. Volví repetidamente a esas imágenes y en 1978, en mi primer libro de divulgación, Planetas redescubiertos, hablé de este objeto como de un posible habitante de Venus. La presión negativa de la administración y de mis colegas del Instituto de Investigación Espacial, por supuesto, me afectaron en parte, pero no me convencieron.» Es decir, Ksanfomality tiene una vieja obsesión con este tema y ahora, con una posición ya consolidada, ha decidido tirarse a la piscina. La obsesión es un potenciador de la pareidolia y el artículo en cuestión es un canto a la ausencia de rigor. Es todo él un despropósito y no hay por dónde cogerlo. Las «misteriosas estructuras» (véanse las fotografías) aparecen justo cuando la imagen (de televisión analógica) es más ruidosa y tiene más artefactos. En realidad, el verdadero misterio venusino es que la revista Astronomicheskii Vestnik haya aceptado publicar semejante artículo. Al final, los venusinos resultaron ser gamusinos. Bibliografía Fernando Ballesteros. Observatorio Astronómico de la Universitat de València. |
© Mètode 2012 - 73. La fuerza del mundo - Primavera 2012